Walter Lübcke y los blanqueos

El desdén de la respuesta de Sánchez a su propia militancia, durante la noche electoral sobre el escenario en la calle Ferraz, anunciaba lo que estamos viviendo.

Pedro Sánchez celebra los resultados del 28A en Ferraz. FOTO: PSOE
Pedro Sánchez celebra los resultados del 28A en Ferraz. FOTO: PSOE

Madrid Central: el Ayuntamiento contra el Ayuntamiento. Prometieron desmantelarlo y no pueden, lo sabotean quitándole las multas. ¿¡Madrileños, viva la picaresca!?

Un exjuez contra la sentencia del Supremo, Un Supremo contra varias inmunidades parlamentarias. Una fiscalía contra la pregunta. Un candidato que se enfada con los que no le votan y no hace nada para que le voten. Roma grita por el orgullo de ser padres cuando el origen de su historia es la negación de la materno-paternidad. El fuego no se ha comido una central nuclear porque el viento soplaba para el otro lado, en Cataluña.

El asesinato político de origen neonazi, en Alemania, contra Walter Lübcke por dar la bienvenida a los refugiados en 2015 ha pasado relativamente inadvertido por la piel de toro, pero incluso el siglo XIX pasó de puntillas, según explicaba Walter Haubrich en la obra que escribió sobre España como vecina de Alemania. Un siglo XIX que duró 175 años nada menos. En fin. Alemania tiene un gran problema interno con sus violencias políticas. Combatieron a la extrema izquierda violenta de la RFA desde los 70 y no han podido ponerle coto a una extrema derecha violenta que lleva asesinadas a 169 personas, según informaba Tagesspiegel en septiembre de 2018. La cifra oficial del Ministerio Federal de Interior se queda en 83, desde la reunificación de Alemania, según el mismo diario. Este mismo mes, el ministro Seehofer calificaba de “muy extendido y grave desde la derecha”, el problema de la violencia motivada por motivos políticos. No se trata de desdeñar la gravedad de las violencias desde la extrema izquierda, pero las estadísticas no le asignan ningún muerto, por ejemplo, a la violencia de la extrema izquierda, y el número total de delitos es claramente inferior.

Esta violencia política es parte del contexto en el que crecen las posiciones institucionales de extrema derecha, parece que más que las de extrema izquierda. Alcanzan, en Europa, gobiernos nacionales o regionales, así como parlamentos.

La CSU se negó a cualquier tipo de cooperación o coalición con la AfD, calificada por muchos medios y políticos como ideología de extrema derecha. Hace solo unos días, cuando quedó clara la motivación política del asesinato del Sr. Lübcke, miembro de la CDU, el partido de la Sra. Merkel volvió a insistir en su prohibición interna de todo tipo de colaboración, cooperación o coalición con la AfD.

En este contexto alemán y europeo, Spain vuelve a ser very different y las colaboraciones, coaliciones y cooperaciones con el partido que la prensa europea y española califica de ideología de extrema derecha han sido tomadas con un relajo que sorprende. PP y Ciudadanos, que se autonombran partidos constitucionalistas como si fueran los únicos que defienden la Constitución, no han tenido ningún tipo de pudor para negociar y pactar con VOX, quien se atribuye igualmente un constitucionalismo que en sus propias declaraciones torna en deseo de modificar substancial y constitutivamente esa Constitución que dicen defender a ultranza. Como si otros partidos que proponen, legítimamente, modificaciones o reformas constitucionales no tuvieran derecho a estar dentro de la misma Constitución. Una vez más, la Ley del embudo, tan poco constitucional.

Además, el Sr. Rivera, Ciudadanos, ha intentado hacer creer a la sociedad española que el presidente de Francia, Sr. Macron, estaría plenamente de acuerdo con esos partos de las tres derechas españolas, cosa que además de falsa fue desmentida desde París.

La aparición de la ultraderecha ideológica en España, que antes vivía en los interiores del PP, parecería que también en Ciudadanos, y la caída bastante severa de Unidas Podemos ha dibujado un muy complicado contexto político para la investidura del nuevo presidente del Gobierno. Un contexto electoral más perverso aun por la acumulación de elecciones para diferentes instituciones políticas que en Alemania, por ejemplo, no sería constitucionalmente posible en la misma forma.

De pronto se ha roto la baraja, la ha roto el PSOE con una mayoría parlamentaria realmente precaria y quiere alzarse con el santo y la limosna del Poder Ejecutivo. No parece que a Unidas Podemos se le pueda atribuir, de ningún modo, afinidad anticonstitucional ni de riesgo involutivo, ni actitudes antidemocráticas, sino acatamiento a las Leyes y un deseo democrático legítimo de reformar la Constitución. En este contexto se me antoja escandaloso que Pedro Sánchez y su PSOE traten de recibir la clemencia electiva de unos partidos que han tenido a gala pactar con la ultraderecha que representa, ella sí, el riesgo de involución, en lugar de cerrar un Gobierno de coalición con Unidas Podemos. Un Gobierno que encontraríamos en todos los países de Europa. Pero Spain is diffrent. Pedro Sánchez se lanza a la irresponsabilidad de amenazar con unas nuevas elecciones y culpa de ello a quienes no desean regalarle un Gobierno que no ha ganado, use como quiera la lengua y la metáfora. El desdén de la respuesta de Sánchez a su propia militancia, durante la noche electoral sobre el escenario en la calle Ferraz, anunciaba lo que estamos viviendo.

 

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