Alrededor de 30 convocatorias de igualás se desarrollarán a lo largo de este mes. Después de dos años en blanco en todo lo relacionado con y para la Semana Santa, los capataces ya han empezado mover a su gente, preparar calendarios de ensayos y, especialmente, las igualás. De algunas que ya han tenido lugar durante diciembre, y mucho antes, la respuesta ha sido más que satisfactoria con una importante asistencia tanto de los titulares, los que ya pertenecen a las cuadrillas desde la última igualá que fue para la salida de 2019, como de aspirantes para entrar. Ahora toca poner el objetivo en la Semana Santa pero con mucha inquietud.

La alta incidencia de la pandemia se mira de soslayo pero está ahí. Nadie quiere pensar que se pueda llegar a otra suspensión.¿Que será diferente en algunos aspectos, con medidas de protección e incluso con la posibilidad —aún no planteada— de que se lleguen a acotar las calles más estrechas o se elijan otras vías más anchas? Puede ser. Queda mucho camino por recorrer y mucho que analizar hasta el mes de abril, pero por encima de todo prevalece que habrá pasos en las calles.

Con ese objetivo hay que ir preparándose. El primero en dar la cara es el mundo costalero, como cada año en este tiempo post navideño y precuaresmal. Asistir a una igualá que mira directamente a la Semana Santa llena de ilusión y expectación a los que tocan los martillos, a sus auxiliares y a la ‘gente de abajo’. Así se refleja en la convocatoria de costaleros para el paso de palio de La Amargura.
Es en la iglesia de Los Descalzos y no en la sede social de la cofradía; hay que dar más amplitud al espacio por razones obvias. En el atrio y dentro del templo empieza a reunirse la gente, en su mayoría jóvenes, que se mezclan con los más veteranos. En total casi un centenar de personas. El capataz, Martín Gómez Moreno, espera para dar comienzo la igualá. También está el hermano mayor y miembros de la junta gobierno. La ocasión lo merece; es una cita que huele y mucho a lo que está por venir.

Además de los dos años sin salir por el virus, esta hermandad acumula uno más ya que en 2019 apena si pudo pisar la calle Medina para darse la vuelta por la lluvia. En pocas palabras, quieren ser testigos del inicio de una revancha, de una recuperación y de vivir esto en un entorno de normalidad. Todos tienen puestas sus mascarillas y con los certificados de vacunación en los móviles o en papel, por si acaso. Nadie se los pide. El hermano mayor habla a los reunidos: "Ya empezamos a caminar como años anteriores. Se mantienen los ensayos previstos, dos. Siempre pendiente de lo que vayan mandando las autoridades sanitarias. Que la Amargura nos proteja y que todo llegue a buen fin".
El capataz de este paso de palio es de verbo fácil y gusta de ofrecer una charla aleccionadora a los reunidos, llamándolos a la responsabilidad que contraen; advirtiendo de las normas y que será la hermandad la que en todo momento establezca si se aplicarán otras medidas como hacerse test antes de cada ensayo o el Miércoles Santo. En esto, el capataz dice que siempre mirará a la junta de gobierno. Llega el momento de poner a un lado a los que ya forman parte de las cuadrillas y a otro a los aspirantes. Es el momento más delicado y de máxima concentración del capataz, que con detenimiento va comprobando la talla de los hombres midiéndolos desde la cerviz.

"Yo voy a déjame la vida en esto. ¡Qué alegría más grande poder empezar a trabajar!. Por lo pronto empezamos y que la Virgen nos proteja y nos dé la posibilidad de revivir todo lo que teníamos", proclama el capataz ante los ojos atentos de los que seguramente dibujan en su mente un Miércoles Santo soberbio.
Igualar a los hombres es un proceso largo; se necesita calma, concentración. Un dedo de diferencia en la altura del que se mide, marca la diferencia entre ir bien o ir ‘pasado’ de kilos, más en este palio que pasa por ser el de mayores dimensiones de la Semana Santa local. Calza 40 costaleros en sus trabajaderas y tiene una larga tradición de excelencia en el trabajo de la gente de abajo. Así pasan mucho minutos, hasta cerrar las dos cuadrillas con sus ‘picos’ que viene a ser, en el lenguaje propio, que en cada trabajadera se listan a seis o siete hombres de los seis que entran y que se alternarán bajo el paso conforme a los trabajos que el capataz le asigne a cada uno.


Se cierra la igualá del palio; el sábado será la del misterio: capítulo cerrado y a fijar los ensayos que serán los imprescindibles, dos. No hacen falta más. Y ahora toca esperar lo que colateralmente vaya llegando desde las autoridades sanitarias. Se ha pedido responsabilidad individual para hacer las cosas bien. En el contexto de una cuadrilla, la palabra compromiso es sagrada. Como dice el hermano mayor, Alejandro Aguilar, “tenemos que ir viendo cómo va evolucionando todo esto para tomar decisiones”, un planteamiento que seguramente es común entre todos los que tienen responsabilidades.
Por lo pronto se ha puesto una pica en Flandes. La gente ya está metida en el ambiente. Nadie está exento de inquietud. Todos miran a abril con enorme esperanza para que nada se tuerza y que en el atrio de la iglesia vuelva a sonar Estrella Sublime para dar la bienvenida a la grandeza de La Amargura.

Silvia Toro, un clásico en las igualás
Es la heredera de uno de esos negocios de toda la vida de Jerez. Silvia Toro, como buena comerciante, hace años vio la posibilidad de ofrecer todos los productos destinados al costalero que ha ido incorporando a su catálogo. ¿Cuál es el mejor marketing?, pues asistir a casi todas las igualás y enseñar su mercancía junto a una explicación por su parte. Silvia lleva años haciendo esto. Es ya una clásica en las convocatorias; hasta la aplauden al concluir su exposición.

Molías, costales, fajas, camisetas, pantalones, zapatos, cinturones….. todo tematizado con el escudo o colores de la hermandad. Todo lo lleva en una maleta que abre ante los reunidos y comienza una intervención muy medida para no hacer perder el tiempo al capataz: yendo al grano. Silvia Toro comenta a este medio que los dos años sin procesiones han sido terribles: "He estado a punto de tirar la toalla. Pero seguimos porque soy muy entusiasta e incansable". No solo se refiere a lo relacionado con costaleros y nazarenos, también se resiente el negocio por la suspensión de ferias y eventos de todo tipo. "Antes había que ir a Sevilla a comprarlo casi todo. Ya no, en Jerez ofrecemos todo lo que se necesita", concluye.