Vuelta a las raíces

Volvía a hacer maletas, nada nuevo para mí, por aquellos entonces ya andaba acostumbrada a meter mi corta vida en una pequeña mochila

Yolanda Vizcaíno Gómez.

Empresaria y Gerente de Aventura Hernan Pelea y Mochila con Sabores, y confundadora del En Tierra de Nadie-Fest

Vista de Pontones en una imagen de la Junta de Andalucía.
Vista de Pontones en una imagen de la Junta de Andalucía.

Si vuelves es porque has fracasado, porque no fuiste capaz, porque estás loca… y como estos te podría decir mil porqués más que he escuchado, de las razones por las que hemos vuelto al pueblo, visto desde los ojos de aquellas personas que no son capaces de alcanzar a ver lo que hay más allá de lo que una simple mirada puede comprender. Como decía Antoine de Saint-Exupéry en su Principito “lo esencial es invisible a los ojos, solo se puede ver bien con el corazón”.

Salí de mi hogar cuando solamente tenía 10 años y no digo esto con pena ni gloria, lo cuento tal y como fue. Pontones era un pueblo muy pequeño, donde aún vivía mucha gente, pero donde las condiciones de vida eran bastante más duras que en la actualidad, los recursos infinitamente más escasos y el modo de vivir completamente distinto. Pueblo ganadero por excelencia, aislado en comunicaciones, nómadas por naturaleza, unos por sus trajines trashumantes y otros por necesidad de seguir estudiando, el caso es que aquí el trasiego de gentes que íbamos y veníamos era constante, con nuestros sueños de un lado a otro y sobre todo con nuestra pena a cuestas, de no querer irnos y tener que hacerlo.

Aquí comienza mi historia del regreso a mis raíces. Hace 28 años, el primer día que me subí a un autobús a las 5 de la mañana con tan solo 10 años para irme a estudiar fuera de casa, cambiando de colegio, amigos e incluso de familia. Justo en este momento ya sabía que un día volvería y así fue.

Comencé mi viaje por Villanueva del Arzobispo, donde estuve 7 años viviendo, no dejaba de subir ni un solo fin de semana a Pontones, ver a mis padres, poder ayudarles en su restaurante y sobre todo sentir el hogar. Este trajín me mantenía conectada a mi esencia y era el modo ideal de poder continuar con energía el resto de la semana. Yo nunca llevé bien el estar lejos de casa, lo reconozco. De aquí salté a Almería, tocaba volar a la universidad y comenzar una nueva etapa, otros retos, nuevo hogar, amigos, estudios, un tiempo que guardo con una gran sonrisa en mi corazón. Acabé la carrera y comencé mi periplo como enfermera en el centro de Salud de Santiago de la Espada, tan solo tenía 20 años y ya había conseguido volver a casa, pero no era el momento, no aún. Algo en mi decía que para volver de verdad y con ganas, con todas las ganas que yo sabía que podía hacerlo y sobre todo hacerlo bonito, tenía que continuar descubriendo el mundo y, sobre todo, descubriéndome a mí en ese mundo. Explorar, que bella palabra.

Volvía a hacer maletas, nada nuevo para mí, por aquellos entonces ya andaba acostumbrada a meter mi corta vida en una pequeña mochila, y emprendí rumbo a Madrid, la gran ciudad. Aquí trabajé durante varios años, para luego irme a Valencia y acabar finalmente mi viaje fuera de la sierra en Bruselas. Otro sueño cumplido, vivir fuera de España una gran temporada. Sin todo esto, la vuelta nunca hubiese sido tan deseada, ahora lo sé.

El 31 de agosto de 2021 aterricé en España, me bajé del avión y cogí la ruta que me llevaría a la que hoy es mi auténtica aventura, la vuelta al hogar. Ya sabía que era una decisión madura y definitiva, todo lo definitivo que es la incertidumbre del futuro. Había abandonado mi carrera como enfermera y comenzaba mi etapa de emprendedora serrana y además en uno de los sectores que más me apasionaba, el turismo. Aventura Hernán Pelea, así se llama uno de los proyectos que me traigo entre manos y que me trajo de vuelta a casa. Una fábrica de experiencias que convierte el tiempo de las personas que visitan la Sierra de Segura y en concreto Santiago-Pontones, en momentos únicos, en bonitas y especiales experiencias.

Cuando me preguntan a qué nos dedicamos, es complicado explicar, hay tanto que hacer y vivir en este lugar. Podríamos empezar por describiros la joya de la corona, la misma que da nombre al proyecto, Los campos de Hernán Pelea, o como me gusta llamarlos a mí, la inmensidad de la nada. La mayor altiplanicie de España, el pulmón de agua de Murcia y Andalucía, nuestro mayor tesoro, con una riqueza natural y paisajística difícil de medir, esto tienes que conocerlo en primera persona. Y como no hablar del Banderillas, casi dos mil metros desde los cuales podremos observar esos Campos y su grandeza, así como un valle del Guadalquivir, nutrido con las aguas vertientes de estas imponentes montañas. Peñamujo, tal y como lo llamamos los locales, un balcón al embalse del tranco y al valle de las Aldeas Perdidas, un rincón donde descubrir la esencia de un pasado en las callejuelas empedradas y las ruinas ancestrales que pueblan nuestras montañas. Combinamos actividades en la naturaleza, con las tradiciones, con la cultura, con la gastronomía y con la esencia de esta sierra maltratada y olvidada, que hoy, pide ser vivida.

Otro de nuestros grandes objetivos es contribuir en la conservación y promoción del origen de esta tierra, La ganadería trashumante. Santiago-Pontones fue fundado por ganaderos trashumantes que ya supieron oler la riqueza de este lugar y se asentaron poquito a poquito en la parte más alta de la sierra. Hoy, la ganadería va cayendo en picado, es una pena ver como desaparecen ganaderos y cabezas de ganado con ellos, cada vez son menos y, sin embargo, cada vez son más necesarios. El trabajo que los ganaderos realizan en este municipio es inmensurable, la riqueza que aportan es de un valor imposible de calcular con cifras, pero el mundo cambia y con él, todo se transforma.

El futuro de esta sierra es el turismo, parece que todos vamos teniéndolo claro y parece que el día a día nos va mostrando que no erramos. La ganadería y el turismo tienen que empezar a darse la mano, a ser los mejores aliados, tenemos que ser capaces de entender que juntos llegaremos mucho más lejos y sobre todo que juntos tenemos un futuro mucho más alentador que el que por separado se intuye. Poner en valor, estas tres palabras que están tan de moda, la ganadería y en especial la ganadería trashumante, acercarla al visitante, que pueda conocerla para poder valorarla y con ello contribuir a conservarla, es uno de nuestros grandes retos. Hay mucho por hacer en este camino, pero ya hemos comenzado a caminar y el sendero se siente bonito y, sobre todo, esperanzador.

Tenemos una sierra que es imposible no amarla, con una riqueza natural y paisajística de una grandeza y majestuosidad muy, pero que muy importante, con cultura y tradición que están pidiendo a gritos ser compartida, un pueblo hospitalario, humilde y con mucho que aportar a ese visitante que se atreve a llegar hasta aquí. Creo que tenemos todos los ingredientes para hacer de esto un plato exquisito. Yo, en ello estoy, vamos a ver como sale.

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