Una Feria de fuegos, luces y sombras

Sebastián Chilla.

Jerez, 1992. Graduado en Historia por la Universidad de Sevilla. Máster de Profesorado en la Universidad de Granada. Periodista. Cuento historias y junto letras en lavozdelsur.es desde 2015. 

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Ocho días de Feria -todos sabemos que en realidad son más- para ‘ahogar’ las penas. Por favor, media botellita.

Jerez, sábado 30 de abril de 2016. Una multitud espera impaciente en el Parque González Hontoria la inauguración de la Feria del Caballo. El sol se esconde; entre gritos y polémica, los jerezanos, jerezanas y ciudadanos del mundo se aproximan –sorprendidos- al Real. La manifestación convocada por SIP y CGT a causa del Plan de Ajuste –autorizada por la subdelegación del Gobierno pese a la inseguridad que conlleva- mancha la postal. Los foráneos preguntan: ¿De qué se trata? ¿Por qué se manifiestan? Algunos critican indistintamente a los manifestantes y al Ayuntamiento –en Feria todo vale- y otros ignoran la concentración en busca de un buen sitio entre el gentío. Las diez de la noche, los fuegos artificiales comienzan, las cámaras y los móviles salen a la caza de la mejor instantánea. Comienzan las dudas: ¿Por qué están tan bajos? ¿Alguien los ve? Azules, rojos, dorados… las luces se encienden, el alumbrado –afortunadamente este año reluce con mayor esplendor– ilumina todo el Real, la gente aplaude y comienza (oficialmente) la fiesta. El chinchín de los catavinos suena entre selfies y risas. Los fuegos artificiales continúan, cada vez más altos, tocando el cielo de la (gran) ciudad con mayor desempleo de España en plena víspera del olvidado Primero de Mayo, Día del Trabajo.

La noche sigue y las medias botellas bailan, al paso de aquel famoso anuncio flamenco de González Byass. Al otro lado, en la Rosaleda, en otro tiempo parque botánico, rosal y lugar de disfrute para el paseo, otras botellas –más enteras que medias- corren. La basura inunda los suelos del botellódromo que cada Feria se establece en este emblemático lugar. Pero este año la estampa la completan los cimientos del Hontoria Garden Bar, un excéntrico restaurante bar de diseño que pronto presidirá una de las entradas del Parque González Hontoria. El anterior gobierno municipal vendió un trocito más de nuestro patrimonio a una sociedad que aspira a ‘resucitar’ la Rosaleda. Un ‘ambicioso’ proyecto con vistas hacia ninguna parte; un parque desolado, sucio y derruido que hace décadas bien podría destacarse entre las mejores zonas para el recreo de nuestro entorno. Pero no importa, Jerez es así. Sus fuegos, sus luces y sus sombras. Ocho días de Feria -todos sabemos que en realidad son más- para ‘ahogar’ las penas. Por favor, media botellita.

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