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Permítanme hoy que, dentro de lo malo que supone repetir elecciones, aproveche la oportunidad para echar un vistazo a la parte activa de un proceso electoral. Me refiero, claro está, a los votantes y a su comportamiento a la hora del voto.

Según la ciencia política, son varias las variables que influyen en el comportamiento electoral. Entre estas se encuentran la identificación partidista, la ideología, la edad, el género, la etnia o la religión. El Centro de Investigaciones Sociológicas, en su encuesta preelectoral, ofrece la posibilidad de cruzar sus datos por variables sociodemográficas como el sexo, la edad, el nivel de estudios y el tamaño de municipio; y por variables políticas como el recuerdo de voto y la escala de ideología política.

Así, por ejemplo, si usted tiene más de 65 años, el partido al que puede votar con mayor probabilidad es al PP (27,5%), seguido del PSOE (19,4%), e incluso es más probable que no vaya a votar (8,7%) antes que votar a Unidos-Podemos o Ciudadanos (4,3% y 3,4% respectivamente). Sin embargo, si su edad es inferior a 44 años, la opción favorita es Unidos-Podemos.

En el caso de la variable de género, los datos aportados por el CIS no arrojan diferencias importantes. En el caso del nivel de estudios lo más destacable es que el 55,1% de las personas sin estudios se decantan por el PP o el PSOE. En cuanto al tamaño del municipio, es claro el predominio del bipartidismo de PP y PSOE en los municipios pequeños, y la influencia creciente de Unidos-Podemos a medida que crece, también, el tamaño de estos.

El CIS no pregunta en esta encuesta por las creencias religiosas del entrevistado, ni tampoco registra su etnia. No obstante, sí sería interesante disponer de datos sobre estas variables, en particular sobre el de la religión, dado que, frecuentemente, se identifica al votante conservador como practicante de la religión católica.

La última variable, y la que más me interesa, se refiere a la ideología política. La mayoritaria es la socialista con el 14,5%, seguida por la de conservador (12,8%), liberal (11,1%), progresista (11,0%) y Socialdemócrata (6,9%). El votante medio se sitúa en el 4,67 en una escala de 1 a 10 (de izquierda a derecha), es decir en el centro izquierda.

Otro dato que llama la atención es el alto índice de indecisos, un tercio del electorado según el CIS. La mayor parte de ese electorado indeciso está constituido por antiguos votantes socialistas que ahora dudan entre varias opciones. En concreto, la empresa demoscópica MyWorld, estima que hay unos tres millones de indecisos que estarían dudando entre votar al PSOE o a cualquiera de los otros tres grandes partidos.

Esto es indicativo de lo volátil que sigue siendo el panorama político y de que no está todo decidido de cara al 26-J. Pero también es todo un síntoma del sentimiento de orfandad que padecen muchos antiguos votantes socialistas. Quizás es aún demasiado pronto para regresar a la casa materna después del desgarro sufrido en la segunda legislatura de Rodríguez Zapatero, pero, por otra parte, las alternativas disponibles no les resultan convincentes.

Lo paradójico es que el fin del bipartidismo no les ha traído sino complejidad para encontrar su opción política. Aunque también es cierto que la altura de miras de nuestra clase política deja mucho que desear. De continuar así, lo más normal será seguir siendo huérfanos por mucho tiempo.

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