El sol de mayo que se adivina en el escaparate de El Boliche apunta a Latinoamérica tanto como su nombre y desde un pequeño local de la calle Parlamento en Cádiz, uno puede viajar a Uruguay a través de su gastronomía. Sebastián Gentille e Irene Barroso, uruguayo él, gaditana ella, son los dueños de este establecimiento que acaba de cumplir dos años con la satisfacción de haber tomado la decisión adecuada y lanzarse a la hostelería con una propuesta sencilla pero de calidad: pizzas y empanadas uruguayas.

"Podrá haber mejores o peores pizzas en Cádiz, pero las nuestras son diferentes", explica Sebastián. Para empezar, por su forma, pues son cuadradas, y por la masa, de casi un centímetro de grosor. Sebas, como le conocen, es hijo de padre italiano y de madre argentina, nieta de gallegos, así que la cocina mediterránea, que es fundamental en la gastronomía uruguaya, está muy presente también en sus creaciones. "Nos distinguimos además por la combinación de sabores que hacemos". Como por ejemplo, la pizza Casapueblo, con mozzarella fresca, pesto, parmesano y nueces, la pizza Para vos, con tomate natural, guacamole y parmesano o la Gourmet, con foie, jamón ibérico y confitura de higos.

"También tenemos las más tradiconales pero nos gusta introducir alimentos que no suelen incluirse en las pizzas más comerciales". Como buen descendiente de italiano, sabe que las pizzas "no sólo son finas y redondas". "En Nápoles por ejemplo también son cuadradas y con una masa similar a la nuestra". Las empanadas sí son más homogéneas porque se las traen de un obrador de Algeciras en donde las hacen unos chicos argentinos y uruguayos. "Diríamos que son empanadas rioplatenses", en clara alusión a esa relación entre Uruguay y Argentina.

Como la de Cádiz con Montevideo, de donde es oriundo Sebas. "Los gaditanos son muy parecidos a los urugayos y compartimos, además, el Carnaval", dice mientras reflexiona sobre su vida en Cádiz. En España desde hace 18 años, Sebas ha trabajado siempre en el mundo de los hoteles pero dedicado, sobre todo, a tareas de administración. Estando en Salamanca, aprendió cocina en el restaurante del hotel de un amigo suyo y descubrió que era su pasión. "Aunque no es lo mismo hacer pizzas que cocinar en la cocina de un hotel, es un trabajo que me encanta y que se me da bien". Eso se lo confirman sus clientes, muy particulares también por las características del establecimiento.

El Boliche es un establecimiento para recoger, con un horario determinado (de 13.00 a 16.00 y de 21.00 a 23.30 de martes a domingo) y no tiene servicio a domicilio. "Nos lo han pedido mucho pero de esta manera yo controlo el producto al cien por cien". El 90% de la clientela es del barrio y turistas pero "también tenemos clientes que vienen expresamente de Cádiz centro o de La Laguna" y sólo con el boca a boca. "Nuestra filosofía es de la trabajar para vivir y no al revés". Y la fórmula, funciona, tanto que han sido reconocidos con el certificado de excelencia de Tripadvisor.

"Me da pena no habernos venido antes a Cádiz", cuenta Sebas. "Vivíamos en Castelldefels pero aquí en Cádiz no había muchas oportunidades laborales". Así que "nos lanzamos a la aventura y no nos arrepentimos. Nos ha salido bien".

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Vanessa Perondi

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