Todo por los churros

Las churrerías no solo son un establecimiento, sino que se convierten en un espacio en el que hablar y compartir las pequeñas cosas de la vida

Churros con chocolate.
Churros con chocolate. MANU GARCÍA

Los cirios quedaron guardados en las estanterías, mientras que los volantes empiezan a abrirse paso en el Real de la feria. Durante estos días de fiesta y diversión, las resacas son importantes. También, hoy los días duros de trabajo a veces precisan de un buen desayuno.

A diario, nuestra tierra imparte una cátedra sobre el buen desayuno. Y un componente de esta primera comida del día son los churros. Esta masa de harina, incluida por algunos cocinillas entre las frutas de sartén, tiene un origen histórico en la época de Al-Ándalus. Podría decirse que los churros son una parte de la historia de Andalucía.

La regla no escrita es indicar el pecado y no el pecador. Por un momento, permítanme una licencia para centrarnos en la cantada garrafal y no en su autor. Un ayuntamiento andaluz,  de cuyo nombre prefiero no destacarles, ha tomado una decisión cuanto menos salomónica: eliminar los churros del callejero de la ciudad.

 ¿Los churros están en peligro de extinción? Parece que en algunos lugares sí, esgrimiendo los técnicos municipales ante peticiones de licencias que el tratamiento de las masas fritas debe ser eliminado porque es malo para la salud. En todo caso, se usa una norma reglamentaria municipal 

Sin embargo, unos churros artesanales suponen una opción saludable para el desayuno. Tan solo hay que fijarse en su valor nutricional por cada 100 g, aportando unas 151 calorías y una cantidad insignificante de grasas, muy lejana a la que pudieran proporcionar unas galletas industriales.

Asimismo, las churrerías no solo son un establecimiento, sino que se convierten en un espacio en el que hablar y compartir las pequeñas cosas de la vida. En definitiva, ninguna agenda institucional, por muy globalista, universal y actual que sea, debe eliminar este sencillo y valioso manjar capaz de despertar a la persona más rota y destrozada.

Durante la Guerra de la Independencia, los españoles acuñamos el lema "todo por la patria". Por último, resulta oportuno cantar a los cuatro vientos este eslogan, por nuestra tradición y la actividad económica que puede suponer para muchas familias: "todo por los churros". Que así sea.

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