Charlie Chaplin en «Modern Times», 1936.
Charlie Chaplin en «Modern Times», 1936.

Entre tu y yo, ahora que no nos escucha nadie y que por la noche tendemos a hablar más bajito, hablemos. De fondo el ruido de los camiones de recogida de basuras (¿seguro que no los hay más silenciosos?), algún grillo que ya ha dado por bueno que cada vez la retirada del verano y la entrada del otoño es más tardía. Ahora, aquí tumbado, podemos hablar. Recuerdo cuando no había teléfonos móviles, todo lo más un fijo en casa, eso de Internet solo existía en la mente de algún informático del ejército americano; whatsapp en gaditano era la “guasa”.

Los emails ni se intuían, una videoconferencia era cosa de Odisea del Espacio…recuerdo como hacíamos una revista en un ejemplar que conocí de una “vietnamita”. El como después llegaron las fotocopiadoras para sustituirlas, la “magia” de un fax (algo incomprensible para mi pequeña cabezota). De cómo una convocatoria o se hacia por correos o simplemente no se hacía, y el esperar a que Televisión Española nos pusiera aquellos títulos que se nos pasaron en sus estrenos en los cines.

Ahora que es más fácil y que la melatonina no me hace efecto podemos hablar lo que nos de la gana hasta que uno de los dos diga “lo dejamos que es muy tarde”, y lo hacemos por algún canal de los mentados antes, utilizaremos el teléfono móvil si me quieres escuchar, también lo utilizaremos si me quieres ver, y por supuesto también utilizaremos el teléfono móvil para “whatssappear”, contar nuestras miserias en Facebook o lanzarnos DM en twitter. Todo ha cambiado y en esta revolución que ha supuesto Internet, estarás conmigo, lo más importante, lo que de verdad le ha asegurado su viabilidad per seculam, es que nos ha facilitado que tú y yo nos podamos comunicar, e incluso nos permite una especie de vigilancia extrema como cuando dejamos abierto el whatssapp por si ves, en noches como ésta, que estoy “en línea” sepas que estoy esperando tus mensajes.

La comunicación ha cambiado y nos ha cambiado. Todo es más íntimo y a la vez todo es más público en este radio patio en que hemos convertido la llamada “aldea global”. Emisores, receptores, públicos, canales, distribución, contenidos… Cambia la comunicación y los paradigmas que la sustentaban, aunque permanece inalterable el axioma de Watzlawick el cual enuncia que en definitiva todo comunica. Queremos comunicarnos, nos gusta comunicarnos. Así convivimos con la paradoja de que guardamos cada vez más respeto y somos más celosos de nuestra intimidad a la vez que nos encanta publicar en Facebook las fotos de la fiesta a la que fuimos ayer.

Vivimos, los que ya tenemos una edad en la que comienza a ser real que tenemos más visión por el retrovisor que por la luna delantera, en una especie de película de ciencia ficción en la que sin darnos un guión concreto participamos activamente en esa maravilla de ciberespacio cruzándonos todos los días centenares, miles de millones de mensajes que comunican todo lo más tierno y todo lo más duro. Somos todos protagonistas de una película en la que todos los días estrenamos una nueva historia que comienza en nuestros sueños e ilusiones y la editamos con nuestros pulgares acariciando nuestro smartphone.

En fin, solo quería decirte, así entre nosotros, que en unos días se irá el verano pero que todavía, por las noches, entre el calor y que no tengo sueño podemos hacer lo que mejor hacemos los humanos: comunicarnos.

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