Verano del 23: otoño

La idea que llega desde Europa de que Milei sería un Berlusconi argentino quizá sea, también, una banalización de lo que representa y pudiera materializar

Javier Milei en una fotografía de hace unos días, preparándose para el proceso de primarias. 'Verano del 23: otoño'
Javier Milei en una fotografía de hace unos días, preparándose para el proceso de primarias. 'Verano del 23: otoño'

Tengo la sensación, en días como el de hoy, de avanzar en el otoño, aunque estamos en un crudo final de invierno y deseando la llegada de la primavera. A esto se le suma que mi afición al teatro me lleva a las salas, lugares muy cuidados, con buenos montajes y una cantidad de público de entre treinta y cincuenta personas. Hay infinita cantidad de este tipo de teatros, que al clima de estos días le añaden más perfume de otoño. Y otoño porque llegué acá del verano europeo. Lo verdaderamente bueno es que llueva.

El otro día me invitaban a merendar en la confitería La Ideal, un lugar revivido para hacer regresar a la emoción del lujo estético a la europea que un día disfrutó Buenos Aires. Ante nuestro pasmo, se fue la luz, en pleno centro del micro centro; titilaban las luces, pero no terminaban de regresar, hasta que lo hizo acompañada por una tímida explosión; a saber lo que aquello fue. Hoy se fue la luz cuando en el teatro el fotógrafo decía exactamente “esa luz la conozco perfectamente”. La obra no era una comedia, pero resultó divertido y teatro en el teatro. Los actores y la dirección de la sala estaban preocupados por el contratiempo y se disculpaban constantemente. Entre el público la comprensión era completa y, además, la obra estuvo muy bien sostenida por løs actores. También en marzo pasado se fue la luz de la Avenida de Mayo y calles adyacentes. La luz se va, en invierno y en verano, en esta mega city de más de veinte millones de personas.

Estamos en plena campaña electoral, acá, y mientras se celebran elecciones a gobernador en varias provincias de esta república federal. Este sí es un país federal. Una campaña muy polarizada, a la vez que fascinante y preocupante. Son las elecciones presidenciales, las que en realidad preocupan en este momento, con representación, digamos, de dos ideologías y tres estrategias electorales. Hablo de las posiciones políticas que tienen, en principio, posibilidades de dirigir el país, aunque serán cinco candidatøs los que tomarán parte en los debates de los días 1 y 8 de octubre próximos. Como buen país federal, el primero se celebrará en la Universidad Nacional Santiago del Estero, en el Norte Grande de Argentina; el segundo, en la Facultad de Derecho de la Universidad Buenos Aires.

Parece que son dos los candidatos con posibilidades de llegar a la presidencia, y seguramente tendrán la necesidad de acudir a una segunda vuelta. Por un lado está un empresario, economista de formación, quien representa el rostro más descarnado del neoliberalismo y la derecha extremada: Javier Milei. En paralelo, con esta misma orientación política, pero con una estrategia electoral diferente, se presenta Patricia Bullrich, que fue ministra de Seguridad de Mauricio Macri, el presidente anterior al actual Alberto Fernández, cuyo ministro de Economía se presenta como el segundo candidato con posibilidades de ganar la presidencia.

Javier Milei, al que en Europa se le atribuye constantemente ser el candidato que ha traído la ultraderecha a la liza política, propone privatizar las pensiones, el servicio de salud, la educación; liberalizar la compra-venta de órganos humanos; la prohibición del aborto; reivindica el mérito; propone una dolarización completa de Argentina, algo esencialmente discutido por unos ciento setenta economistas de prestigio y diferentes orientaciones ideológicas, a los que el propio Milei acusó de fracasados. En este contexto de la dolarización se han producido rocambolescas situaciones, documentadas por la prensa, en que determinadas personas creían, convencidas, que lo que hoy cobran como salario en pesos se convertiría, automáticamente, en dólares americanos. Además, propone revisar la situación de los militares juzgados y condenados por crímenes de lesa humanidad en el contexto de las Juntas Militares (1976-1983). Su nuevo partido, La libertad Avanza, reivindica la libertad, como lo hace Isabel Ayuso, desde el PP, de un modo que queda desdibujado el concepto de libertad, tal y como se venía comprendiendo, y ante el que las fuerzas progresistas no parecen terminar de desarrollar discursos sobre la libertad y las consecuencias de la libertad. ¿Libertad para vender órganos humanos, al mismo tiempo que la prohibición del aborto? Insiste en atacar a los políticos, pero él mismo es diputado en el Congreso de la Nación. El discurso de Javier Milei es calculadamente positivo, de cambio, de novedad, de futuro.

Patricia Bullrich comparte muchas de las propuestas de Milei con diferentes intensidades: no la de la compra-venta de órganos humanos, por ejemplo. Hasta tal punto hay identidad ideológica entre el partido presidido por Mauricio Macri, Juntos por el Cambio, del que Patricia Bullrich es la candidata, que Macri estuvo apoyando con actos públicos de simpatía a Javier Milei, que enojaron a Patricia Bullrich, su propia candidata, y levantaron suspicacias y recelos, todavía presentes. El discurso de la señora Bullrich es destruir el kirchnerismo: la gobernanza de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner (2003-2015), una transformación del peronismo.

El tercer candidato, Sergio Massa, de orientación peronista, actual ministro de Economía, que ha venido siendo acusado, muchas veces, desde las posiciones de izquierdas y desde las propias bases del peronismo, de llegar a cabo una política neoliberal. Esto sumado a que, quizá por la situación de pandemia, el gobierno de Alberto Fernández se sintió falto de energía política y de verdadero carácter para la gobernanza. Massa, junto a Alberto Fernández, lograron hace pocos días que Argentina ingresara en el club de los BRICS, algo rechazado de inmediato por Milei, Bullrich y Macri, pero hay economistas y politólogos que sienten que fue lo mejor que le podía ocurrir a la Argentina.

La falta de liderazgo social, dicho en general y dicho en relación con las bases peronistas, perdido por el gobierno de Alberto Fernández, y perdido por la compleja situación respecto a Cristina Fernández, que hubiera sido la candidata a la presidencia, ha ganado un golpe de timón dado por Sergio Massa. La modificación-eliminación de unos impuestos anacrónicos contra los salarios de trabajadores modestos, el conocido como impuesto-a-las-ganancias, marcó hace unos días el giro copernicano de acción política y de gobernanza desde el peronismo, lo que relanza la figura del candidato Massa y parece que resta adhesiones al candidato Milei; se dice que la candidata Bullrich se apaga sola, con ayuda de Macri.

La República Argentina está en una tasa de inflación interanual del 124%, a fecha de agosto. La situación de pobreza se ve en las calles y resulta incontestable que algo profundo ocurre si se ve lo que está a la vista de todos. Las dos opciones principales parecen ser neoliberalismo-derecha-extremada, orden o una opción peronista pragmática en el cumplimiento con el FMI, dinámica e imaginativa con los BRICS, y de políticas sociales.

La idea que llega desde Europa de que Milei sería un Berlusconi argentino quizá sea, también, una banalización de lo que Javier Milei representa y pudiera materializar. A pesar de la foto que se le escapó a Fátima Flórez, no da para pensar que se pueda llegar a materializar la ficción de un primer ministro copulando con un chancho, de la serie británica Black Mirror. Javier Milei tendría, y las recientes patillas que se dejó, más en Carlos Menem a su referente político, con todo lo que significa. La espectacularización de la política existe, sin duda, pero ningún Trump, ningún Berlusconi, ningún Milei copularían con un chancho. Creo que no. El espectáculo tiene otras características y otras víctimas.

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