¿Un plan de paz para Gaza o un plan de colonización?

El ejército israelí sigue bombardeando sus zonas designadas como seguras en el centro de la Franja

02 de octubre de 2025 a las 09:51h

Trump ha lanzado una propuesta de acuerdo para Gaza, un plan de paz. Veinte puntos para una especie de compra venta colectiva de la Franja. Netanyahu está de acuerdo, aunque matiza que si Hamás no acepta acabará la tarea. Laerke, portavoz de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (OCHA), afirma que "solo un 18 por ciento del territorio de Gaza no está bajo órdenes de evacuación o zonas militarizadas". Poca tarea le queda a Israel. Ahora toda la atención está centrada en Ciudad de Gaza, pero el ejército israelí sigue bombardeando sus zonas designadas como seguras en el centro de la Franja. Palestinos de todas las edades siguen muriendo de hambre, los hospitales a duras penas sobreviven, los gazatíes están en continuo desplazamiento forzado, el etcétera del genocidio que está cometiendo Israel. 

Durante meses y meses, cualquier acuerdo de paz que se ha propuesto en el Consejo de Seguridad de la ONU ha sido vetado por Estados Unidos. Solo un acuerdo salió adelante, el de enero de 2025, que Israel rompió unilateralmente en marzo. No les van los acuerdos en organismos “públicos” con luz y taquígrafo, prefieren los acuerdos “privados”, el actual probablemente ultimado en los pasillos de la ONU en esta última reunión de su Asamblea General. Un plan que más parece un boceto a carboncillo que un cuadro que contenga detalles precisos. La letra pequeña de este acuerdo no se conoce, y puede que no se llegue a conocer, solo deducir. Por supuesto, después llegarán las negociaciones. Negociaciones trucadas de antemano, porque solo sale adelante lo que consiente Israel con el beneplácito de Estados Unidos.  

 Netanyahu dice que sí, que sí, que apoya el plan de Trump, pero que eso de reconocer el estado palestino ni mijita y que además “no está escrito en el acuerdo”. Y lleva toda la razón. Para quedar bien con algunos países y su opinión pública dice el punto 19 “podrían darse las condiciones para una senda creíble a la autodeterminación y la estatalidad palestina, que reconocemos es la aspiración del pueblo palestino”. Podría, verbo en condicional. Senda creíble, ¿quién valorará la credibilidad? Reconocemos que es la aspiración del pueblo palestino, y les ha faltado añadir: y que por nosotros puede seguir siéndola, pero de realidades, nada. 

Cuando terminé de leer esos veinte puntos no sentí que hubiera leído un plan de paz, sino un plan de colonización, camuflado de buenas intenciones inespecíficas. También se me vino a la mente una imagen: Gaza como un piso multipropiedad con vistas al mar. Un mar con valiosos yacimientos de petróleo y gas natural, gran parte de ellos sin explotar. Una riqueza natural del pueblo palestino, les pertenece, pero su pobreza nunca ha permitido que desarrollen los medios para explotarla. Ahora con este acuerdo otros podrían hacerlo, además de Israel que ya lo hace parcialmente. ¿Qué beneficio les reportaría a los palestinos?, ¿el mismo que a los habitantes del Congo les reporta el coltán? 

Me resulta curioso cómo en las últimas semanas se hablaba del progresivo aislamiento de Israel en el plano internacional y ahora, de un día para el siguiente, y no es un decir ni metáfora, la inmensa mayoría de países europeos y de Oriente Próximo aplauden este plan y muestran extrema conformidad sin un ápice de crítica o cuestionamiento, incluido España. Como también me ha resultado llamativo que Abbas, en nombre de la Autoridad Palestina, haya hecho afirmaciones que no concuerdan con los acuerdos a que llegaron las diferentes facciones palestinas para hallar la mejor solución posible de gobernanza de cara a un plan de paz. 

Y hablando de la Autoridad Palestina, esta ha expresado su satisfacción por los esfuerzos “sinceros y decididos” del presidente Trump. ¿Sinceros? ¿De verdad? ¿Un esfuerzo sincero por acabar con este genocidio se realiza después de dos años proveyendo EE.UU. de armamento, recursos de Inteligencia, tecnología y apoyo económico a Netanyahu, más la manifestación reiterada de su apoyo incondicional? Si consideran oportuno apoyar el plan de Trump, es su tierra, sus gentes, son sus decisiones, pero, por favor, no quieran poner en un pedestal al coautor de un genocidio. 

A lo mejor este plan es el boceto a carboncillo de tanto silencio cómplice y tanta inacción por parte de Europa y los países acaudalados de Oriente Próximo. ¿De eso se trataba, de no hacer nada hasta que no estuviera el pescado vendido? ¿Con esto se pretende borrar el genocidio de la realidad, de la memoria colectiva? ¿Pasemos página que todos somos muy buenos? ¿Y, como siempre, los que no estén de acuerdo malos malísimos que le desean lo peor al pueblo palestino? 

El colonialismo acaba por pasar desapercibido a la opinión pública, y en boca de los gobernantes se convierte en algo magnífico. Hace siglo y medio era llevar la religión, la medicina, la educación a los “negritos” que vivían como salvajes, y quedarse con todas sus riquezas naturales, claro. Ahora es llevar la paz al pueblo palestino, librarlos de los “terroristas” de Hamás y que tengan edificios modernos y alimentos, una educación y unos trabajos dignos, una sanidad con todo lo necesario, unos abastecimientos salubres, etcétera, como si antes no le hubiéramos dado permiso a Israel para destruir todo esto al completo. Y por supuesto Toni Blair al frente de la gestión colonizadora, de tan amoroso recuerdo como adalid de la guerra de Irak, esa de las “armas de destrucción masiva” que no existían, pero que sirvió para que murieran cientos de miles de iraquíes. 

Como soy malpensada también se me ocurre que ni a Estados Unidos ni a los países ricos de Oriente Próximo les conviene que Israel alcance más poderío del necesario, así que mejor parar ya. Dejar que Netanyahu y su gobierno consigan su “trofeo Ciudad de Gaza” para este 7 de octubre, y así después quizá esté más asequible a otras propuestas, que no dejarán de ser de su gusto: un gobierno provisional no palestino, es decir, colonial; permanencia del ejército israelí en la Franja que irá entregando progresivamente territorio a unas fuerzas internacionales, sin marco temporal, lo mismo puede ser un año que diez, o nunca, el caso es que sigue siendo una ocupación militar; atraer a los mejores inversionistas, y aquí se le ve el plumero a Trump gran empresario... y hasta un nombre nuevo, al menos figura en mayúsculas en el punto 14: Nueva Gaza.  

Y por mucho que el punto 16 del plan afirme “Israel no ocupará o se anexionará Gaza”, la realidad es que la Franja de Gaza es a día de hoy un territorio ocupado y Cisjordania un territorio en el que han aumentado las zonas de ocupación con las recientes órdenes gubernamentales del gobierno israelí, un territorio en vías de seguir siendo ocupado entre esto, los desplazamientos forzados de su población, la violencia de los colonos sobre los habitantes palestinos, el apoyo del ejército israelí a las mismas, la destrucción de viviendas, escuelas, centros sanitarios... Todo esto suena, ¿verdad? 

La Franja de Gaza es Palestina, Cisjordania es Palestina y todo parece estar haciéndose de espaldas a ellos y “por ellos”: sin poder decidir sobre su gobernanza, su economía, su bienestar... Por ellos, pero sin ellos. Un pueblo sobre el que se está cometiendo un genocidio y al que se priva de su derecho a decidir sobre su tierra y sus vidas.

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