Vinoble, un diez clásico

Carlos Piedras, nuevo jefe de Edición y Opinión de lavozdelsur.es, en un retrato en la redacción del periódico.

Nací en Madrid, en 1965, aunque llevo exactamente media vida viviendo en Jerez. Soy licenciado en CC de la Información (Periodismo) por la Universidad Complutense. He sido jefe de la sección local del Diario de Jerez y también he trabajado en Información Jerez y el Diario Ya (época de Antena 3). He colaborado con El Mundo, Economía y Empresas, Notodo… Soy socio fundador y colaborador habitual de lavozdelsur.es. Últimamente he publicado el libro ‘Sherry & Brandy 2.0’ y he redactado el guion del documental sobre el vino de Jerez ‘Sherryland’. Todo esto ha hecho que me vaya haciendo una idea aproximada de las cosas… 

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La décima edición de Vinoble se ha presentado en Madrid con una cata celebrada en el local el Corral de la Morería, por la que han desfilado nueve de los cientos de grandes vinos que se podrán degustar y conocer en el Alcázar entre los días 3 y 5 de junio. La alcaldesa de Jerez, Mamen Sánchez, y responsables de las otras Administraciones que participan en el evento, Junta y Diputación, acudieron a arropar la presentación del salón. Los vinos del Marco de Jerez han compartido protagonismo en este aperitivo de Vinoble con otros ‘nobles’ procedentes de zonas vinícolas españolas (fondillón alicantino, cava catalán o Montilla Moriles) y otros habituales internacionales de la cita, caso de Oporto, Sauternes o Tokaj.

Está claro que Vinoble es una cita importante en el calendario bienal de Jerez e incluso se ha hecho un hueco –por su especificidad, por su originalidad- entre las ferias de la vitivinicultura española. Lo que no está tan claro es si cabe referirse a esta cita como ‘clásica’ -como recoge el titular- o adentrándonos en aguas pantanosas (nunca mejor dicho), decir que está estancada. Digamos simplemente que las bases del salón se sentaron en sus tres o cuatro primeras ediciones, en las que se afianzó un modelo que enseguida funcionó como muestra –al contar con eso que los cursis llaman ‘marco incomparable’ (ojo, que va por el Alcázar, no por el Marco de Jerez… que a su manera también lo es), un tiempo excelente (a veces caluroso y con algún diluvio que otro), interesantes catas y maridajes en un ambiente muy distendido- pero que nunca alcanzó, como pretendía en un principio, unos volúmenes significativos de negocio; es decir, Vinoble siempre fue para las empresas y consejos reguladores más una cita de promoción e imagen que otra cosa.

El modelo de la feria, en definitiva, permanece estable edición tras edición o hace tiempo que no evoluciona, a elegir por el lector el lado de la tortilla. Lo que está claro es que tras el claro bajón que supuso la salida de Carlos Delgado del comisariado (también eran otros tiempos desde el punto de vista económico), las ediciones posteriores, con algunos vaivenes (incluso un año no se celebró), han mantenido el interés de la cita pero con un evidente perfil más bajo que al principio. Rutina, pero… ¡ojalá toda la rutina fuera así!

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