Se secó el Slims

Aunque ya no habláramos, aunque uno fuera al norte y otro se quedara en el sur, aunque ya no te tenía en mi vida. Siento que hoy he perdido un poco más a la niña

Antonia Nogales

Periodista & docente. Enseño en Universidad de Zaragoza. Doctora por la Universidad de Sevilla. Presido Laboratorio de Estudios en Comunicación de la Universidad de Sevilla. Investigo en Grupo de Investigación en Comunicación e Información Digital de la Universidad de Zaragoza.

Se secó el Slims. Un joven Brad Pitt en un fotograma de 'El río de la vida'.
Se secó el Slims. Un joven Brad Pitt en un fotograma de 'El río de la vida'.

En mayo de 2016, el río Slims se secó. Ocurrió en tan solo cuatro días, en el Norte de Canadá. El Slims era un río de unos tres metros de profundidad que llegó a tener hasta 150 metros en su punto más ancho. Cada temporada, cuando se derretía el glaciar Kaskawulsh, sus aguas heladas bajaban hacia el norte por el río, se unían con otro cauce, el del Yukón, y desembocaban hechos uno en el mar de Bering. Pero tan solo cuatro días fueron suficientes para secar el Slims. En aquella primavera de hace ahora un lustro, el glaciar se derritió más rápido que de costumbre, lo que hizo que su agua se desviara hacia el sur y desembocara en el océano Pacífico. Ahora, el Slims está muerto y los científicos prevén que será para siempre.

La ciencia responsabiliza al calentamiento global de esta pérdida y la mano del hombre parece ser la principal causante. Cambio climático, piratería fluvial y grandes ausencias nos asolan en estos tiempos. Un mal de nuestros días eso de trastocar y pervertir lo que la naturaleza creó en una dirección, lo que siempre fue hacia el norte de pronto fue hacia el sur. Y luego nunca más fue.

En el extremo norte del mundo, los ríos son muy importantes. Tanto que en Montana, estado fronterizo con Canadá, un río llegó a ser la constante de dos hermanos distanciados. Ocurría en El río de la vida, aquella película que dirigió Robert Redford en 1992 y que supuso el primer papel importante para un joven Brad Pitt. En la cinta, dos hermanos muy distintos, a los que la vida llevó también por caminos diferentes, se encuentran unidos por aquel lugar donde aprendieron a pescar. Aquel río era su constante, lo inmutable, lo que permanece. Pero, en cambio, el Slims se secó. En cuatro días, y ya no lo veremos más.

Cuando la constante desaparece, se pierde la referencia. Ocurre algo así cuando perdemos a alguien que ha formado parte de nuestra infancia, de aquella parte profunda y pura de lo que fuimos. Es posible que, con el paso de los años, ni siquiera tengas trato con esa persona, o que vuestros mundos sean tan distintos que no conservéis nada en común. Pero hubo un tiempo en el que existió un vínculo, en el que aprendiste a reír y empezaste a descubrirlo todo. En el que brotó una historia. Una historia de juguetes compartidos, de salidas al parque, de montar en las atracciones y lucir pequeños trajes regionales para una foto inolvidable. Hubo un tiempo en el que —ahora lo sé— aquellos primeros ojos azules, luminosos e infinitos, iban a ser el presagio de otros que me acompañarían siempre, que se iban a convertir en mi constante, en mi propio río de Montana.

Ahora te has ido y yo no sé muy bien cómo entender mi infancia. Porque aquellos años son contigo, porque tú siempre estarás en ellos. Aunque ya no habláramos, aunque uno fuera al norte y otro se quedara en el sur, aunque ya no te tenía en mi vida. Siento que hoy he perdido un poco más a la niña. Te la has llevado tú. Con una prisa injusta, con una precipitación que duele como una cuchilla, con una premura salvaje. Como se secó el Slims.

Si has llegado hasta aquí y te gusta nuestro trabajo, apoya lavozdelsur.es, periodismo libre, independiente y en andaluz.

Comentarios

No hay comentarios ¿Te animas?

Lo más leído