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Dicen que no sabes lo fuerte que eres hasta que ser fuerte es tu única opción. La puñetera crisis económica se llevó por delante de un plumazo nuestra bien ganada estabilidad, una preciada seguridad y la ansiada comodidad. Pero a cambio, a más de uno nos sacó de pura necesidad ese gran emprendedor que llevábamos dentro y del que desconocíamos casi todo.

Quién iba a decirle, por ejemplo, hace un lustro a Fran Campoy, arquitecto de profesión que se ganaba muy bien la vida como gerente de promociones inmobiliarias, que iba a volcar todos sus conocimientos profesionales y sus esfuerzos en su gran pasión desde niño: los helados.

Desde siempre Fran sintió pasión por este alimento. Por su composición, por el etiquetado. En cuanto se interesó profesionalmente por un sector diametralmente opuesto al que se había dedicado hasta entonces, no dudó en viajar a Italia para ampliar conocimientos, beber de la fuente e investigar en sus métodos de elaboración más clásicos y artesanales. Allí contactó con proveedores, localizó maquinaria adecuada y dio con recetas que son la base de su modesto pero prometedor negocio. También en Madrid entró en contacto con familias heladeras de muchas generaciones que le dieron generosamente algunas claves de las que tomó buena nota. Fue una etapa de agotadora actividad que, además de absorberle sus pocos ratos libres y los fines de semana, acababa diariamente más allá de las cinco de la mañana buscando completar información a través de Internet.

Así, en 2015 nace Margarita La Fresca. Y lo hace en Rota, el lugar donde Fran había disfrutado desde siempre de inolvidables veranos. Nacido en Jaén, criado en Sevilla y residente en El Puerto, en la villa roteña ha encontrado la cuadratura perfecta de su círculo. Desde su privilegiada esquina de la calle Higuereta con Aviador Durán, es testigo de la habitualmente tranquila vida diaria de la localidad.

Tuve conocimiento de la excelente labor que llevan a cabo hace justo un año, con motivo de la segunda edición de GastroBlogs Cádiz, celebrada en el restaurante La Baska, de mi admirada María José Carvajal, que lamentablemente cerró sus puertas hace sólo unos meses. Como tantas otras veces, la descubridora de esta gran revelación fue mi queridísima vecina de Gastrovoz, Pilar Ruiz Rodríguez-Rubio. Con su olfato infalible, nos descubrió otra forma de disfrutar del helado. Más artesanal, natural y auténtica. Recuerdo que probé uno de pera que elevaba a la enésima potencia el incomparable sabor de mi fruta favorita. Y otro de aceite de oliva que reconozco que no me atraía mucho probarlo, pero que me hizo apartar cualquier prejuicio para acabar rendido a su original y exquisito sabor.

La cita se hizo esperar, pero llegó. Reconozco que me puede más el salado que el dulce, pero en general me descubro ante todo lo que merezca la pena. En Margarita La Fresca hay una base muy importante: el trabajo y la investigación. A base de mucha prueba-error, de la rebotica de la heladería salen verdaderas filigranas. A Fran no paran de bullirle ideas en la cabeza. Fruto de esta inquietud es la extensísima carta con combinaciones que van saliendo para ir dando entrada a otras.

El día que quedamos ha ideado su penúltima ocurrencia. Por un lado, un helado de cerveza artesanal Maier (la primera cerveza 100% artesanal producida en Cádiz) con una selección de frutos secos y chocolate con leche crujiente. La combinación de la cerveza con el pistacho, las avellanas catalanas y el chocolate con leche crujiente hacen de este helado un producto original, divertido, delicioso y con multitud de matices. La otra genialidad es un helado de queso parmesano con mermelada de tinto de Conil y guayaba. Es puro y potente queso artesano y con la mermelada y la guayaba protagoniza una atrevida combinación con un felicísimo final, sin duda.

En plena temporada alta, la tercera que vive ya al frente del negocio, Fran observa con orgullo cómo las chicas que atienden el local en pleno centro peatonal de Rota no dan abasto ante un público de todas las edades que se abalanza sobre el irresistible mostrador de Margarita La Fresca.

Fran presume orgulloso del diploma que le acredita como mejor local de restauración de Rota en 2017 de Tripadvisor. Es su pequeño y gratificante triunfo al que no quiere ponerle techo. Mejor así. Piano, piano. Máximo cuando empezaba a recoger lo sembrado y no dejaba de recibir propuestas profesionales relacionadas con su anterior ocupación. En concreto hubo hace meses una irrechazable, pero que acabó descartando por dos motivos de peso: su familia y Margarita.

Pero sigamos hincando la cucharilla en las atrayentes montañas de helado de todos los colores, sabores, texturas y combinaciones posibles. Aquí no hay cabida para grasas hidrogenadas ni aceites de palma, razón por la que no se hacen ni helados de bollería. Ni de donuts ni de pantera rosa, a pesar de la insistencia de la clientela.

Aspecto del local, muy acogedor.

Leche, azúcar y el ingrediente en cuestión. No busquen más porque no lo hay. Ni menos. La sensación que experimento delante del mostrador de la heladería debe ser la misma que la de un niño en una tienda de caramelos. ¿Por dónde empezar? En helados soy bastante clásico: chocolate y vainilla. Sin embargo, decido dejarme llevar. A la postre, nunca mejor dicho, es lo mejor.

El recuerdo a la tarta de cumpleaños que le hacía su abuela cuando niño, la tarta de la yaya, es emocionante tanto por el detalle como por su sabor. Yo también tenía una abuela que me hacía tartas de chocolate por mi aniversario, y esta de Margarita seguro que reúne todos los sabores de todas las tartas de nuestras abuelas. Es de chocolate y galletas, pero lo mejor es probarla para salir de dudas. Colosal.

Como el helado de American Pie, la tarta por excelencia en los Estados Unidos. Este helado, que nació como un guiño a los muchos estadounidenses que pululan por la localidad, al igual que el de crema de cacahuete, llegó a prueba pero acabó quedándose. Causa furor entre la colonia norteamericana de la base de Rota, pero también entre la clientela española. El helado no puede ser más fiel al dulce, notándose desde la harina, la mantequilla y el azúcar glas de la masa hasta las manzanas verdes, la canela molida, el azúcar moreno y el extracto de vainilla del relleno. Tanto un helado como otro están un peldaño por arriba tanto por su originalidad y resultado final como por su sabor.

Aun así, no se quedan muy atrás otras delicias, como los de mango o fresa. En ambos casos mejoran a la fruta. Lo ideal sería un helado sin azúcar añadido, pero según me explicaba Fran, al congelar la masa, el sabor decae, debiendo tener una dosis mínima que le añada dulzor para que mantenga toda la credibilidad.

El de leche merengada tiene también lo mejor de la leche, la canela, la cáscara de limón y el azúcar. De diez. Como el de Pedro Ximénez, un homenaje al rey de los jereces dulces con permiso del moscatel y del cream. El de stracciatella es también notable, al igual que el de nata con nueces y caramelo y el de tarta San Marcos. Ardo en deseos de probar el de napolitana, que debe abrigar lo mejor de estas deliciosas galletas de canela típicas de Italia, pero he llegado al límite. Tan sólo puedo catar las granizadas de naranja y de limón. No tienen nada que ver con ninguna de las que haya probado hasta ahora. Es una naranjada y una limonada granizada, tal cual, el toque justo de dulzor y nada de aditivos, en la línea del resto de la carta.

Para redactar este artículo con conocimiento de causa me he contentado con las cucharillas de plástico y de colores de toda la vida. Sin embargo, el cliente puede disponer de diferentes envases que van desde las tarrinas pequeña, mediana y grande (a 2,50, 3 y 3,50 euros, respectivamente), hasta los cucuruchos de toda la vida (a 1,50, 2, 2,50 y 3 euros) elaborados allí mismo con la misma plancha con la que se hacen los gofres; pasando por la tulipa, a 4,50, los batidos de helado (3,50 el mediano y 4,50 el grande), los frappes y los smoothies de fruta. Asimismo, ofrecen envases para llevar. Desde el de medio litro, por 6,50, hasta el de litro, justamente por el doble.

Calidad aparte, lo natural y lo social van unidos de la mano en la filosofía del negocio. Margarita la Fresca se muestra sensible con la problemática social de la localidad que la acoge. Así, sirven helados al comedor social y crean un helado solidario en la carrera contra el cáncer cuya recaudación va a parar íntegramente a la lucha contra esta enfermedad. Bajo las premisas de calidad, salud y originalidad, el proyecto de Margarita La Fresca promete seguir dándole a Fran tantas satisfacciones como trabajo. Es lo natural.

Heladería Margarita La Fresca. Calle Higuereta, 52. 11520 Rota (Cádiz). Abierto todos los días desde la una de la tarde hasta la una de la madrugada.

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Eugenio Camacho

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