A bordo del velero de un jerezano que dio la vuelta al mundo y pisó "islas desiertas"

Javier Soto alquila en Puerto Sherry esta embarcación llamada Pacani III en la que navegó durante tres años y nueve meses explorando Panamá, Eritrea, Sudán, Egipto o Islas Galápagos

El jerezano Javier Soto en el velero en el que dio la vuelta al mundo.
El jerezano Javier Soto en el velero en el que dio la vuelta al mundo. MANU GARCÍA

“¿Hasta dónde se puede llegar con este barco?”, preguntan muchos curiosos a Javier Soto Díez, jerezano de 60 años propietario de uno de los veleros atracados en Puerto Sherry. No es uno cualquiera, este seguro que puede alcanzar lugares del planeta recónditos. Ya lo hizo hace casi 30 años cuando dio la vuelta al mundo de forma inesperada. Nadie sabe que esta embarcación guarda una historia que la hace especial hasta que Javier la cuenta.

Desde el barco de 13 metros de eslora, agarrado al timón, revive en su memoria la “aventura” que inició en 1994, cuando lo compró de segunda mano en El Masnou, Barcelona. Su idea era navegar hasta El Caribe con tres amigos y pasar allí una temporada. Pero la locura llegó a más. “Solía navegar en un barquito por la Bahía, pero no tenía experiencia en la navegación de altura. Tuve esa inquietud, surgió el momento adecuado para poderlo hacer y lo aproveché”, comenta.

Javier durante la entrevista con lavozdelsur.es.
Javier durante la entrevista con lavozdelsur.es.   MANU GARCÍA

Poseído por el espíritu de Fernando de Magallanes, Javier aparcó su trabajo en el sector agrícola para vivir un periplo que jamás olvidará. Experiencias a bordo de Pacani III, nombre que ya estaba grabado en la proa cuando lo adquirió, y que quiso conservar porque “dicen que cambiar el nombre a los barcos da mala suerte y yo la necesitaba”.

Al jerezano se le ocurrió contactar con una productora de televisión para plantear la grabación del viaje, y esta, ya experimentada en obras sobre navegantes, aceptó. “La idea era que nos subvencionara, nosotros no teníamos dinero para eso y con los documentales íbamos pagando costes”, explica.

El primer documental de los quince que realizaron se desarrolló en San Blás, Panamá, destino que les costó un mes en medio del mar. “Cumplí los 33 cruzando el Atlántico”, dice Javier que se sumergía en la cultura de cada isla en la que paraban con las cámaras.

Detalle del jerezano agarrado al timón.
Detalle del jerezano agarrado al timón del velero.   MANU GARCÍA
Javier cuenta la aventura que vivió en los noventa.
Javier cuenta la aventura que vivió en los noventa.   MANU GARCÍA

En un pequeño espacio con tres camarotes dobles y dos cuartos de baño, se enfrentó a la inmensidad. Y contra viento y marea sus ojos contemplaron rincones desconocidos. “Llegamos a islas totalmente desiertas y paradisíacas que probablemente hoy estén llenas de hoteles y resorts. Sitios auténticamente vírgenes”, expresa el jerezano, que fondeaba en calas en las que solo estaban ellos.

Desde El Caribe, le surgió la oportunidad de seguir dando la vuelta al mundo y no se negó. Continuó con un amigo profesional de la vela que se desplazó a Singapur y, posteriormente, otro le dio el relevo hasta que llegó a Nueva Zelanda. País en que debía parar en una fecha concreta para esquivar la época de los huracanes.

"Cumplí los 33 cruzando el Atlántico"

Sin móvil ni GPS Plotter, los navegantes recurrían a los libros y a las cartas de navegación. Incluso algunas fueron elaboradas manualmente porque no existían. “Llevaba un sistema de navegación que nos permitía mandar Fax y Télex. Le enviaba a la productora el recorrido que iba a hacer y las fechas previstas. Pero si ellos no llegaban, seguía mi camino hacia Nueva Zelanda”, sostiene desde el interior del barco.

El jerezano en el interior de la embarcación junto a un libro de recuerdos.
El jerezano en el interior de la embarcación junto a un libro con recuerdos.   MANU GARCÍA

 

Documental en el que aparece el Pacani III.

En este país de Oceanía, donde el velero permaneció parado cuatro meses —mientras los fenómenos meteorológicos amainaban— su vida volvió a dar un giro. Conoció a la que actualmente es su mujer. Se enamoraron y se embarcaron juntos para continuar el periplo de vuelta a Jerez. Con una sonrisa en la cara, Javier recuerda el día en que organizaron su boda en alta mar.

“Cuando íbamos por Islas Marquesas, estábamos aburridos y decidimos decorar el velero. El resto creyó que estábamos recién casados y nos mandaron botellas de champagne. El armador de un barco impresionante nos invitó a una cena y nos despidieron con fuegos artificiales”, cuenta a lavozdelsur.es señalando una foto de un libro cargado de recuerdos.

En 1998, tres años y nueve meses después de que zarpara, regresó a su tierra natal cargado de vivencias. Rodeado de máscaras procedentes de Vanuatu, Indonesia o Papuá Nueva Guinea, señala el mapa de El Caribe que le acompañó durante la aventura.

El velero se encuentra en el pantalán de Puerto Sherry.
El velero se encuentra en el pantalán de Puerto Sherry.   MANU GARCÍA
Javier estuvo tres años y nueve meses viajando en este barco de vela.
Javier estuvo tres años y nueve meses viajando en este barco de vela.    MANU GARCÍA

Ya ha perdido la cuenta del número de islas, países o ciudades que ha pisado. Desde Islas Galapagos, Sociedad (Bora-Bora, Moorea), Tuamotu, Tonga, Sri Lanka, Maldivas hasta Djibuti, Eritrea, Sudán, Egipto o Turquía.

“Cuando volví, durante mucho tiempo me costó trabajo dormir. Me despertaba continuamente por la noche”, dice Javier, que después de destinarlo a uso personal, optó por alquilar el velero “para sufragar los costes, mantener un barco hoy en día es carisimo”.

"No me quiero deshacer de él"

Y en sus planes no entraba venderlo. “No me quiero deshacer de él, esto se queda dentro”, comenta echándole un vistazo. Para él, es inevitable no tenerle cariño a esta embarcación de la que disfrutan durante la temporada estival muchas familias -”durante una época, muchas despedidas de solteros”. En julio y agosto, “está a tope” ya que realiza salidas diarias con un patrón por la Bahía de Cádiz.

La brisa acaricia la vela de este barco que ha surcado mares del mundo, protagonizó la serie documental Andaluces y Navegantes, y sigue contemplando amaneceres desde El Puerto.

Sobre el autor:

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Patricia Merello

Titulada en Doble Grado en Periodismo y Comunicación audiovisual por la Universidad de Sevilla y máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense de Madrid. Mis primeras idas y venidas a la redacción comenzaron como becaria en el Diario de Cádiz. En Sevilla, fui redactora de la revista digital de la Fundación Audiovisual de Andalucía y en el blog de la ONGD Tetoca Actuar, mientras que en Madrid aprendí en el departamento de televisión de la Agencia EFE. Al regresar, hice piezas para Onda Cádiz, estuve en la Agencia EFE de Sevilla y elaboré algún que otro informativo en Radio Puerto. He publicado el libro de investigación 'La huella del esperanto en los medios periodísticos', tema que también he plasmado en una revista académica, en un reportaje multimedia y en un blog. 

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