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En una esquina de la Plaza del Progreso con calle Huévar y a espaldas del ajetreo de Algarve, se esconde un lugar muy peculiar que hace las veces de puerta gastronómica a Londres, Nueva York, Estambul o Hawai. "No nos hemos cansado de decir que no tenemos ensaladilla, pero la pregunta del paté vamos a tener que estudiarla... estoy pensando en hacer un ibérico propio", dice entre risas Carlos Fabregat Fiallo, cocinero jerezano formado en la Escuela de Hostelería de Jerez con casi dos décadas de experiencia en restaurantes de toda España e Inglaterra, país donde residió ocho años.
"Yo también soy cocinera, pero en todos los trabajos en los que he estado siempre he acabado mitad en cocina mitad en sala, y ya aquí me he quedado atendiendo", cuenta la algecireña Arancha Rodríguez, que conoció a su pareja y actual socio en Sevilla. Corrían tiempos de covid cuando coincidieron trabajando en el mismo brunch de la calle Feria, bar en el que Carlos empezó a masticar la idea de emprender un negocio por su propia cuenta. "En Londres también trabajé en uno y es un concepto que me encanta, allí el que hace brunch hace solo brunch", dice sobre una propuesta gastronómica que todavía no es habitual de ver en ciudades pequeñas y medianas como Jerez.
Esta pareja de treintañeros, con amplia experiencia en la hostelería, querían innovar haciendo algo diferente a los bares de tapas que pululan por el centro. Con su propuesta, Arancha hace pedagogía casi a diario: "El brunch para dos es lo que más gusta, es como un bufé y cuando lo ven se quedan flipando. No te vas a quedar con hambre y toda la comida es casera". Y además de verdad. El hecho de que todo lo que ofrecen sea handmade y productos frescos de calidad es una línea roja para Carlos, que elabora desde los batidos y zumos hasta las mermeladas. Por su parte, Arancha hace tartas y galletas, con la que pretenden ampliar la carta de cara al próximo invierno.
Al preguntarle a Arancha qué es un brunch para que cualquier vecino lo entienda, la hostelera, que lo habrá explicado ya mil veces, lo tiene claro: "La mezcla entre el desayuno y el almuerzo. Se te ha hecho ya tarde para el desayuno, pero temprano para el almuerzo y no vas a hacer las dos comidas, así que lo fusionas y haces el brunch". Sin embargo, este se puede hacer a cualquier hora del día, desde primera hora hasta bien entrado el mediodía, casi a la hora de la siesta, lo que explica los horarios de La Foto.
A pesar de que hay todavía gente que le pregunta si hay comida "normal", Carlos está muy contento por la aceptación del restaurante, abierto desde principios de año y de rotundo éxito no solo entre jóvenes modernos y turistas, sino entre familias del barrio. "Tanto jóvenes como mayores están abiertos a la hora de probar y experimentar todo, antes la cocina creativa era una cosa solamente para ricos y entendidos, hoy casi todo el mundo intenta hacer cosas nuevas", dice. Al ver la carta, comprobamos que seguramente todo el mundo puede hacerlo, pero no de forma tan original como ellos.
Además de ofrecer contundentes tostadas y cruasanes, La Foto tiene brunch para todos los gustos: desde bowls a brunch salado y brunch dulce. En una misma mesa y durante el transcurso de la entrevista con lavozdelsur.es vemos a una familia con platos de todo tipo: desde el brunch de foto para dos —éxito asegurado con un completo de huevo revuelto, chacinas, aguacate, mermeladas caseras, mantequilla, tomate, fruta fresca, pan cortijero, croissanes y yogur— hasta una versión típico english breakfast —huevos fritos o revueltos, bacon, chorizo criollo, bacon, patatas horneadas y heinz beans—, bautizado por Carlos y Arancha como 'Desayuno en Londres'.
La carta no se queda ahí. A los pancakes y gofres, de distinto tipo, le acompañan healthy bowls de coco, con opciones proteicas y antioxidantes, ensaladas como la Atlas Monain, de couscous, o una variante del poke hawaiano, bagels, italian waffles —gofres con burrata y pesto— bocatas, smash burguers y hasta un bocadillo de calamares madrileño "arreglado para la foto".
'La Foto' es un homenaje a su abuelo, el emblemático fotógrafo jerezano Fiallo
En las mesas exteriores de La Foto, lo mismo puedes toparte con algunos guiris que con jerezanos que han echado la mañana en el centro. El hecho de que coincidan aquí y con algún que otro vino de Jerez es para Carlos un éxito. "Cuidamos también el producto de la tierra, tenemos jerez y es que realmente es un vino que casa muy bien con el brunch, al fin y al cabo es casi un aperitivo", comenta, adelantando que tiene en mente hacer un maridaje entre jereces y brunch.
Con algún que otro selfie y una foto robada a sus platos en las mesas donde despacha, el hostelero explica el doble sentido del nombre del restaurante. "Mi abuelo fue el primer fotógrafo con estudio en Jerez, todo el mundo tiene algo de Foto Fiallo... esto es un pequeño homenaje hacia él y como ahora está tan de moda hacer la foto a la comida queríamos aprovechar la ocasión", cuenta.
No es para menos. En la época de Fiallo, que fue toda una institución en la ciudad con sus estudios en la calle Santa María y Larga, hubiera sido impensable que con una maquinita pequeña como son los smartphones pudiéramos tener miles de instantáneas de lo que probamos en uno y otro lado. Entre tantas fotografías, que hacen casi como de negativos en nuestro tiempo, ya no nos da tiempo ni de seleccionar. Eso sí, visto lo visto, lo que queda claro es que si le dieran a elegir cuáles revelar, los de La Foto estarían entre ellos.
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