«Se echó al monte la utopía perseguida por lebreles, que se criaron en sus rodillas y que al no poder seguir su paso, la traicionaron; Y hoy, funcionarios del negociado de sueños dentro de un orden, son partidarios de capar al cochino para que engorde». Recurro, en esta ocasión, a estos versos de Joan Manuel Serrat para comenzar una reflexión semanal que, como habréis podido imaginar, abordará la crisis desatada en el seno del Gobierno andaluz, como consecuencia del realojo de urgencia, por parte de la Consejería de Fomento y Vivienda, de las familias que hace unos días fueron desahuciadas del edificio bautizado como Corrala Utopía, la decisión unilateral de la presidenta de la Junta, Susana Díaz, retirando las competencias en materia de adjudicación de viviendas públicas a la consejería encabezada por Elena Cortés, y la respuesta de IU, suspendiendo temporalmente el acuerdo de gobierno hasta que sea derogado el decreto que incluye la citada retirada de competencias. Y lo hago porque considero que, mαs allá de las consecuencias que pueda tener el conflicto en el futuro del actual gobierno andaluz, los hechos son dignos de una reflexiσn en profundidad.

Y es que, como era de esperar, la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, no ha tardado en reaccionar a la decisión de la consejería de Fomento y Vivienda, en manos de IU, de realojar a esas familias que, habiendo sido desahuciadas días antes, se encontraban en claro riesgo de exclusión y vulnerabilidad. Y digo que era de esperar por una cuestión que nadie debería pasar por alto: la evidente falta de empatía del PSOE con la mayoría social y sus amistades peligrosas con el poder empresarial y bancario de este país. De lo contrario, sería imposible entender por qué Susana Díaz miró hacia otro sitio mientras se ejecutaba el desahucio de la Corrala Utopía y, en cambio, reacciona con precipitaciσn cuando la consejería de Fomento y Vivienda, conforme a la misma sentencia que avalaba el desahucio y a la legislación vigente, dispone lo necesario para cubrir las necesidades básicas de las familias que, como consecuencia del desahucio, quedaban en riesgo de exclusión social.

Hablan, Susana Díaz y el PSOE, de listas de espera. Pero la urgente necesidad no entiende de plazos. Dicho de otro modo, no se puede enviar a una lista de espera a quien acude a un hospital atacado por un infarto, como no se puede hablar de listas de espera cuando hay familias en la calle, con niños en muchos casos, sin más refugio que el techo de los puentes. Porque lo de las listas de espera es una trampa. Y lo es porque su existencia no es incompatible con el deber de las administraciones de atender, por vía de urgencia, las situaciones más extremas.

Pero, que nadie se lleve a engaño, el PSOE no reacciona así porque crea que se está incumpliendo la ley porque, de hecho, no existe tal incumplimiento. Existe una ley andaluza que prevé los realojos de familias con necesidad urgente de vivienda sin pasar por los registros de demandantes de pisos protegidos. Y ellos lo saben. El PSOE reacciona de esa forma por otras muchas razones, algunas de las cuales me dispongo a enumerar.

Por un lado, los pesoístas (permitid que evite llamarles socialistas) hace tiempo que consideran que IU no es buen compañero de viaje. No para ellos. Las políticas de Izquierda Unida les obligan a pringarse, a tomar partido, a convertir en acción su palabrería barata de izquierdas. Porque el PSOE no está en disposición de hacer según qué cosas. Y ahí, en el contraste, es donde queda en evidencia que su pretendido discurso de izquierdas se queda en nada cuando hay que llevarlo a la práctica. Dicho de otro modo, todos sabemos que lo mejor de esta legislatura en la Junta de Andalucía ha venido de la mano de Izquierda Unida. Y eso, que cada vez se visibiliza de forma mαs nítida y es más peligroso para los intereses de Susana y compañía.

Por otro lado, las encuestas les son favorables y, aunque no hacen presagiar un escenario de mayoría absoluta, sí les otorgan una victoria en caso de que, como todo hace prever, se lleven a cabo elecciones de forma anticipada, lo que condicionaría notablemente el escenario post-electoral.

Y por último, está el futuro pacto de Estado. En el actual contexto político y social, a nadie escapa que la continuidad a medio plazo del régimen del 78 pasa por un gran acuerdo entre las dos fuerzas que se han alternado en sus gobiernos. No sería el primer país en el que eso ocurre. De hecho, de un tiempo a esta parte, los pactos entre los unos y los otros son tendencia en Europa (Grecia, Alemania…). Y aquí, en España, se está fraguando desde hace tiempo. No es coincidencia que los pesos pesados del PSOE (González, Zapatero, Bono…) están lampando continuamente en la prensa por este acuerdo. Como tampoco lo es que desde la Dirección Federal del PSOE se haya mirado siempre con recelo el acuerdo alcanzado en Andalucía. No en vano, como señalaba anteriormente, el pacto con IU les obliga a posicionarse, a retratarse y a enfrentarse a los mismos a los que han amparado durante décadas.

Por eso, ahora que pueden “vendernos la moto” con eso de que hay que unir fuerzas en un ejercicio de responsabilidad, por la unidad de España, por los valores de la transición y todo ese rollo, no van a dejar pasar la oportunidad de cerrar filas. Y lo harán junto a los mismos con los que traicionaron al pueblo, reformando el articulo 135 de la Constitución y dando coartada a los recortes que hoy padecemos. Que nadie se lleve a engaño, por más que traten de vendernos sus diferencias, en lo esencial siempre han coincidido. Y la Reforma de la Constitución es solo uno entre cientos de ejemplos. Ese pacto es cuestión de tiempo y, quizá, puede que la primera condición para llevarlo a cabo pasara por forzar a IU a abandonar el Gobierno de la Junta.

Esa es la razón por la que los medios del régimen, todos ellos, se han lanzado al cuello de IU. Los poderes políticos y económicos que los sustentan dependen del éxito de esa apuesta desesperada por mantener un status quo, el actual, que se tambalea conforme el pueblo descubre que no todos son iguales. Porque, por más que se esfuercen los medios en confundir, el pueblo terminará viendo que, mientras algunos se abrazan al rιgimen, IU se abraza a la utopía.

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