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Es un lugar común entre militantes socialistas decir que el PSOE es el partido que más se parece a España —acaso entre no socialistas también ese aserto tenga recorrido—, y la asamblea que vivió la agrupación de Jerez del PSOE en la tarde del lunes es un buen ejemplo para seguir abonando ese extendido criterio. Apenas un 10% de la militancia acudió a la llamada de los órganos de dirección de la agrupación Ramón de Cala de Jerez, y esto en un momento en el que el enfermo, en estado terminal, necesita de cuidados extremos e implicación sin cuento, de visita y mimos de sus familiares y amigos más íntimos. La hora de la cita para la visita al enfermo —5:30 de la tarde de un día laboral— no es ajena a esa falta.

Diríase que se pretendía esa enajenación de la militancia en las decisiones de vida o muerte que han de adoptarse esta semana.” Dejadme sólo” —frase muy torera y española— ha entonado la ¿dirección? del partido o —llamémosle por su nombre— las baronías que, ajenas por completo al control federal, sin que su poder quede en forma alguna regulado por los estatutos. Ordenan, mandan y expulsan a quien no hace otra cosa que obedecer órdenes y cortapisas demenciales —“no dejes gobernar, ni formes gobierno”, Araceli Maese, dixit— emanadas del comité federal, tomado al asalto por esas mismas baronías sin freno ni bocado.

El PSOE se parece a España y reedita por esa razón el mito de las dos Españas y los bastonazos de Goya y, así, mientras la mitad de la militancia exige con firmas —sin la necesaria estructura— la convocatoria urgentísima —como corresponde al estado del enfermo— de un congreso federal y la elección por primarias de un secretario general; Susana Díaz impone en  Sevilla su unanimidad —tan impropia de una sistema democrático— para la propuesta de abstenerse frente a Rajoy; “quien se mueva no sale en la foto”. Simplificando, diríase que quienes militan en el partido y quienes cobran de él piensan y actúan de forma radicalmente distinta. Sus intereses y su opinión son contrarios, contrapuestos y destinados a un choque de trenes.

La asamblea de Jerez —a la que por primera vez en mi recuerdo debí presentar DNI para acceder— dejó también fuera a militantes de las pedanías y a recién vueltos a la militancia, aun no adscritos a Jerez por cuestión burocrática, al tiempo que abría sus puertas y su atril a militantes de Sanlúcar y Cádiz —sin relevancia intelectual— pero abiertamente defensores del estado de coma en el que se encuentra el partido, del que, acaso, en su muy escaso nivel, son también responsables. Ellos que hasta ayer gritaban un demencial "no es no", hoy suspiran por la abstención, como mañana lo harían —probablemente— por un "sí", si en el camino se les aparece San Telmo…. patrón de las mareas….

Frente a ellos, apenas 50 militantes —menos quizás— que, con diferentes discursos, plantaron cara a la nueva “oficialidad” in pectore… Entre unos y otros, notabilísimas diferencias. Todas las diferencias, ni un solo punto de encuentro. Si acaso, con la objetividad que no tengo, como militante, pero que tal vez me resta por la profesión que tanto tiempo ejercí como periodista, una foto que acaso refleja con literalidad lo ocurrido en Jerez, lo que ocurrió en Sevilla y lo que el sábado —con la calle tomada por militantes de toda España—, probablemente, ocurra en Madrid: quienes viven de la política quieren la abstención, quienes viven de su trabajo quieren mantener la identidad, preservar la esperanza que representó el PSOE para España y guardar el espacio político del socialismo, contrario a las políticas liberales y a la derecha: por caminos encontrados, unos y otros, parece que todo lo que queremos es mantener nuestra dignidad…

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