La semana pasada, en una decisión sin precedentes, Telecinco confirmaba la cancelación de Gran Hermano por el batacazo en las audiencias. Un hecho insólito en sus 25 años de trayectoria que han llevado al reality a eliminar a concursantes de manera precipitada para terminar cuanto antes el programa.
Dentro de la casa, los propios concursantes han comenzado a percibir la anomalía. Patricia expresó su desconcierto al preguntarse: “¿Qué van a cortar la edición, o qué? Tía, ¿qué somos, unos paquetes?”. Unas palabras que ponen en evidencia que el concurso ha saltado por los aires.
Cambio de rumbo y final adelantada
Cristian también mostró sus sospechas ante los movimientos de la organización, al comentar que "aquí pasa algo. ¿Crees que por algún motivo se tiene que adelantar la final del programa?”. Estas impresiones coincidían con la secuencia de expulsiones consecutivas que han reconfigurado el concurso en apenas unos días.
El domingo, el presentador Ion Aramendi anunció que este jueves comenzará la “recta final”, acompañada de una nueva expulsión y de más nominaciones. La cadena ha puesto así en marcha un proceso de desalojo acelerado, motivado por la urgencia de cerrar la edición antes de lo previsto.
Rocío y Desirée, firmes en una edición marcada por las prisas
En este escenario de recortes y salidas encadenadas, las dos concursantes jerezanas, Rocío y Desirée, han logrado mantenerse entre los últimos supervivientes del reality. La primera de ellas, a diferencia de otros compañeros, aportó una visión menos pesimista sobre el drástico acortamiento del formato. La concursante sugirió incluso la posibilidad de sorpresas al afirmar: “A lo mejor hay repesca o entra gente nueva. ¿Tú no crees que nos comemos las uvas aquí?”.
Con el programa entrando en su tramo definitivo y con la audiencia en el centro de todas las decisiones, las dos jerezanas siguen con posibilidades de hacerse con el premio final de 300.000 euros.





