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Azrael gobierna por encima de la muerte y la vida después de la propia muerte. Tiene el título del ángel de la transición porque ayuda al ser humano en el difícil paso de la muerte. No requiere que su ayuda sea solicitada para ayudar. Él simplemente está allí, incluso para muchos de los que no creen en su existencia.

 

Según cierta leyenda, Azrael está continuamente escribiendo los nombres de las personas que nacen y borrando los de las personas que mueren. Para la teología islámica, Azrael (nombrado como “Azrail, Azaril, Azariel o Izrail”) será el último ser en morir (muerte previa al Juicio Final).

 

En opinión de los hebreros, Azrael es un espíritu, y este ser asume una forma dependiente de las creencias propias, actos y fe. Para el hombre honesto y correcto, él, aparece a su hora de la muerte como un bello arcángel, si es pecador, será en forma horrenda y macabra. También, y lo más seguro, ante su visión, podemos morir de miedo.

 

Azrael guarda en un rollo o viejo pergamino escrita toda la humanidad, en el que los nombres del condenado son un círculo oscuro, opaco, y los nombres del bendito está luminoso. Cuando el día de una persona va acercándose a su muerte, una hoja con su nombre se cae. Después, justo pasados cuarenta días de ese acontecimiento, Azrael debe separar el alma del individuo de su cuerpo y acompañarla hasta su destino.

 

Azrael no pertenece al cristianismo actual: ni al católico ni al protestante, no al menos a nivel oficial o canónico. Por ello, si algún cristiano cree en Azrael, esa creencia es más una realidad de fe personal, extrabíblica y no-oficial. Hubo un tiempo que sí tenía importancia para los cristianos católicos, manteniendo espacio físico junto a los Santos Óleos, aunque apartado, y en secreto.

 

En la iglesia San Miguel, en Jerez, existe una peculiar trampilla (en la sacristía), que conduce a un habitáculo en donde al adentrarnos en este, no podemos dejar de sentir el dolor y el miedo ahí metido. Pocos saben de su origen real, aparentemente se emplea hoy día solo para guardar cirios. Lo cierto, o no cierto, bajo la sacristía, podemos encontrarnos con Azrael, antes de tiempo, aunque es mejor no tentar nuestra suerte.

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Eduardo Arboleda Ballén

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