Uno de los fotogramas de 'La vida de Brian'. ¿Qué habrán hecho los romanos?
Uno de los fotogramas de 'La vida de Brian'. ¿Qué habrán hecho los romanos?

Que la realidad supera a la ficción es algo que a veces ocurre. Leemos libros, vemos películas y pensamos que esos mundos de fantasías son eso, fantasía. Pero ya digo que a veces ocurre que, como en un divertido déjà vu, se vive esa curiosa sensación de que eso que estás viendo o escuchando ya lo has experimentado antes. Veréis que divertido: Seguro que muchos de ustedes, lectores de esta humilde columna, han visto la película La Vida de Brian, una maravillosa cinta donde el humor, la sátira y la caricatura inteligente se dan la mano en el mejor metraje de los inolvidables Monty Python. Una de las escenas más repetidas, de las más divertidas y significativas de la película, muestra una reunión de miembros de la resistencia judía a la ocupación romana de los territorios bíblicos. Uno de los participantes hace una pregunta retórica sobre qué es lo que han hecho por ellos los romanos desde que están allí, y a partir de ahí se sucede una hilarante sucesión de respuestas en las que iban detallando aquellos hitos que consideraban importantes desde la ocupación romana: las carreteras, los puentes... Pues bien, ayer subí a un autobús urbano, aquí en Cádiz, para trasladarme justo a la otra esquina de la ciudad, y conmigo más personas, entre las que se encontraban dos hombres de unos setenta o setenta y cinco años. Se sentaron y yo también, detrás de ellos, comenzando entre ellos una conversación a la que, sin pretenderlo, presté atención fundamentalmente porque el volumen de la misma era suficientemente alto como para no pasar desapercibida.

–Es que, vamos que ya me dirás que está haciendo el gobierno por nosotros y por los demás.

Tras unos cuatro o cinco segundo de espeso silencio, el acompañante sin volver la cara, con mirada al frente le contestó con voz alta, firme y muy directo.

–Hombre Luis, pues no sé si han hecho mucho, pero nos han subido la pensión como nunca en la vida.

Como yo estaba detrás no pude observar la cara de Luis ante la contestación de su interlocutor. Luis tampoco pareció mover ni un músculo y después de otros tres o cuatro segundos, dio la réplica:

–Pues sí, eso es verdad, en dos o tres años estoy cobrando una pensión más decente. Pero, aparte de la pensión, poca cosa.

–Y a los que trabajan les han subido el salario mínimo en mil euros –esto lo dijo casi al alimón de las palabras de Luis, que continuaba fijo al frente–. Y las becas, por lo que me dice mi nieto, han subido un montón y a él le ha servido para estudiar en Salamanca, como ya sabes, que si no hubiera sido por esa subida no habría podido.

–¡Qué bueno es tu nieto! Sí, está muy bien lo de las becas y el salario mínimo, la verdad es que esas cosas se han hecho, pero yo qué sé... está la cosa, los precios...

–Uf, una barbaridad, menos mal que con eso de la excepción ibérica la luz, aunque ha subido, algo nos ha servido, y mira tu por donde yo me he sacado el bono ese para ir a Sevilla en tren gratis y estoy visitando a mi hija casi todas las semanas, y ella se ahorra lo que le costaba ir al trabajo a Utrera, eso se lo ahorra.

Luis ahora si volvió la cabeza para dar la réplica a su amigo:

–Sí, menos mal, lo de los trenes gratis está beneficiando a muchos trabajadores y a los estudiantes no te olvides –volvió a mirar al frente, ahora se quedó en silencio, él, su acompañante y casi todo el autobús que se iba vaciando según iba llegando a su final de trayecto.

La última parada asoma y nuestros dos paisanos no esperan a que pare en el sitio correspondiente, se ponen de pie y casi cuando ya abiertas las puertas y cuando van a bajar el escalón al asfalto, Luis, muy Séneca en esta ocasión, le da un golpecito en el hombro al otro para sentenciar la conversación:

–Sí, algunas cosas han hecho. Las becas, las subidas de pensiones, lo del salario mínimo, ayudas a los trabajadores cuando lo del virus. Sí, algunas cosas han hecho, por eso cuando llegue el momento les voy a votar.

Soltó una carcajada y su amigo se la devolvió mientras definitivamente se bajaron del bus.

–¡Mira que eres cachondo!

Yo también me bajé e inmediatamente me acordé de La Vida de Brian.

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