Nicole Kidman interpretando a Virginia Woolf.
Nicole Kidman interpretando a Virginia Woolf.

Un libro clave para las feministas es Una habitación propia de Virginia Wolf (Un cuarto propio, en la traducción de Jorge Luis Borges), en el que la gran autora nos cuenta, ya en 1929, como tener un espacio propio es vital para la vida de las mujeres. En él afirma: “para escribir novelas una mujer debe tener dinero y un cuarto propio, y eso, como ustedes verán deja sin resolver, el magno problema de la verdadera naturaleza de la mujer y la verdadera naturaleza de la novela”.

La vigencia de esta expresión, escribí en una ocasión, “tener dinero y un cuarto propio es evidente, porque las mujeres, sin espacio autónomo y recursos económicos, no podrán tener voz propia”. El escritor Kirmen Uribe, prologuista del libro de Virginia Wollf, escribe: “Sigue existiendo una violencia estructural hacia las mujeres. Una violencia no solo física, sino también de lenguaje, de relaciones de poder, al fin y al cabo, en el que el hombre siempre pretende imponerse”

El poder masculino es lo natural, lo lógico, no en vano llevamos siglos, desde que el mundo es mundo, viviendo en una sociedad patriarcal donde las reglas de funcionamiento han sido hechas por y para los hombres y nosotras hemos vivido subordinadas a ello, sin tener vida propia.

Las mujeres fuimos excluidas del reconocimiento de los derechos  y empleamos siglos en la lucha por su consecución formal, -que aún no es real-, y estamos viviendo las consecuencias de la crisis del 2008, que ha provocado una desigualdad pavorosa, con un retroceso enorme de los derechos de todos, y, especialmente, de niñas y mujeres.

La médula de la sociedad patriarcal no se ha roto. Nuestra deuda histórica, todo lo que hemos conseguido, se lo debemos a generaciones y generaciones de mujeres, al movimiento feminista, que es un movimiento social, plural y diverso. El feminismo ha tenido siempre “mala prensa”, porque ha cuestionado las propias raíces del sistema patriarcal, y hoy, en momentos de pensamiento débil, de crecimiento de los populismos y  de incremento de  las desigualdades, el feminismo lo anatematizan aún más; llegan a llamarnos “feminazis”, sin que nunca nadie haya dicho nada sobre que significa tal aberrante concepto ni lo de “la ideología de género” ni barbaridades al uso.

Las mujeres somos las reproductoras de la especie humana y la recompensa ha sido nuestra exclusión social absoluta. Hoy la falta de libertad y la desigualdad, se van extendiendo, como un terrible mancha, evidenciando aquello que dijo Rousseau de que “sin igualdad no hay libertad” que hoy se evidencia, más que nunca. Crecen las desigualdades y la libertad va despareciendo. Está ocurriendo, en España y en el mundo. El problema de los refugiados, que huyen de la guerra que los asola, y de la inmigración, que huye de la pobreza que lo mata, es sobrecogedor. Afecta a hombres, mujeres y niños, pero más a mujeres y niñas, en condiciones aún más precarias.

En el prólogo del libro, Un cuarto propio, Kirmen Uribe escibe: “Diría que Wolf acierta con la reivindicación de un cuarto propio, da voz no solamente a las mujeres, sino a todas las individualidades  y comunidad, que en algún momento se han sentido excluidas y sin lugar. Resumiendo, abre ventanas a la libertad”.

 El “cuarto propio” de Virginia Wolf es hoy un símbolo para las mujeres, un grito, que reivindica el derecho inalienable a tener una vida propia, una vida nuestra, y no dependiente de nada ni de nadie. 

Tener vida propia, libres e iguales, con independencia económica, un trato igual en el ámbito laboral, sin brechas salariales y libres de acosos, violaciones, violencias asesinas, explotaciones sexuales de todo tipo; sin prostitución ni vientres de alquiler, sin seguir siendo, ni un segundo más,  solo objeto de placer para los hombres. Queremos tener esa vida propia que el patriarcado, y todos sus derivados machistas, nos ha negado durante siglos. Acabar con el patriarcado ya, porque la vida, nuestra vida, nos va en ello.

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