¿Sabes qué es el 'Tindering'?: un vicio "como las tragaperras" que cada vez lo sufren más personas

Los hombres 'millenials' son más propensos a ser adictos a esta estrategia para buscar validación

Tinder, en una foto de archivo.
Tinder, en una foto de archivo.
13 de febrero de 2023 a las 14:53h

Llega San Valentín y parece que andamos como locos por tener pareja. Ahora, hay muchas formas de poder buscar una. Las apps de citas han revolucionado la forma de ligar y conocer gente en todo el mundo. La realidad es que se trata de un negocio que genera 41 millones de dólares sólo en España  y que se prevé que alcance globalmente los 12.250 millones de dólares en 2030 y no hay que perder de vista que su objetivo final es monetizar.

Es cierto que estas apps ofrecen unos beneficios directos, como conocer gente de forma rápida y sin invertir grandes esfuerzos, lo cierto es que los expertos cada vez detectan más adicciones, un uso abusivo y malas praxis que conllevan incluso situaciones de acoso, que están afectando mucho a la salud mental de sus usuarios y a su forma de relacionarse socialmente. De hecho, uno de cada diez españoles usa aplicaciones de citas y pasar el rato navegando por ellas ya tiene incluso nombre: lo han llamado ‘tindering’. Y lo peor es que este consumo adictivo no es casual, es buscado y se ha diseñado de forma muy pensada y científica.

Top Doctors en colaboración a la Dra. Sandra Bravo Herrero, especialista en Psiquiatría en Mentalia Arévalo, miembro de su cuadro médico, y ha recopilado datos de estudios nacionales e internacionales para analizar por qué estas apps son tan adictivas, comprender su funcionamiento científico y ofrecer a sus usuarios una guía de consejos y buenas prácticas para hacer un uso responsable de ellas. ¿Por qué se enganchan los usuarios a las ‘apps de citas’? Porque funcionan como las tragaperras

Uno de cada tres usuarios de aplicaciones de citas se considera adicto. Pero esto no ocurre de forma casual, y hay perfiles más vulnerables que otros. Concretamente, los millennials son un 125% más propensos que generaciones previas y los hombres, un 97% más vulnerables a ‘estar enganchados’ que las mujeres. Tanto es así que los usuarios no son capaces de desconectar de estas apps ni siquiera cuando trabajan: 9 de cada 10 admiten haber utilizado una aplicación de citas en el trabajo al menos una vez, siendo la media diaria unos 30-45 minutos.

Para garantizar que los usuarios pasan el mayor tiempo posible en la aplicación y se suscriben a funcionalidades de pago, los desarrolladores se valen de técnicas como la llamada ‘gamificación’, que básicamente son mecánicas propias de los videojuegos que ‘enchanchan’ al usuario. Deslizar los perfiles, o swipe infinito, se ha convertido en una forma más de pasar ratos muertos, en el mejor de los casos y, en el peor, una adicción o la necesidad de búsqueda incesante por si nos perdemos algo o FOMO (Fear Of Missing Out). Y engancha por algo: segrega dopamina generando un efecto en nuestro cerebro similar al de las tragaperras, las apuestas y algunas drogas…

La clave de la adicción está en el llamado Refuerzo Intermitente

El llamado refuerzo intermitente o variable en sistemas de recompensa proviene de estudios como el de la caja de Skinner o el experimento de los psicólogos James Olds y Peter Milner. En resumen, estos estudios lo que desvelaban es que la incertidumbre con respecto a obtener una recompensa es más adictiva que la certidumbre de tener un premio por una actitud positiva.

El gran problema con estas aplicaciones tipo Tinder es que la posible recompensa apela a instintos básicos humanos: la validación ante los demás, el éxito, tener descendencia… el amor de tu vida. “Por ejemplo, si antes recibíamos muchos likes y, de repente, no tenemos ninguno, podemos llegar a preguntarnos si hay algo mal en nuestro perfil, si las fotos no son lo suficientemente buenas, si no gustamos a los demás... Pero cuando volvemos a recibir un like, no sólo tenemos el refuerzo positivo de haber gustado a alguien, sino que sentimos el alivio de esa carga pesada que habíamos generado en nuestra cabeza”, afirma la especialista en psiquiatría.

 

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Dora Martínez

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