La hora del té

Capítulo XIII de 'Constelación gastronómica'

Hora del té.

De pequeña siempre fui de colacao y de ahí pasé al café. Me costó tiempo introducirme en el mundo de las infusiones y tés, pero una vez que se descubre y aprendes a tomarlo sin azúcar (cambia muchísimo el sabor), engancha. En este sentido, mis tías Paqui y Gracia han sido fieles a tu taza de té por la tarde, y desde siempre, recuerdo que lo ofrecían cuando llegabas a su casa.

No sé si esta vinculación empezaría por la estancia de Gracia en Inglaterra, pero lo cierto es que desde que tengo uso de razón, han sido muy aficionadas a tener una buena selección de tés en casa, y a hervir una rama de canela en el agua para que este aroma se fusione con el sabor del té.

Sin duda, es el toque que marca la diferencia. Me encanta el té negro, y con Grace conocí el Earl Grey, que lleva bergamota y le da un toque cítrico genial. La única ocasión en la que me encanta el té con sus buena dosis de azúcar blanca, es en Marruecos, lugar que siempre te recibe con un vasito de té a la menta.

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