Los petardos son la forma de celebración para muchas personas. Pero nuestras mascotas a menudo lo pasan mal, viviendo fuertes episodios de miedo y ansiedad. Así lo explican expertos del Instituto Purina y del Hospital Veterinario Puchol, que coinciden en que este temor suele estar relacionado con una aversión al ruido.
Los perros tienen un sentido del oído mucho más desarrollado que los humanos, como es sabidos. Esas explosiones no solo suenan más, sino que no conocen su contexto, lo que multiplica su imprevisibilidad. Pasa con las propias personas cuando no poseen un desarrollo cognitivo completo: desde algunas personas con discapacidad hasta bebés o muy mayores. Sabemos que se sienten mal. En este caso, reordenamos algunos consejos ofrecidos por expertos veterinarios.
Primero hay que entender que el miedo a los petardos se manifiesta de múltiples formas. Entre las más habituales están los intentos de huida, los temblores, el jadeo o incluso la orina y las heces dentro de casa. También es frecuente observar un lenguaje corporal muy tenso, como cuerpo encogido y cola baja, así como inquietud constante o, en casos graves, bloqueo total. Algunos casos llevan al perro a comportamientos obsesivos, como rascarse sin parar y hacerse daño.
Me tenéis al perro atorado todos los hijos de puta que estáis tirando petardos, así perdáis la mano cabrones pic.twitter.com/XFyXDc52uL
— Samuel (@SamuRocks_41) December 31, 2023
Los especialistas recomiendan, ante todo, mantener la calma, ya que los perros perciben el estado emocional de sus dueños. Es decir, en parte ayuda que no nos perciban nerviosos a quienes queremos ayudar. Es fundamental mantenerlos en el interior, crear un espacio seguro en casa y amortiguar el ruido con música o sonido de fondo. Un clásico llega a ser poner a todo volumen la programación navideña de la tele en esas horas post-cena. Juguetes interactivos y premios pueden ayudar a distraerlos, siempre sin forzar. Quizás puede resultar interesante colocarle una manta por encima o una camiseta, teniendo al animal cerca de nosotros para que sienta que le cuidamos, si es que va eso con su personalidad. Hay que estar muy atentos a sus señales, pero siempre transmitiéndole tranquilidad y normalidad, que el perro entienda que nosotros no estamos en una situación de peligro.
Desde Purina también aconsejan prepararse con antelación, trabajando la desensibilización progresiva con sonidos grabados a bajo volumen y asociaciones positivas. Este proceso puede durar semanas o meses. A veces los animales más veteranos pueden llegar a reconocer la frecuencia de estos petardos cada muchos meses y asumir. Pasa en barrios donde son más habituales: centros de ciudades donde hay festividades de días, ya sean petardos o tambores o conciertos: un animal puede entender que su vida no está en peligro.
Asimismo, es bueno salir a dar el paseo que le toque en los momentos de menos intensidad de esos fuegos. A veces, los perros desean volver a la casa si escuchan ese ruido. Hay que estar preparados y evitar que resulte en un intento de escape, o un tirón para quien lo esté paseando, pudiendo lesionar si el perro es fuerte. Hay que dar ese paseo con precaución y quizás sin alejarse tanto, con un plan B de vuelta.
En casos de miedo intenso, el veterinario puede recomendar suplementos para favorecer la calma, feromonas apaciguantes, prendas de compresión o, si es necesario, tratamiento farmacológico y la intervención de un etólogo clínico. Eso siempre debe hacerse con esa prescripción.
Parejo a ello están los consejos de los expertos: la importancia de la identificación. Durante estos episodios, algunos perros pueden escapar, por lo que es esencial contar con microchip y datos de contacto actualizados. Un pequeño detalle que puede evitar un gran susto.