Hace unos días, en una intervención en el pleno del Congreso de Diputados, Gabriel Rufián, portavoz del grupo de Esquerra Republicana, consideró que coexisten dos tipos de corrupción en nuestro país desde hace muchos años.
Rufián –un diputado que, desde mi punto de vista, es de los mejores oradores del hemiciclo, por lo menos en cuanto a claridad y contundencia expositiva– decía que la corrupción que proviene de las filas socialistas es la corrupción cutre, la básica.
Hay otra, la que ha venido protagonizando el Partido Popular, que es corrupción premium. Una buena manera de explicar las cosas porque, efectivamente, si de algo pueden –y os aseguro que lo hacen– presumir los populares, es de que la sofisticación y la profesionalidad con que ejercen ese difícil oficio de llevárselo crudo, es incomparable.
Nada que ver con mordidas horteras de Koldos, las chatis de Ábalos, lo ordinario de trincar miles de euros, que si me compras unos gramos de coca, que si un viajecito por aquí...algo así como una corrupción de segunda división por lo poco productivo y por lo escasamente glamouroso. Ábalos, para eliminar pruebas, le decía a su amiga que se metiera una memoria usb en las bragas ante el registro de la benemérita.
En el PP, mucho más contundente, para destruir las pruebas, se liaron a martillazos con el PC de Bárcenas. Más contundente, pero también más eficaz. El Partido Popular pasa de mordidas, en todo caso, era como muy peliculero el sistema de dar sobres –no me digan que no es cinematográfico, al estilo El Padrino, Bárcenas en su despacho poniendo en cola a los dirigentes del partido para darles el aguinaldo mensual. Por allí pasaron muchos, todos o casi todos, posiblemente con la excepción de Mariano Rajoy ya que no es razonable tratar de asimilar el acrónimo M. Rajoy al expresidente del gobierno.
Rufián dijo lo que pensamos todos, lo que siempre se ha dicho: la derecha roba, pero roba bien, de manera sistémica, y esta semana ha vuelto a demostrarlo, ha conseguido que su reputación de organización bien diseñada para delinquir no cayese en desuso. Nada de mordidas, como decía el protavoz económico del PP, el señor ¡Bravo!, que ellos nada de putas, mordidas y esas cosas de serie B.
Efectivamente, ellos han preferido ir al tuétano de la 'cosa': legislar para beneficiar a las grandes empresas de este país para, a cambio de apoyos económicos de gran categoría, no pagar o pagar muy pocos impuestos, legislación para favorecer sus negocios aunque en ese favorecer se incluyera perjudicar al resto de los ciudadanos a los que el ínclito Montoro nos subía los impuestos y nos recortaba en todo lo demás.
La pregunta y la inquietud está servida: ¿las leyes de esa época siempre estuvieron marcadas por esa corrupción cinco estrellas? ¿Quién gobernaba el país y desde dónde cuando ahora sabemos que ellos conocían los presupuestos antes de que se presentasen en las Cortes? ¿Cuántos miles –porque son miles– de millones se han ido por el sumidero de esa corrupción?
Montoro, el Montoro que hizo una amnistía, fiscal –que la otra, la que ha hecho el actual gobierno tiene otros componentes más políticos y de interés general–, que perdonó el pago de impuestos a unos 30.000 españoles, de bien se entiende, los más ricos del lugar, por una cantidad que soportaba los 40.000 millones de dinero opaco. Mientras, el resto de españoles, de mal se entiende, los que pagamos religiosamente nuestros impuestos sin rechistar o rechistando, teníamos la propaganda de Hacienda somos todos, cuando Montoro se reía entre bambalinas brindando con sus amiguetes y correligionarios ricos por la broma.
Una corrupción premium, sí. Pero es posible que mañana, gente de mi alrededor, la justifiquen porque al fin y al cabo, fue hecha hace millones de años en un país llamado España cuando lo gobernaba un par de golfos, Aznar y Rajoy, pero no un malvado Sánchez que es peor, me dirán.
Ahora solo queda esperar que, como todos esperamos, la justicia no de carpetazo al asunto, cosa que intentó el fiscal anticorrupción, y en un proceso tan televisado como otros, se vuelva a demostrar que en esto de la corrupción, al PP, es imposible darle lecciones porque ya se saben toda la teoría y la practica también. Son de matrícula de honor.
