Ellos, cuando abren los ojos, siguen desamparados ante un sistema educativo que los abandona, que se ríe de ellos porque los cree débiles e indefensos.
Imagínate que es el primer día de colegio de tus hijos. Haz el esfuerzo de recrear sus sonrisas, la emoción que bulle en su interior ante las nuevas experiencias que les esperan.
Ahora imagina que tu hijo tiene una alteración genética que afecta a su desarrollo psicomotor y que le causa una discapacidad del 93%.
Quiero que trates de visualizar también cómo debe sentirse tu hijo si al llegar a clase, ese lugar dónde debe sentirse cómodo y seguro, no cuenta con los materiales necesarios para su correcta adaptación. Si en vez de una silla preparada para sus condiciones, sois vosotros los que debéis llevar la vuestra de casa. Si la mesa en la que vuestro hijo va a aprender y a desarrollarse como persona no le permite progresar. Si es un pupitre normal forrado de corcho para evitar que se haga daño cuando pierde el control encefálico.
Ahora imagínate que como padres habéis resuelto todos los trámites pertinentes, habéis luchado contra la marea burocrática que amenazaba con ahogaros por momento y aun así seguís esperando una ayuda que nunca llega.
Quizás vosotros tenéis la suerte de sólo tener que imaginároslo, pero para María y David, mis tíos y padres de Miguel, esto es una realidad. Ellos, cuando abren los ojos, siguen desamparados ante un sistema educativo que los abandona, que se ríe de ellos porque los cree débiles e indefensos.
Ante ellos se suceden las llamadas, las reuniones y la insistencia por su parte. Pero la Junta parece hacer oídos sordos. El puesto de profesor de apoyo, cuando llega, tarde y mal, va rotando, causando lógicamente estragos en la conducta del niño que tiene que enfrentarse habitualmente a desconocidos que no conocen su perfil.
Cada jueves, al no contar con el servicio de apoyo necesario, María ha tenido que acudir al colegio para hacerse cargo de esta función, además de tener que ir determinados días a darle el tentempié de media mañana al negarse algunos de estos profesionales a asumir una responsabilidad que no les corresponde, como la ingesta de líquidos (por temor a que se atragante y le pidan asumir responsabilidades) .
No es lógico que sea su madre la que tenga que ir a realizar estas tareas, tareas que no le corresponden, ya que Miguel tiene el mismo derecho que el resto de sus compañeros a poder cursar una educación de calidad, no a verse envuelto en esta situación de precariedad y discriminación a la que se enfrenta un niño que sólo quiere ser eso, un niño.


