Un sinfín de texturas, aromas y sabores conforman los platos de la comida india. Una propuesta para el paladar que aterrizó en El Puerto en el año 2015. El restaurante Jaipur fue el primero que dio a conocer la esencia de la gastronomía del Medio Oriente en la localidad portuense —y casi que en la provincia de Cádiz—, aunque su dueño, Aamar Shahzad, ya llevaba en la ciudad más de diez años.

“Llegué aquí con mi familia, mis padres y mis hermanos, y con el tiempo surgió la idea, le pedimos ayuda a un familiar que ya estaba en este negocio y dimos un paso adelante”, comenta el cocinero procedente de Pakistán, que añade que “la gente estaba esperándolo porque no existía, ni aquí ni en ningún municipio de alrededor”.

El restaurante situado en la calle Pozos Dulces, a la entrada de la localidad y junto a la ribera del río Guadalete, debe su nombre a la ciudad de Jaipur, capital de Rajastán construida con estuco y arenisca en el sur de India. Toda la arquitectura de este enclave es de color rosa y alberga entre sus emblemas el Palacio de los Vientos con 953 ventanas, imagen que decora los recovecos de este local.

“En aquella época, no dejaban salir a las mujeres a las calles entonces ellas se acercaban a estas ventanillas y miraban para afuera. Nos gustó la idea de exaltar a esta ciudad turística e histórica”, expresa Aamar que ya había trabajado en locales de comida rápida antes de abrir su primer restaurante.

El dueño, Aamar Shahzad, preparando un plato de pollo tikka masala. FOTO: MANU GARCÍA

Este rincón que traslada a los comensales al corazón de la India cuenta con una carta muy amplia y variada que aporta a los curiosos nuevas sensaciones. En ella destacan la comida vegana y vegetariana, que según su dueño son clientes muy asiduos, y los platos halal, una de sus especialidades. El pakistaní explica que “cuando nosotros llegamos aquí, no existía ningún local donde comprar la carne, ahora estamos 100% certificados, traemos productos Jalal para darlos a la comunidad musulmana que solamente puede consumir este tipo”.

Además, el restaurante Jaipur ofrece una gran variedad de platos como el pollo tikka masala o el korma, los currys de cordero, o diferentes nan, una pieza de pan redondo recién horneado. “La comida india es de colores, como su ropa y su industria de Bollywood en la que también puedes ver colores vivos y resaltantes”, señala Aamar que asegura que en su mesa “cada plato sería distinto en sabor y en color” y reconoce la comida que llevan “nada más verlo”.

Las opciones gastronómicas de India son llamativas no solo para el sentido de la vista sino también para el gusto. Las especias se convierten en un atractivo que despierta la curiosidad de aquellos que se acercan a Jaipur. Según el dueño, “la gente que ha viajado y ha estado fuera, en ciudades grandes, quiere conocer otras culturas y se atreve a probar cosas nuevas”. Además, comenta que muchas personas que conocen este tipo de comida “con una variedad enorme” les piden platos que no están en la carta.

Platos de pollo tikka masala, nan y arroz basmati. FOTO: MANU GARCÍA

Jenjibre, anís, cardamomo o cúrcuma son algunas de las especias que se utilizan en este restaurante donde la cultura hindú rebosa por las paredes. “Son ingredientes básicos que no pueden faltar en la cocina india y son muy buenos para la salud”, sostiene Aamar desde una de las mesas del pequeño local.

El dueño de Jaipur quiere romper con el tópico de que toda la comida india es muy picante, “no es así, hay de todo, también hay platos suaves”. Está en manos del cliente elegir el grado concreto de picante que desea en su pedido. Los más aventureros pueden optar por las hierbas extremadamente picantes, pero también es posible degustar platos sin especias.

Después del almuerzo o la cena, los curiosos podrán tomar el té. El dueño relata que en India “tomamos tés como aquí el café, tenemos el famoso té pakistaní, hecho con jenjibre, y otros tipos con leche”.

Desde que abrieron el restaurante, Aamar reconoce que “el resultado ha sido bueno”, sin embargo, lamenta las dificultades que ha supuesto la obra del aparcamiento de Pozos Dulces para la hostelería de la zona. Un proyecto que lleva estancado más de cinco años y que ha provocado el hartazgo de los comerciantes y hosteleros. “Los negocios que estaban al lado nuestra cerraron, ya no podían aguantar más”, afirma el dueño, que solicita a los responsables municipales la finalización de las obras.

“Todavía seguimos igual, la calle estaba cerrada, no había paso, no dejaban entrar a los peatones y porque no podían seguir adelante, además la valla te quita la visibilidad desde la carretera. Las personas que ya te conocen vienen y al final aparcan donde sea para acceder, pero es duro, no es lo mismo que estar al pie de la calle”, expone Aamar.

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Patricia Merello

Titulada en Doble Grado en Periodismo y Comunicación audiovisual por la Universidad de Sevilla y máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense de Madrid. Mis primeras idas y venidas a la redacción comenzaron como becaria en el Diario de Cádiz. En Sevilla, fui redactora de la revista digital de la Fundación Audiovisual de Andalucía y en el blog de la ONGD Tetoca Actuar, mientras que en Madrid aprendí en el departamento de televisión de la Agencia EFE. Al regresar, hice piezas para Onda Cádiz, estuve en la Agencia EFE de Sevilla y elaboré algún que otro informativo en Radio Puerto. He publicado el libro de investigación 'La huella del esperanto en los medios periodísticos', tema que también he plasmado en una revista académica, en un reportaje multimedia y en un blog. 

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