19 de marzo, el que debería ser el Día Nacional de España (y no es nada)

Ni siquiera en Cádiz es una fecha —el 19 de marzo de 1812— que merezca algo más que un triste encuentro de un puñado de políticos para, cansinamente, colocar una corona de flores en el sitio histórico

Acto por el Día de la Constitución de 1812 en Cádiz, esta semana. AYUNTAMIENTO DE CÁDIZ
Acto por el Día de la Constitución de 1812 en Cádiz, esta semana. AYUNTAMIENTO DE CÁDIZ

El pasado viernes se cumplían 209 años de la proclamación de la primera Constitución española. El 19 de marzo de 1812 en la ciudad de Cádiz, los diputados reunidos en cortes generales, después de casi dos años de debates, un cambio de sede ―de San Fernando a Cádiz― y el asedio de las tropas francesas, aprobaron y pusieron a disposición de la ciudadanía española un texto avanzado, de enorme transcendencia, que recogía lo mejor de la ilustración, las enseñanzas de la revolución francesa creando un nuevo estado bajo el paraguas de la modernidad: España.

Es una fecha histórica, no voy a insistir en ello, la aniquilación del antiguo régimen de las monarquías absolutas, sociedades estamentales, inquisición…al establecimiento por escrito de derechos de la ciudadanía, el propio concepto de esa ciudadanía, la libertad de prensa…el nuevo estado que esbozaba por primera vez derechos, nuevo estado que al igual que en Francia establecía los valores de libertad, igualdad y fraternidad como los vectores de su existencia. ¡Qué hermoso y que emocionante el artículo 13 de esa Constitución que establece que “el objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen”!

Todo eso se debatió desde el 24 de septiembre de 1810 en el Teatro de las Cortes de San Fernando y después en el Oratorio de San Felipe de Cádiz. Es una fecha importante, creo que la más importante en la historia de Cádiz, la más significativa y, si se me permite, también debería serlo a nivel nacional al mismo nivel que lo es el 14 de julio en Francia o el 4 de julio en los Estados Unidos. Es verdaderamente el nacimiento de la nación. El día nacional de España.

Pues no, ni siquiera en Cádiz es una fecha que merezca algo más que un triste encuentro de un puñado de políticos para, cansinamente, colocar una corona de flores en el sitio histórico, algún discursito poco comprometido, elaborado por el asesor encargado de turno, y a otra cosa. Fíjense el despropósito que allí mismo existen tres edificios anexos que son los emblemas de lo que podríamos llamar el distrito o la manzana constitucional: El Oratorio de San Felipe, lugar de celebración de las sesiones de las Cortes de Cádiz; al lado el Museo de las Cortes, en funcionamiento desde la celebración del centenario de las Cortes y por último el edificio anexo al Oratorio que es el Centro de Interpretación de las Cortes.

Cada inmueble gestionado por una institución diferente, con gestiones dispares, horarios distintos y, lo que es peor, ninguno cubre el mínimo necesario para lo que fueron concebidos: El Museo de las Cortes gestionado por el Ayuntamiento de Cádiz y olvidado de la mano de dios, una realidad mortecina desde hace demasiados años; el Centro de interpretación de las Cortes, de propiedad de la Junta de Andalucía y gestionado por una entidad privada, que abre alguna que otra vez, y que no cumple con los mínimos exigibles para tan pomposo nombre. Y por último, la joya de la corona: el Oratorio de San Felipe, que fue íntegramente rehabilitado con dinero público pero que pertenece al Obispado su gestión y que como curiosidad escandalosa tiene que, si han tenido la buena idea de visitarlo, se encontraran varias sorpresas: lo caro del precio de la visita que no cubre expectativas, precio al nivel de la Mezquita de Córdoba, pero sobre todo que cuando salgan de la visita se habrán quedado perplejos al comprobar que nada, absolutamente nada, de lo que hay allí dentro, ni de lo que se explica, nada, hace referencia a su valor histórico: las Cortes de Cádiz, habrá hecho usted una visita a una Iglesia, es la visita a una iglesia, hermosa desde luego, pero nada le hará recordar que ha estado usted en el edificio emblemático del constitucionalismo español.

Para terminar esta queja que suelo hacerme cada año, insistir en la cortedad de miras, y que ésta es de cada partido político, unos porque no creen en lo que en esos lugares se hizo, otros porque tratan de aprovecharse políticamente de su mención y los más, porque ni hay voluntad política ni entendimiento o capacidad para ello. Es una pena, pero es así.

¡Viva el 19 de Marzo! ¡Viva la Constitución de 1812! ¡Viva Cádiz!

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