'Los amantes', de Magritte.
'Los amantes', de Magritte.

"Lo mejor está por llegar". Esta frase no es nueva, la hemos escuchado en diversas situaciones y haciendo referencia a cuestiones, casi siempre, de tipo emocional. Es un comentario que se hace a modo de deseo, es el “que pases un buen día” o “no te preocupes, todo irá bien”. Desiderátum. Es esa mentalidad mágica que cree que con desear algo hacemos inevitable su consecución. Hace unos días coincidieron en decírmelo dos personas, amigo y amiga, expresándome sus buenos deseos y ese optimismo antropológico tan dulzón como amarga puede ser la realidad. No obstante de la ilusión que te hacen los buenos deseos de la gente que te aprecia, se deviene el valor de una declaración de principios en un momento en que la frase más escuchada o más pensada es la de "madrecita que me quede como estoy".

Vivimos tiempos turbulentos, las crisis que nos están azotando: de salud, económica, ambiental, social…se están convirtiendo todas unidas en una tormenta perfecta que nos conduce, por lo menos eso parece, a una crisis civilizatoria, en un momento de profundos cambios, pero que a diferencia de las últimas décadas da la impresión de que son cambios a peor. Nos desmantelan nuestro modelo de convivencia que hemos ido trabando con mucha dificultad en muchos años, incluso, desde las élites, nos intentan convencer de que todo lo que está pasando es culpa precisamente de los propios ciudadanos, nos dicen que "el futuro ya no es lo que era"... en definitiva, que vamos abocados a un mundo nuevo donde parece que todo lo hecho hasta ahora no vale, porque esa mano invisible, que todo lo puede, nos obliga a diseñar nuestra vida totalmente al contrario de lo que la hemos construido.

Ahora resulta que no es bueno vivir bien (de hecho me resulta escandaloso escuchar de muchos políticos decirnos que hemos vivido muy bien ―por encima de nuestras posibilidades dicen― y que eso no puede ser), como si vivir bien no debiera ser la aspiración de todo ser humano. Esa frasecita se ha puesto de moda “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”, y seguramente será verdad, pero solo en aquellas cosas que esta economía financiera, especuladora e insolidaria, nos obligaba: casas millonarias, consumo desaforado, créditos casi regalados...no puede ser que el hecho de tener una sanidad universal, pública y gratuita sea considerada un lujo. No puede ser que invertir en educación nos digan que es un dispendio.

No puede ser que aumentar el salario de los trabajadores sea considerado antieconómico. No. Sin embargo, esas élites de poder son las mismas que fueron desmantelando el sistema sanitario con las consecuencias que todos estamos soportando. Las mismas que crearon sistemas duales de formación y educación, una para ellos, los poderosos, y otra, para el resto de la ciudadanía.

Si el poder no hubiera sido tan miserable, hoy nos sentiríamos orgullosos de haber construido nuestro modelo de país basándonos en la universalización de derechos, en un estado del bienestar que protege a todos. Nos sentiríamos orgullosos de tener una red sanitaria de las más avanzadas del mundo. Deberíamos estar orgullosos de tener coberturas como tenemos para los más necesitados. Pero parece que eso es una extralimitación de los placeres que te da la vida, y por eso, trabajaron arduamente para que: ni tuviéramos una retahíla de derechos potente y firmes, ni nuestro estado del bienestar nos protegiera como nos decían, ni la sanidad ha sido capaz de soportar la prueba del nueve de esta pandemia, etcétera, etcétera.

Lo mejor está por llegar, me dicen, nos dicen, y mientras, nos hacen insoportable la existencia, donde la mayor ilusión que se puede tener es que en algún momento nos dejen en paz. No, no creo que lo mejor esté por llegar, todo lo más, como buenos animales con inteligencia, sabremos adaptarnos, sabrán adaptarse a las circunstancias. Solo nos tenemos a nosotros mismos, somos más, muchos más, y si lo mejor no está por llegar, por lo menos que podamos mirarnos a la cara y reconocer en el otro a tu amigo.

Por eso cuando esos amigos me despedían con la susodicha frase "lo mejor está por llegar", comprendí que a pesar de todo lo dicho anteriormente, aún tenemos gente buena como ellos y como tantos ciudadanos que creen que podremos salir de ésta, que con su optimismo me hacen ver que no todo está perdido, que la vida puede ser bella, que merece la pena seguir peleando por todo lo que hemos construido, y que, al fin, obtendremos la recompensa de seguir mereciéndonos vivir mejor o... pasar a mejor vida. Igual se referían a eso.

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