En igualdad de condiciones, la explicación más sencilla es la que tiene más probabilidades de ser la correcta. Y esto, el principio enunciado por el filósofo Guillermo de Ockham, llamado “la navaja de Ockham”, no quiere decir que lo más simple, lo menos enrevesado tenga forzosamente que ser la respuesta o el razonamiento verdadero siempre, solo nos dice que existe una amplia posibilidad que lo sea o por lo menos que ante varias hipótesis es preferible quedarse con la que ofrece menos incertidumbre, introduce elementos innecesarios o demasiadas suposiciones o variables. Este principio es utilizado contemporáneamente en cualquier área del conocimiento que busque la explicación de fenómenos. La ciencia, la filosofía, economía... lo contemplan como un principio inherente a su trabajo indagatorio.
En los últimos años y extraordinariamente en esta última semana, se vienen produciendo los llamados “hechos históricos” que en forma de situaciones límite han puesto en jaque a nuestro país. Hablo, lógicamente, tanto del apagón eléctrico que sufrimos en todo el Estado, como el de las incidencias en los trenes de larga distancia entre Madrid y Andalucía. Ni que decir tiene que la ciudadanía tiene el derecho a saber qué es lo que ha pasado, qué ocurrió para que durante horas el país por completo quedara a oscuras, sin electricidad y, por tanto, sin prácticamente poder utilizar nada de lo que habitualmente nos abastecemos...y todos hemos visto películas, series, hemos leído libros donde esta situación llevaba inexorablemente al caos, al apocalipsis más destructivo. Días después, miles de personas se quedaban varados en las distintas estaciones de trenes por una importante incidencia: el “robo” de cables en determinados puntos de esas conexiones férreas. Y comienzan las peticiones de información, el trabajo casi detectivesco para conocer los motivos últimos de estos desastres y, en paralelo, comenzaban también de comentarse explicaciones más o menos afortunadas, casi todas basadas en intuiciones que a su vez procedían de argumentaciones más cercanas al terreno de la “cuñadez” que a cualquiera con un mínimo rigor intelectual; no en vano en este país nos acostumbramos a tener teorías propias sobre la pandemia de Covid, con la erupción en La Palma surgieron como setas expertos vulcanólogos, hemos tenido en los meses anteriores un aluvión de consideraciones en cualquier patio de vecino sobre los aranceles de Trump, especialistas en meteorología, incluso vaticanólogos, que yo he escuchado a mujeres y hombres muy normalitos discutir sobre las posibilidades de que un tal Nolan o un cual Parolín fueran los más probables nuevos Papas de Roma y, cómo no, ya tenemos catedráticos en energía y en sistemas ferroviarios.
Hace unos cuantos días tuve la ocasión de escuchar a una persona con estudios, una persona supuestamente formal y seria, dar su argumento, su opinión sobre el apagón, lo hacía señalando al principio y final de su explicación que él lo tenía claro, que era evidente que el apagón había sido provocado intencionadamente por el gobierno ¿el motivo? Pues la maldad intrínseca de sus componentes que en sus objetivos está destruir este país. ¡Hombre, no podía ser otra la explicación! ¡Cómo no habíamos caído los demás en que esta persona tenía la solución al enigma! Qué tontos hemos sido pensando que los cientos de ingenieros y técnicos en energía, en sistemas eléctricos y todas esas cosas, iban a saber lo que había pasado, cuando solo teníamos que haberle preguntado a este señor que lo tenía tan claro desde el principio. Lo de Ockham: lo más sencillo era lo del Gobierno. Con los trenes igual, ¿o no es verdad que el Ministro Óscar Puente es un tipo peligroso que quiere acabar con las redes de comunicación por su afición a la destrucción de la nación española a la que todo el mundo sabe que odia?
En fin, yo no lo reprocho porque me consta que hay bastante gente que opina igual. Yo, para no ser menos, me voy a apuntar a dar mi opinión sobre el particular, evidentemente basada en mis obsesiones. Intentaré explicarlo con sencillez para que no tengáis que leer mucho y honre a la memoria de Ockham, Don Guillermo. Y es que mi teoría se basa en algunos argumentos por lo menos tan válidos como los que utiliza ese señor de antes. Lean algunos tuits, o vean y escuchen determinados vídeos en YouTube, analicen las opiniones en según que periódicos. Me voy a centrar en dos o tres. ¿No fue Aznar el que dijo que el que pudiera hacer que hiciera? Lo dijo, y se hace, como él dijo, desde donde pueden. ¿No es cierto que el facha Alvise en Telegram escribió a sus acólitos que estaba preparando algunos sabotajes en los trenes? Lo dijo y, qué casualidad, fíjense la que se ha liado. ¿No se está diciendo ya en algunos medios y por algunas personas que se esperan nuevas crisis de tipo parecido a estas últimas? Lo dicen, y con cierta seguridad. Entonces, ¿por qué no voy a creer que esto del apagón o de los trenes no ha sido provocado por sabotajes, digamos, realizados por algunos que, como decía Aznar, pudieron hacerlo, bien porque estaban dentro de los sitios desde donde se pueden provocar esas situaciones? ¿Por qué no voy a creer que Alvise, efectivamente, como él mismo dijo, se estaban preparando esos sabotajes?
Termino... pues mira, no lo creo... ¿y usted? ¿Y la solución? Muchos la tienen clara: que dimita el gobierno y que se pongan a funcionar las centrales nucleares porque ya ellos saben, se los han dicho las empresas o lobbys que controlan ese sector. Qué fácil es todo cuando te lo soplan al oído.