Iñaki Urdangarin, que cumplirá 58 años en enero, ofreció este jueves 11 de diciembre en La2CAT su primera entrevista desde la condena por el caso Nóos. La conversación, realizada por el periodista Jordi Basté en su programa Pla Seqüència, se grabó sin interrupciones durante 55 minutos, un formato que el presentador define como “conversación y no entrevista”. El diálogo se desarrolló íntegramente en catalán, idioma que Urdangarin domina, tal como quedó reflejado en la emisión.
El exduque de Palma recordó que pasó casi 38 años en Barcelona, ciudad en la que construyó su carrera deportiva y donde residió junto a la infanta Cristina y sus cuatro hijos antes de trasladarse a Washington. También explicó cómo conoció la sentencia firme: se encontraba almorzando en Ginebra con la infanta cuando su abogado, Mario Pascual, le comunicó el fallo, que le otorgaba cinco días antes de ingresar en prisión. En ese momento tenía dos hijos en Rusia y los menores en Ginebra, a quienes hizo regresar.
Urdangarin sostuvo que el ingreso en prisión, tras ser condenado a seis años, fue el momento más duro del proceso. Describió el impacto del encierro, la pérdida de comunicación y la sensación de aislamiento. Reconoció que durante los primeros tres meses atravesó un “bucle negativo”, marcado por el llanto y la incapacidad de gestionar la situación. “No le deseo a nadie la cárcel”, afirmó.
Con el tiempo, dijo, estableció rutinas que le permitieron adaptarse. Explicó que mantenía horarios fijos, entrenaba diariamente en el polideportivo del centro y que contó con una bicicleta estática autorizada por el juez de vigilancia penitenciaria. El deporte, señaló, actuó como un apoyo fundamental, al igual que la escritura, que adoptó por recomendación para ordenar sus pensamientos y registrar su experiencia.
El exdeportista recordó también el impacto de la pandemia, que vivió desde prisión en un contexto de miedo generalizado y restricciones. Aseguró que, pese a la imposibilidad de recibir a muchos amigos y familiares, le sorprendió el apoyo de desconocidos que le enviaban cartas y libros con regularidad. Valoró la actitud del personal penitenciario, que, según dijo, era consciente de la dureza del aislamiento.
La dureza de reintegrarse
Sobre su proceso de reintegración, relató que participó en un curso de bienestar emocional y comenzó estudios de Psicología en la UNED. Más tarde, durante su paso por el centro Don Orione y posteriormente con el tercer grado, inició actividades laborales y pudo pasar más tiempo con su madre, de 90 años, a quien definió como uno de sus principales apoyos. Sus hijos, añadió, comprendieron la situación que atravesó.
Urdangarin afirmó que la prisión le permitió conocerse a sí mismo y preparar una nueva etapa, aunque admitió que perdió “mucho tiempo” y que la ruptura con la infanta Cristina fue lo que más le afectó. La definió como “uno de los amores de mi vida” y aseguró que sigue sintiendo un gran afecto hacia ella. También sostuvo que, tras salir de la cárcel, sufrió estigmatización y dificultades para que los demás reconocieran su cambio personal.
En la actualidad, explicó, trabaja en un proyecto orientado a acompañar a deportistas, directivos y empresas en procesos de mejora personal, experiencia que asegura haber aplicado primero en sí mismo. Basté cerró la conversación con un libro de Viktor Frankl, recomendado a Urdangarin, que este vinculó con la importancia de contar con apoyo en los momentos más complicados. Para él, dijo, el objetivo es “adaptarse a las circunstancias y tratar de ser mejor persona cada día”.


