Chaleco de fuerza

Es bastante evidente −él no lo esconde desde luego− que tiene una ideología coincidente con la ultraderecha, con llamadas a golpes de estado, insultos de toda índole y pelaje a políticos, periodistas o cualquiera que él entienda que es un rojo peligroso y por tanto especie a exterminar

Camioneros que secundan la huelga del transporte.
Camioneros que secundan la huelga del transporte. MANU GARCÍA

Un chaleco de fuerza, también conocido como camisa de fuerza, es un elemento que todos asociamos a los manicomios. Es esa atadura con la cual se intentaba, de manera arcaica, impedir que el ataque agudo de un, pongamos como ejemplo, esquizofrénico, pudiera causar daños a sí mismo o a terceros. Es una imagen icónica la del enfermo con su chaleco de fuerza en una habitación blanca, con una puerta con su mirilla…el chaleco de fuerza. Una imagen que ya no se corresponde con los métodos que se utilizan para intentar abordar los brotes psicóticos que puedan comportar autolesiones o agresiones. Menos mal. En cualquier caso, ahí están: los chalecos de fuerza.

En estos días me he acordado de estos artilugios a través de la huelga del transporte por carretera ¿qué tiene que ver una cosa con otra? Se preguntarán ustedes, como es lógico. Pues nada, no tienen nada que ver…o sí. Verán:

Existe un colectivo surgido a imagen y semejanza del que fue creado hace algunos años en Francia llamado Chalecos Amarillos. Aquí en nuestro país han tenido una existencia hasta el momento poco lucida, apenas su aparición en alguna que otra manifestación y un intento, también poco lucido, de introducirse en las redes sociales. Hasta ahora. Resulta que el dirigente de los Chalecos Amarillos es también el dirigente de la minoritaria, pero ruidosa, plataforma que tiene convocada la huelga del transporte. Es un tal Manuel Hernández, y si le hacemos un breve seguimiento a sus alocuciones a través de sus perfiles en redes, sus proclamas personales, o a través de Chalecos Amarillos o de la comentada Plataforma, es bastante evidente −él no lo esconde desde luego− que tiene una ideología coincidente con la ultraderecha, con llamadas a golpes de estado, insultos de toda índole y pelaje a políticos, periodistas o cualquiera que él entienda que es un rojo peligroso y por tanto especie a exterminar. Vale. Nada nuevo bajo el sol. Internet y las redes están llenas de fachas, con patillas y sin patillas, es opción personal, peligrosa, pero puesta a la luz del día. ¿Cuál es el problema entonces?

Hay un malestar evidente con la enorme inflación que estamos soportando en toda Europa: energía, alimentación, servicios de todo tipo. Muchos son los factores que nos han llevado a esta situación y es imprescindible que se pongan en marcha políticas que, o bien frenen esa subida escandalosa o que se ayude al conjunto de la ciudadanía para poder afrontar, pagar, esos precios. Una condición es que pare, por supuesto, la maldita guerra de Putin, otra es que Europa, como consiguió el viernes el Gobierno de España, sea flexible a la hora de establecer sus políticas comunes, teniendo siempre en cuenta que hay una Europa con más problemas que otra.

Los camioneros tienen todo el derecho a protestar, tienen todo el derecho a la huelga, faltaría más. Nadie discute eso (bueno sí, lo discute los que alientan esta huelga. De hecho, Vox, en su programa, plantea un recorte en el derecho de huelga. Así, sin anestesia, pero por debajo de la mesa apoya y jalea el que se llegue al colapso por desabastecimiento). 

El pasado jueves se llegó a un acuerdo entre gobierno y la Confederación Nacional del Transporte por Carretera, en el cual se daba cumplida respuesta a esas legítimas reivindicaciones, no quedando ni un solo punto que no se abordase en la reunión de negociación o que quedara sin acuerdo. Sin embargo, el sector minoritario, el del Chaleco, ha anunciado que sigue en huelga a pesar de que todas sus reivindicaciones han sido colmadas. ¿Porqué siguen en huelga los de Manuel Hernández −o Manolín como se llamaba su empresa; por cierto, la cerró en 2018 y aún no ha pagado los finiquitos a sus trabajadores− si sus planteamientos han sido tenidos en cuenta, incluso sentándose la Ministra con ellos? La respuesta está en las redes, en el chaleco amarillo o en el otro chaleco que suele equipar a Manolín, el fachaleco: Su objetivo no es sacar adelante las reivindicaciones de los camineros, cosa que ya está logrado, su objetivo es tumbar al Gobierno. Incluso en uno de sus tuits le ponía fecha: antes del viernes de Dolores. ¿Con quienes cuenta en esta estrategia? Según él, puesto que es él mismo el que escribe sus andanzas en las redes, cuenta con Vox, con Ayuso, con Eduardo Inda, con Abascal, con Jiménez Losantos…lo mejor de cada casa. Mientras los camioneros se gastan el gasoil en bloquear polígonos o ciudades, Manolín aparece en redes muy ufano, mostrándonos su parque móvil privado, unos cuantos Mercedes de alta gama, que los habrá comprado con el sudor de su frente, pero que no diga que está pasando hambre o cosas por el estilo: Con la venta de uno solo de sus Mercedes podría pagar a los trabajadores que dejó tirados.

En definitiva −y no quisiera extenderme con comparaciones de lo que se está haciendo aquí con lo que se hizo en Chile en 1973, porque nos pondría los pelos de punta por lo mimético del procedimiento−, hay toda una estrategia donde Manolín, entregado a España por supuesto, trata de hacer, como dice él, el trabajo sucio que no quiere hacer el PP: echar por las buenas o por las malas al gobierno, y para ello ha cogido de rehenes al pueblo español. Una huelga de transporte de mercancías es la más letal, no lo olvidemos. Cuidado por tanto con el del Chaleco Amarillo, el del Fachaleco, al que yo le añadiría a su colección el Chaleco de Fuerza, y que lo disfrute.

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