Lo que empezó siendo una panadería, heredada desde 1890 como tradición familiar, se ha convertido en una referencia ineludible en la empresa familiar y en la gastronomía de la provincia de Cádiz. Una herencia centenaria que no está reñida con la innovación, como demuestra que Antonia Butrón, desde el origen en su pequeño obrador de la calle Palmarete de Chiclana, no pare de ofertas nuevas creaciones.
La última está arrasando esta Cuaresma. Al dulce típico de estas fechas, la torrija, le ha incorporado natillas artesanales a base de ingredientes naturales: yema de huevo, leche, ralladura de limón, azúcar y un toque de canela.
Una delicia, que se suma a las habituales torrijas de leche, vino de Chiclana y naranja con azahar, que ya puede adquirirse en sus establecimientos de Chiclana, Cádiz y San Fernando. Las nuevas torrijas de natillas se venden por unidad a un precio de 2,25 euros.
La empresa proviene de una estirpe de panaderos durante varios años, siendo ya la cuarta generación. Su madre, Antonia Butrón, persona inquieta e innovadora, tuvo la idea de hacer una empanada, hoy estrella de la casa: la de jamón, queso y dátiles. Y ahí se obró, y nunca mejor dicho, la magia.
En Cuaresma, todo se amplifica en esta enseña gaditana y los productos se multiplican: las teleras de bizcocho —con masa madre, ingredientes naturales y respetando la receta tradicional de la abuela— o los rosquetes de Cuaresma de Antonia Butrón, con naranja o pepitas de chocolate.
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