El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se ha metido de lleno en la cuestión de Eurovisión y la presencia de Israel en el certamen, que estuvo a punto de ganar gracias a un televoto sobre el que crecen las sospechas.
Después de que la canción de Yuval Raphael estuviera muy por detrás con los votos del jurado, el voto realizado desde los teléfonos puso al país en segunda posición de la clasificación final, una escalada que parece tener detrás cosas más allá de los propios méritos musicales.
Ese asunto, propio del mundo televisivo y musical más comercial, ha dado el salto a la política y a la geopolítica. Respecto a lo segundo, porque igual que ocurre con otros eventos, supone la creación de marca, de relaciones públicas, para el país israelí, enormemente cuestionado por la ofensiva en Gaza. Mientras se celebraba el concurso, Israel siguió con los bombardeos. Ahora, ha pedido la evacuación de la segunda ciudad más grande de Gaza, Jan Yunis, tras comunicar que lanzará un "ataque sin precedentes" en su batalla contra Hamás.
En esas, Pedro Sánchez ha continuado con su posicionamiento respecto a Israel. En el Congreso, ya se refirió al país como "Estado genocida", lo que levantó las críticas al otro lado del Mediterráneo. Y este lunes ha pedido abiertamente que se vete la presencia de Israel en el concurso de Eurovisión.
"Nadie se llevó las manos a la cabeza cuando se inició la invasión de Rusia a Ucrania y se le exigió la salida de competiciones internacionales y no participar en festivales culturales como Eurovisión. Por tanto tampoco debería hacerlo Israel", ha dicho el presidente.
Este es un caso de "dobles estándares", en palabras recogidas por Público del presidente al finalizar un acto en Madrid. Porque ciertamente el país ruso se vio fuera del propio concurso musical, donde habitualmente era uno de los favoritos. Pero la guerra de Ucrania significó el veto.