Soy un viejo profesor jubilado al que le han concedido una prórroga emérita por los servicios prestados a la Universidad de Sevilla (US) durante 35 años haciendo lo que puedo por una profesión terriblemente castigada: el periodismo. Me he sentado frente a mi, también, viejo ordenador -no tan viejo como yo- a escribir un artículo sobre las elecciones a rector en mi empresa, la Universidad de Sevilla, pero les advierto que, si un periodista nunca es totalmente libre trabajando, yo no lo soy ahora del todo ya que mi condición de emérito se me concede por un máximo de tres años y cada uno de esos tres años debe contar con la aprobación de los compañeros de mi Departamento de Periodismo II. Conclusión: anda, macho, ve con pies de plomo que tu vida universitaria ya no depende de ti sino de las emociones y reflexiones que levantes entre tus colegas. Por fortuna, ahora estoy a gusto con ellos, se trata de que el hecho sea recíproco. En realidad, también yo estoy en periodo electoral, pero durante tres años.
Emérito en una ciudad de 80.000 habitantes
Ya tenemos algo que -creo- debe ser revisado por la persona que alcance el puesto que estará al frente de una institución con 80.000 personas, más que los habitantes de muchas ciudades españolas, de ahí que resulte una suerte de alcalde de una urbe imaginaria compuesta por ese número de habitantes, ojo, más familias, amigos y allegados. Eso son muchos votos tanto para la universidad como para la vida ordinaria, no me extraña que no haya visto nunca tan politizada a mi universidad como lo está ahora y con tanto grado de personalismo, algo que ha existido siempre pero que en la postmodernidad se ha vuelto casi irrespirable. ¿Por qué tanta candidatura y casi todas derivadas de una tendencia política común que en su interior está dividida?
Una candidata (Carmen Vargas) escribe en su programa electoral: “Promover medidas que permitan mayor autonomía y recursos a los centros y Departamentos”. Otra (Ana López), anota algo de máxima importancia que parece hoy olvidado en nuestra democracia: concibe una Universidad de Sevilla donde el talento y el esfuerzo sean reconocidos. Bien, esperemos entonces que la autonomía de los departamentos tenga en cuenta -por encima de todo- el esfuerzo mediante el cual se nos nombra eméritos a los viejos profesores -gracias a un concurso de méritos de la Agencia Andaluza del Conocimiento-, y la autonomía emocional y de intereses no tire por tierra el esfuerzo de toda una vida, el que hacemos todos, empezando por los viejos eméritos.
El contrato de un profesor emérito se parece al de un profesor asociado que es una persona que está ejerciendo la profesión que sea, acude a la universidad a transmitirle práctica profesional al alumnado, a tiempo parcial, y recibe un sueldo miserable, aunque cuente con dos tesis doctorales en su haber. Yo tengo discípulos así. Su contrato también es renovable año a año. Ea, ya poseen las candidaturas otro asunto más por el que trabajar. Y, ¿saben una cosa? La US está prescindiendo de esta docencia asociada cuando es ahora más necesaria que nunca sobre todo por la existencia de la Inteligencia Artificial (IA) que ha provocado en mi campo profesional -la Comunicación y el Periodismo- que lo que yo ejercí durante casi 20 años, antes de irme a la US, haya cambiado muchísimo.
Investigamos intensamente la IA en la universidad, pero eso no es lo mismo que estar todo el día utilizándola y hablando con un algoritmo o elaborando una noticia. En Italia ya hay un periódico creado en su integridad con IA, bajo la observación de seres humanos periodistas, por ahora. ¿Cómo vamos a prescindir del profesorado asociado o darle 500 euros al mes?
Durante 35 años en la US he visto, oído y vivido muchos quehaceres. Y eso sólo en mi Departamento de Periodismo II ubicado en la Facultad de Comunicación. Sólo mi ámbito académico vital es todo un mundo, ¿cómo conocer bien una universidad con 80.000 personas, esparcida por toda la ciudad en diversos campus si estamos todo el día de la ceca a la meca, pensando en cumplir con nuestra obligación de dar clases e investigar al gusto de la ANECA madrileña?
Por cierto, otra sugerencia para quienes aspiran al Rectorado: ya está bien de plegarnos a las directrices investigadoras de multinacionales y listillos gringos y chinos que han convertido en negocios a las revistas científicas mientras marginamos nuestras propias revistas del mundo hispano. ¿Qué dignidad es ésa, por ejemplo, en los procesos de selección del profesorado donde a aspirantes a los rangos iniciales de la docencia les exigimos méritos casi como a quienes desean consolidarse?
Mi colega Fernando Quirós, catedrático de Estructura de la Información en la Complutense, en las puertas de su jubilación, acaba de publicar un libro donde afirma en relación con la ANECA (Agencia Nacional de Evaluación y Acreditación): “negarse a someterse a la ANECA no es abandono: es resistencia. Es una forma de decir “no” a un sistema que premia la cantidad sobre la calidad, la obediencia sobre la crítica, el expediente sobre el pensamiento”.
Respeto, admiración, relevo
Respeto y admiro a todas las personas que aspiran a encabezar la US institucionalmente. Todos mis respetos para ellas. Sin embargo, creo sinceramente que se necesita un relevo bastante sustancial. El candidato José Luis Gutiérrez afirma en la presentación de su programa electoral que hay que superar “la forma de tomar las decisiones que, reciente y habitualmente, se ha hecho a puerta cerrada en el rectorado”. Y habla de una participación y gestión de abajo arriba, lo cual me parece hermoso pero propio de un clima asambleario muy de nuestros “progresistas” días. Se nota que ya tenemos sufragio universal, suena muy bien, pero el “nuevo” sistema es igualmente víctima de aspiraciones utópicas.
“Defendemos un cambio de rumbo frente a la inercia de modelos de gestión marcados por la continuidad automática y la ausencia de renovación crítica”, afirma la candidata Pastora Moreno. El candidato Alfonso Castro defiende lo que llama “descastización”. Y escribe: “Debe superarse, con transparencia, determinación y respeto jurídico y ético, cualquier red o práctica que obstaculice el cumplimiento de las funciones propias de la Universidad. Esta tarea no puede ser afrontada con credibilidad por quienes contribuyeron a mantenerlas o ampliarlas en etapas anteriores”. Habla incluso más claro el profesor Castro, como veremos un poco más adelante.
La politización
Creo que cuando el PSOE perdió el poder que tenía en la Junta desde 1982 y llegó el PP, aliado o no con Ciudadanos y con Vox, el PSOE miró hacia otros lugares en los que refugiarse. Y miró a la universidad de la que ya sabía mucho desde hacía bastante tiempo porque existen universidades fundadas desde las entrañas del PSOE como hay otras que detrás tienen al conservadurismo tradicional y no necesariamente son privadas.
Qué preocupante es esto cuando yo sé que, estando de rector de la US don Manuel Clavero Arévalo, siendo menda estudiante de Geografía e Historia, don Manuel llegó a llamar al gobernador civil para que la policía nacional (los grises) cumplieran un precepto “sagrado”: no violar la universidad. Sin embargo, a veces no se lograba, como en 1975, con Franco vivo, en el primer aniversario de la Revolución de los Claveles que la progresía estuvimos celebrando por todo lo alto hasta que nos corrieron a palos dentro del edificio de la antigua primera fábrica de tabacos de Europa.
Las cosas ya no son así, pero se respira la penetración y la presión ideológica en departamentos y facultades cuando en la universidad no hay nada incuestionable, nada es nada, lo voté yo en la constitución de 1978 a pesar de que acudí a la urna tapándome la nariz. Alguna que otra persona candidata a asumir la responsabilidad rectoral ya ha estado protagonizando actos “progresistas” y gestos políticamente correctos y usando lenguajes inclusivos rechazados hasta por profesoras de Lingüística. Sí, la presencia del sufragio universal se nota, el voto del alumnado es necesario, ¿cómo creer que si a mí me da en clase por cuestionar lo que se cree incuestionable ateniéndome a mi libertad constitucional de cátedra y soy denunciado por algún discente tengo algo que hacer ante ese tipo de rectorados? ¿Tendré presunción de inocencia o de culpabilidad?
Procuro citar pocas veces los nombres en liza para no influir demasiado en las votaciones, si es que tuviera fuerza para eso, que no la tengo, y porque esto es un artículo periodístico. A mí me interesan las ideas que son las que quedan, las personas pasan. Hay dos personas candidatas al rectorado que escriben en sus programas (casi todos extensos, por cierto). Una (Alfonso Castro): “La Universidad debe garantizar su independencia frente a intereses partidistas o ajenos a su misión académica. Ningún compromiso político o económico externo puede condicionar sus fines propios ni subvertir su autonomía institucional”. Otra (Ángeles Gallego): “No he comprometido cargos a cambio de votos, así que no tengo ni pensiones ni hipotecas. No tengo adscripción a partidos políticos, así que no tengo que seguir sus consignas ni voy a trasladar sus intereses a nuestra Institución”.
Lo significativo no es el mensaje explícito de estas cuatro personas candidatas citadas -Jiménez, Moreno, Castro y Gallego-, sino el implícito: nos están dando la razón a quienes pensamos que en la US sobran consignas políticas y falta mucho pensamiento libre y, por tanto, académico.
Menos llorar y más emprender
Es evidente que son reacciones contra un periodo endogámico de dinastía cuasi faraónica que, en parte, se está autocriticando -al menos en los papeles- cuando aboga por buscar recursos propios de financiación en lugar de llorarle tanto a la Administración, al unísono, con todos los rectores públicos andaluces, buscando dinero y voto para el “progresismo”.
Me satisface que Carmen Vargas abogue por “establecer un Plan de Captación de Subvenciones y Recursos propios”. Y que Pastora Moreno constate que impulsará un programa investigador “que asignará una financiación de 3 millones de euros a repartir entre todos los grupos de investigación activos de esta universidad”.
Y es que hay que pedir, pero ya está bien de tanto lloriqueo a papá Estado: no te preguntes lo que puede hacer por ti el gobierno sino lo que tú puedes hacer por él. Sí señor, no todo lo liberal va a ser maligno y ya está bien de temerle tanto a las universidades privadas, a trabajar se ha dicho que la ventaja de lo público sobre lo privado en la universidad española es abismal. Y, no obstante, sentimos una US en “situación de desencanto y hastío burocrático” que necesita ser mucho más competitiva y “generar cambios estructurales esenciales” así como “la necesidad de afrontar un contexto más competitivo” (frases de José Luis Gutiérrez).
A ver si es verdad, señor Gutiérrez, porque el papel es muy sufrido. A ver si es vedad, señora Gallego que, desde su progresismo rompedor, ha visto usted una US que “está entrando en parálisis técnica”. ¿Saben ustedes que para ser competitivos hay que revisar esas mentalidades acomodaticias que observamos entre nosotros mismos, el segmento profesoral, y entre técnicos, gestores y funcionarios en general? Claro que lo saben, mejor que yo, pues para eso se precisa mucho más que programas electorales, todos tan similares, lo que se dice en ellos se recoge en cualquier disposición legal sobre la naturaleza de la universidad, el tema está en poseer valor para aplicar lo que se predica o en contarle a la gente que no puedes hacer lo prometido por las causas que sean y abandonar la poltrona. Puede estar interesante el debate a siete programado para esta semana (jueves 23, 19 horas, E.T.S.I.).
Burocracia, el rayo que no cesa
Para lograr avanzar y “avanzar en una universidad rica en valores europeos” (Carmen Vargas) es preciso eliminar la burocracia, un deseo unánime de todos los candidatos. Miren, yo creo que es un tema tan grave -porque hasta influye y mucho en el ranking mundial de universidades- que debe ser el primer objetivo para todos los años de mandato.
Claro que esa y otras medidas como “una innovación en todos los ámbitos: docencia, investigación, transferencia, internacionalización, sostenibilidad, cultura, gobernanza y participación universitaria” (Pastora Moreno), van a originar un choque contra una universidad que avanza muy lentamente, en la que los sindicatos suelen trabajar para que se trabaje lo menos posible y en la que un sistema telemático de locos cambia muy a menudo y reduce a los profesores e investigadores a técnicos informáticos casi dominados por programas digitales que convierten a los miembros de las comisiones académicas en servidores del ciber.
Mojarse con el alumnado
Me parece que quienes aspiran al máximo sillón del Rectorado no se mojan mucho con el alumnado, ¿será por el sufragio universal? Felipe Rosas Iglesias es partidario de “un desarrollo formativo integral para el Estudiantado”. Sería extraordinario, señor Rosas Iglesias, está usted -creo yo- reivindicando una enseñanza transversal, fuera el muro ciencias-letras, arriba el pensamiento complejo y la llamada Gran Historia que son los puntales del conocimiento ahora mismo. Los saberes tecnológicos y científicos aplicados o los fundamentos puros “de letras” son tan necesarios como creadores de ignorancia, de sabios ignorantes orteguianos.
Pero, oh, ¿saben ustedes -quienes me lean- que empezar a cambiar la actual enseñanza acotada por otra integral supone una auténtica guerra dialéctica muy desagradable entre departamentos universitarios y facultades? Como paradigma les puedo colocar la renovación -no cambio, simple renovación- de los planes de estudios en mi Facultad de Comunicación, si bien, como se dice en las películas yanquis, “sería una larga historia”.
Pero, oh, el alumnado cada vez es más absentista, está muy mimado por rectores, decanos, directores de departamentos, profesores… Y vienen mimados desde los padres y los colegios e institutos y desde una selectividad política, no académica. La US cada vez se parece más a una universidad a distancia, no poco alumnado está más cercano a las redes sociales que a sus profesores y estudia con apuntes atrasados que baja de la Red. Si usted gana la poltrona más alta del Paraninfo, señor don Felipe Rosas Iglesias, sabrá que su aspiración, así como la de “una formación cualificada y de calidad tanto para el Personal Docente e Investigador como para el Personal Técnico de Gestión y de Administración y Servicios”, eso es una hazaña en una universidad pública donde cada cual se cree libre y abomina de las jerarquías, una universidad regida por la ley del péndulo en relación con su pasado.
Una formación universal
Una universidad debe perseguir una formación universal. Es acertado lo que afirma Pastora Moreno en su programa: “Nuestra visión apuesta por superar esquemas tecnocráticos, abrumados por una burocracia excesiva, y por abrir espacios de reflexión y diálogo académico que permitan simplificar procedimientos y recuperar el sentido transformador del conocimiento”. El conocimiento no es lo mismo que la información y en nuestra sociedad estamos empachados de infoxicación, no de conocimiento que es saber por qué pasa lo que pasa, de eso andamos muy escasos
La profesora Moreno se preocupa por algo básico para alcanzar el conocimiento: “Nos importa especialmente el inminente relevo en el PDI como consecuencia de la jubilación de cerca del 40% de la plantilla del PDI”. A mí me preocupa el edadismo que existe en círculos concretos de la US; y que la Inteligencia Artificial sustituya al profesorado a largo plazo y esté llevando al alumnado lo mismo a la luz que a la sombra de la vida cómoda y la desconcentración intelectual.
No lo van a tener fácil las siete personas que han tenido el arrojo de presentarse a las elecciones para ocupar la máxima representación o alcaldía de una ciudad llamada Universidad Hispalense. Estamos en una época nueva y compleja de la Historia, las siete son las primeras que necesitan un alto grado de preparación. Lo tienen, creo que parten desde bases cognitivas sólidas que, con toda seguridad, irán consolidando en el futuro.


