Verano del 23: comodidad idiota

Nos contamos el cuento de que todo esto que nos está pasando sería una novedad, pero Fellini estrenó su película en 1983 con una clara crítica social

Uno de los paisajes que se pueden ver en verano.
Uno de los paisajes que se pueden ver en verano.

Va declinando el verano; acaban las vacaciones de los adultos, madres-padres o no; los diarios, digitales o en papel, parecen una miscelánea desorientada, un cajón de sastre. Lo mismo se lee sobre lo mal que trata Europa a los inmigrantes que, la noticia siguiente, løs cocineros jóvenes vuelven al campo: al menos en la foto sale una cocinera también.

El verano se mezcla solublemente con el otoño, ahí la Dana se ha puesto a baldear desde las nubes. Lo mismo hace frío que calor; igual llueve a mares que se abre el terreno agrietado por la sequía. Los incendios lo arrasan todo. E la nave va / Y la nave va.

Nos contamos el cuento de que todo esto que nos está pasando sería una novedad, pero Fellini estrenó su película en 1983 con una clara crítica social. En la primera Cumbre para la Tierra, en Estocolmo, 1972, ya se habló del cambio climático y se recomendó tomar medidas de protección de la naturaleza. En 2023 hay una larga lista de políticos que niegan el cambio climático o se niegan a tomar verdaderas medidas de acción para la protección del medio ambiente. Y la nave va, de Fellini, tampoco parece haber advertido a nadie sobre la catástrofe social de neoliberalismo. Así seguimos, haciéndonos de nuevas ante todo lo que venimos negando por pura comodidad idiota. Idiota porque esa presunta comodidad nos arrastra a la catástrofe y, sin embargo, nos dejamos llevar porque todo el mundo se deja llevar. Los que no se dejan llevar no cuentan, porque son almas díscolas y como tales sin reputación ninguna para la masa a la que le gusta ser amasada.

Necesitaríamos un verdadero plan de choque para detener el avanzadísimo deterioro del Planeta, pero en lugar de modificar nuestra mentalidad sobre el transporte urbano nos entregamos a la siguiente destrucción del planeta mediante la extracción del litio. Lo mismo me dé si es en Cáceres o en Jujuy. Cambiamos el caballo por el coche y ya muchøs no se sienten nadie si no van subidos a algo, que en definitiva es ir encima de alguien. Ese deseo de estatus, de ser alguien, pongamos un caballero, sigue materializado por la posesión de un automóvil y su uso. No cala el pensamiento colectivo del bienestar, ni hablar del bienser. Erich Fromm, en 1976, publicó ¿Tener o ser?: como si nada. El mundo sigue queriendo tener, poseer, algo que destruye el mundo.

Es interesante darse cuenta que las vacaciones, por ejemplo, pueden ser un tener o un ser. Un tener si para lo que las vacaciones sirven es para usarlas como un puro objeto de prestigio, estatus y darse pote; un ser si nos devuelven a nosotrøs mismøs. El coche es un tener, el ser lo lleva el autobús; si el sistema de transporte no funciona bien, para eso está la acción social comunitaria: las propuestas y las protestas.

Que una ciudad de 120.000 habitantes tenga 30.000 perros censados y todos estén educados para cagar y mear en la calle es, si lo pensamos bien, varios escándalos a la vez. El primero, la falta de respeto hacia la comunidad. El segundo, un problema de salud pública. Cadi no debería permitirse a sí misma una situación tal. Ninguna ciudad ni pueblo deberían permitirse a sí mismos hacer como que no ven ante problemas tan claramente graves. Aunque ya lo contó Ibsen en El enemigo del pueblo, 1883: un hombre bueno puede empezar a olvidarse de hacerle ver a su comunidad lo equivocada que está. Esta reflexión, sin embargo, no debería conducir a nadie al deseo de una dictadura de sabios.

Tenemos un problema, que diría la película Don’t look up, No mires para arriba, 2021, ni te hagas enemigo del pueblo: date pote con tu coche y déjate de mandangas de querer ser mejor persona. Sal de casa una hora antes para poder aparcar: “es lo que hay”.

Es lo que hay, una de las frases que más estulticia encierra. Haber hay muchas cosas y sobre todo muchas posibilidades. Aceptar que un orden superior no permite cambios, sino solo aceptación, es reducirse a sí mismo a la esclavitud. Las vacaciones quizá hayan servido para  vivirlas más que para contarlas, aunque claro que gusta contarlas, pero por haberlas vivido.

Ahora que se disuelve el verano en este otoño agreste y sobrevenido, aunque las gotas frías, ahora Dana, fueron nombradas en 1886 (Kaltlufttropfen), y el 26 de agosto de 1983 destruyeron una buena parte de Bilbao y muchos otros pueblos y ciudades de la región. A quienes digan que no hay cambio climático en esto hay que explicarles que el fenómeno se ha vuelto más frecuente y más extremo, y lo será aún más. ¿Qué hacemos?

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