Segunda temporada de la constitución chilena

El problema central es que muchos piensan que el Derecho es sólo política

El nuevo presidente de Chile, Gabriel Boric, junto a su equipo. El Estado inteligente.
El nuevo presidente de Chile, Gabriel Boric, junto a su equipo. El Estado inteligente.

Nadie se puede perder la temporada que viene porque la primera fue magnífica. Desde los primeros episodios luminosos te ibas adentrando en las sombras de personajes como Elisa del Carmen Loncón, la mapuche académica reconocida por el Gobierno vasco en su defensa de la plurinacionalidad y del amor democrático (esta sintonía entre pueblos originarios oprimidos es escalofriante) o Rojas Vade, que hizo de mártir estafador en la lucha por la sanidad pública. Los episodios se sucedían a la par que el proceso se embarraba y el proyecto constitucional empezaba a flaquear. Hoy no hago spoiler cuando recuerdo que llegando el gran día, con todo ensamblado, resultó que aquello no había por dónde cogerlo. Era una obra de arte abstracto contemporáneo. ¿Se coloca así o al revés? se preguntaban los encuadernadores. Daba igual, las fatigas para llegar allí justifican la votación. ¿Y qué dijo el pueblo? ¡Que No! Un final insuperable, la verdad. ¿Chile plurinacional, paritario, intercultural, ecológico y deportista desde primera hora de la mañana? No, gracias. ¡Al cajón! La desolación en la izquierda y los nacionalistas fue enorme. ¿¡Qué nos ha podido suceder!? 

Pero hay que vivir el presente ¿no? y en 2023, todo se plantea con más mesura. Esta segunda temporada que empieza seguro que no será tan trepidante, pero al menos servirá para contemplar la belleza que dibuja el sentido común en la Historia, ya sea en Chile o en España. Así, en los meses que vienen, un grupo de 24 expertos elaborará el texto y luego pasará otra vez a las urnas. No se lamenten y maldigan a la Historia, al capitalismo o al Rojas Vade, el proyecto rechazado tiene sus méritos y de alguna forma será aprovechado por los técnicos, sólo que hay que reordenarlo, recortarlo, coordinarlo, simplificarlo… De la verborrea juvenil a la sólida prosa romana. Se trata de no comprometer a la población con heroicidades. Sería conveniente, por ejemplo, aprovechar las ideas germinales sobre función social de los recursos naturales, o las diferentes formas de participación democrática. Pueden impulsar nuevos debates constitucionalistas. Pero hay que articularlas con sumo cuidado para que no generen más problemas de los que puedan reportar en los muchos años a los que aspira a durar toda constitución.

También nosotros sabemos aquí en España algo sobre lo insoportable que puede resultar una ley mal hecha. El problema central es que muchos piensan que el Derecho es sólo política —aún hay gente ruin que le echa la culpa a un contubernio judicial por no transgredir el principio de legalidad, la misma legalidad sobre la que se asienta lo que ellos y ellas han propiciado—. Habría que saber ya a estas alturas que el Derecho es también una técnica. Y como toda técnica, fría y objetiva. 

Archivado en:

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído