Entre golfitos y casoplones

No puedo terminar sin alabar el gusto de Ayuso por las amistades que le dejan casoplones por la cara

Miguel Ángel Rodríguez, jefe de gabinete de Ayuso.
Miguel Ángel Rodríguez, jefe de gabinete de Ayuso.

"Os vamos a triturar". Esa, entre otras, es una frase lanzada estos días por el jefe de gabinete de Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez. Lo hizo por WhatsApp dirigiéndose a una periodista del periódico digital Eldiario.es. La conversación a través de esa red social está enmarcada dentro de la “campaña de persuasión” que ese hombre viene realizando en relación a las informaciones aparecidas, en ese y otros medios de comunicación, en las que se señala al novio de la singular presidenta madrileña como autor de una serie de delitos a la hacienda pública y en las que se sospecha de su actuación como intermediario en la compraventa de mascarillas en la pandemia. Un clásico. 

El señor Rodríguez siempre ha sido muy de ir a las claras, si hay que estar borracho y montar un lío de tráfico, se monta, si hay que -también en estado ebrio- amenazar a unos periodistas porque han estado dando información que a él no le gusta sobre su “seño”, pues se amenaza. Total, le pagan para eso. Comienzo, por tanto, mostrando mi solidaridad con los periodistas, faltaría. Pero -siempre hay un pero- no quiero dejar de señalar la noticia porque me temo -y más que temerlo, lo afirmo-, que esa situación ocurre mucho más de lo que creemos: Políticos amenazando a periodistas, presiones a los directores de medios para publicar, o no publicar, determinadas noticias que perjudican o favorecen. Eso existe y, perdónenme que lo diga, no es más abundante esta situación en la política de altura o en el periodismo de relumbrón, ¡qué va! Incluso, para ser absolutamente sincero, no me puedo dejar en el tintero la situación contraria: medios de comunicación que amenazan y presionan a políticos para conseguir espurios objetivos, algunos de tintes económicos: contratar más publicidad. O ¿por qué no? Un contratito por aquí, un trato de favor por allá, este niño mío que está parado, un ascenso… Todo eso se da, diariamente -hablamos de diarios, claro-. Es un quid pro quo insoportable. Por eso resulta bien tonificante que, como en el caso que nos ocupa, se denuncie públicamente la amenaza. Agradable ha sido el ver estos días como una periodista, Silvia Intxaurrondo, ponga en su sitio a un periódico, El Mundo, por publicar informaciones falsas, a sabiendas de que lo eran, sobre ella. Tanto la periodista de Eldiario.es, como Intxaurrondo, hacen grande a su profesión. Corren riesgos, juegan, sin embargo, con valentía contra la extorsión de políticos, unos, y de los medios de comunicación, otros.

No puedo terminar sin alabar el gusto de Ayuso por las amistades que le dejan casoplones por la cara. Ya le ocurrió en pandemia. Después dijo que no se compraba un piso porque en Madrid eran muy caros, aunque ella tiene un sueldo mayor incluso que el del presidente del Gobierno. Ahora vive con un novio que, según dice la maldita prensa, es un técnico sanitario, enfermero, creo, pero que ha conseguido comprarse unos pisitos valorados en más de un millón de euros. También tiene un Maserati -coche que yo creía que ya no se fabricaba-. No está mal para ser enfermero. Yo tengo una hija enfermera y posiblemente se compre un piso, y de coche tiene un “golfito”, como la Ayuso, que ya tiene dos: uno el coche y otro el novio.

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