Un momento de una final del COAC en años anteriores. FOTO: Fani Escoriza.
Un momento de una final del COAC en años anteriores. FOTO: Fani Escoriza.

La cultura como elemento socializador, aglutinador y como fenómeno eminentemente civilizatorio ha tenido, tiene y tendrá muchos matices en lo que a su definición refiere, no es, expresamente, un concepto que pueda uno explicar atendiendo a lo que quiera decirnos la Real Academia de la Lengua o intentar buscar un buen diccionario que nos ilumine esa definición certera y universal pues, no podemos olvidar, que tenemos que intentar que ese concepto nos valga en todo lugar y en todo tiempo para que podamos tomarlo en consideración.

Uno de los aspectos más interesantes que surge a la hora de hablar sobre el “fenómeno cultural” y que procura intensos debates es sobre las figuras del promotor y el del destinatario, y de ahí el debate sobre elitismo o popularismo, cultura para las élites versus cultura popular. En términos generales se dice que cultura es toda aquella actividad, costumbre, hábitos sociales que aprendemos desde que somos niños y que nos llega a través de los grupos cercanos como es la familia. Claro que esa especie de definición no solo es inexacta, sino que abunda solo en un aspecto del término, por tanto no nos vale ni siquiera como aproximación al concepto. Cualquier costumbre no tiene que ser cultural ni tiene que tener un componente socializador o civilizatorio. En ese grupo pongan ustedes los ejemplos que quieran que seguramente todos nos valdrán para determinar que, efectivamente, cultura es algo más.

No voy a caer en la tentación de explorar en mi mente una posible solución terminológica o conceptual, sería caer en la misma trampa que estoy desvelando. Más al contrario mi tesis, si es que a una columna de opinión se le puede considerar tal cosa, es no definir el “qué es” sobretodo porque no creo que sea posible atender al poliédrico término sin que se me quedaran fuera muchas de sus posibilidades. Más bien, entiendo yo, que lo que hay que ir desmontando es la idea que hay un cultura elitista “per sé” y una cultura popular que se escenifica rotundamente en el genérico “fiestas”.

En estos días hay un cierto debate, interesante desde luego, en mi ciudad, Cádiz, ante la decisión del Ayuntamiento de unificar la Delegación Municipal de Cultura y la Delegación Municipal de Fiestas en una sola. El debate está servido por aquello de que en algunos foros se interpreta que es una invasión de la fiestas a la cultura, entendiéndose que las fiestas no forman parte de la imaginaria definición de cultura, y que siendo Cádiz como es, se critica que si hablamos de fiestas, estamos hablando de Carnaval y que eso supondrá de facto una fusión por absorción, como hacen las entidades bancarias grandes a las pequeñas. Por otra parte están los que piensan que la separación de ambas delegaciones supone, también de facto, el reconocimiento que hay una cesura, una brecha en la consideración de la cultura popular, representada por las fiestas, y la cultura del “todo lo demás”.

Tampoco voy a entrar en un debate que a mi modo de ver es extemporáneo puesto que ahora lo que hay que hacer es seguimiento de la decisión tomada, y a partir de ahí, con los elementos que nos de la comprobación empírica, ajustar el modelo, mejorarlo, actualizarlo...La decisión no puede ser ahora mismo evaluada, aunque me parece excesivo hablar de que el Ayuntamiento prescinde de la cultura, poniendo todos los huevos en la cesta del Carnaval, o sea de la cultura popular. No creo que sea así, y por supuesto esa no es la explicación ni la intención. Es absurdo pensarlo.

Desde mi punto de vista lo que hace que una aproximación cultural sea elitista o no lo sea, no es el tipo de manifestación cultural de la que hablemos, tiene que ver más con la capacidad de ser asequible. ¿Y que es asequible? ¿Como hacer toda la cultura asequible? Buenas preguntas. Si hablamos de un municipio, lo participativo, lo educativo, lo socialmente deseable son la variables que necesitamos: La cultura solo existe para la élite si consentimos en que haya élites, y por eso mi modesta reflexión concluye donde concluyen casi todo lo que tiene que ver con la socialización: Educación, educación y más educación. Igualdad, igualdad y más igualdad. Libertad, libertad y más libertad.

Por mi parte, la cultura es siempre un proyecto que siendo global, entiende perfectamente lo identitario y como un proceso de construcción social. En términos Vigotskianos, la educación  y la cultura son procesos de construcción donde hay una serie de mediadores implicados.

Si interpretamos las llamadas “fiestas” solo como ocio “popular”, entonces si que estamos encajonando a la cultura en el rincón de las llamadas élites. Por tanto no me parece mal fundamentada esa fusión de ambas delegaciones, lo demás, habrá que esperar a ver sus resultados, pero a priori, difícilmente se puede criticar un sumatorio que debería tener efectos multiplicatorios.

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