Desde los años 30 lleva instalado en la playa de la Casería de San Fernando un chiringuito que ofrece pescados frescos en un lugar idílico, rodeado de mar y romanticismo. Es una institución en La Isla. Tanto es así que tras la reciente demolición de las míticas casetas de esta zona, solo Casa Bartolo El Titi se ha salvado de la quema.
No es para menos. El sitio no es solo pintoresco y excepcional por su propuesta culinaria sin conservantes ni colorantes, sino también por estar prácticamente dentro del mar.
Estos días, de hecho, se han popularizado en las redes, en el grupo de Facebook Viajar en Cádiz, imágenes de clientes de Casa Bartolo que comían pescaíto frito y otros manjares de la casa con los pies en remojo, algo muy habitual cuando empieza a subir la marea y las mesas en plena arena cubren sus patas de agua salada.
José Monge Cruz Camarón, era un asiduo de los atardeceres de este lugar, porque si la comida, basada en fritura de pescados y a la plancha, no te deja satisfecho, el entorno se encarga del resto. Las vistas a la Bahía son un espectáculo, máxime a la hora en la que el sol se va apagando por entre los dos puentes de Cádiz, Carranza y La Pepa.
Pescados de estero, zapatillas de la Bahía, boquerones, sardinas, cazón, pulpo, puntillitas, pijotas, huevas, almejas, zamburiñas y cómo no, las célebres tortillas de camarones pueden ser puestas en las mesas de los comensales. Una mesas que se dividen hasta en seis zonas: en la entrada; en la playa de levante (cuando la marea lo permite); el salón comedor principal; otro salón posterior (pasando la barra y la cocina); una zona en el piso de arriba (con vistas a la Bahía); y la playita de poniente, pegada a la zona de las ya desaparecidas casitas de colores.
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