La ganadería extensiva: otra víctima del sinsentido

Cipriano Díaz Gaona.

Profesor de la Facultad de Veterinaria de Córdoba y secretario técnico de la Cátedra de Producción Ecológica Ecovalia-Clemente Mata

Sector ganadero español. Artículo de opinión escrito por Pablo Martínez Calleja, titulado 'España virtuosa y carnívora'.
Sector ganadero español. Artículo de opinión escrito por Pablo Martínez Calleja, titulado 'España virtuosa y carnívora'.

Está demostrado: el ser humano es capaz de causar graves daños a poblaciones animales y vegetales. Nuestra inteligencia nos ha hecho demasiado fuertes y ya no tenemos competidores naturales que puedan luchar contra nosotros por los mismos recursos. Si alguno se atreve a desafiarnos (o, simplemente, estorba), desaparece. Y por eso, también nuestra especie ha crecido mucho en número; tanto que las materias primas que necesitamos se están quedando cortas, de manera que la humanidad ha entrado en una carrera frenética por encontrar más recursos para consumir o acopiar, y esto ha dado lugar a una competición desenfrenada entre comunidades humanas (naciones, etnias, sectores económicos, …) para expoliar la naturaleza.

Un expolio que parece no tener límites, capaz incluso de destruir lo que no tenga interés (económico) para nosotros si con ello facilitamos de alguna manera el acceso a los recursos más importantes; más rentables. Nuestras acciones han provocado tantos desequilibrios naturales que están afectando incluso al clima, llevándolo peligrosamente hacia un punto de no retorno, de irreversibilidad, que puede convertir a la Tierra en un lugar mucho más hostil para los seres humanos y para muchas otras especies animales y vegetales.

En cualquier sector o lugar del mundo se pueden observar acciones humanas que afectan negativamente al equilibrio del medio y, por tanto, a su salud. Un ejemplo claro se puede encontrar en el sector agroforestal español:

Mayoritariamente, España es montañosa y seca. Aproximadamente, una tercera parte del territorio es agrícola; el resto (casi un 60% si eliminamos urbes, carreteras y aguas superficiales) son pastos y terrenos forestales. Pues bien, ese casi 60% del territorio, aunque es mucho más pobre desde el punto de vista agronómico, también ha sido aprovechado tradicionalmente por el ser humano; principalmente, a través de la ganadería extensiva. Esta actividad se ha complementado con una agricultura de montaña, la recolección de frutos silvestres y la caza. Todo ello, llevado a cabo con respeto y prudencia, ha servido para conservar durante siglos un altísimo nivel de biodiversidad en esos territorios. Y la biodiversidad es la base del equilibrio y de la salud ambiental (ya sea en el mar, en el suelo, en una charca o en el interior de un intestino). De esta forma, las zonas más desfavorecidas de España desde el punto de vista agronómico han sido las más ricas desde el punto de vista medioambiental.

Pero, a mediados del siglo pasado, llegó la industrialización también al sector agrario español, y los nuevos sistemas de producción intensiva, agrícolas y ganaderos, supusieron una competencia letal para las modestas producciones extensivas de sierras y montañas, que se vieron gravemente afectadas. La intensificación vino acompañada de una especialización de las producciones, que es contraria a la biodiversidad y a las razas y variedades locales (ya que son menos productivas).

Desde entonces, la producción ganadera extensiva (principal actividad económica de esas zonas desfavorecidas) fue decayendo hasta nuestros días por falta de rentabilidad y, junto a ella, elementos tradicionales fundamentales para su conservación, como la trashumancia, las razas autóctonas y los pastores. Se aumentó la carga ganadera, se incorporaron razas foráneas más productivas (aunque peor adaptadas al pastoreo, al clima y a los patógenos locales), se sustituyeron rebaños de ovino por vacuno (que requieren menos mano de obra, pero que, mal manejados, pueden dificultar la renovación de las leñosas) y se generalizó el uso de piensos concentrados y medicamentos. Por un lado, se intensificaron las mejores zonas de pastos, y por otro, se abandonaron las peores.

Las primeras sufrieron el sobrepastoreo (que contribuye a la erosión, la deforestación y la desertización) y las segundas, al contrario, se vieron afectadas por la ausencia de pastoreo (que lleva a la desaparición de los pastos y de su biodiversidad asociada, así como a la matorralización del entorno, que termina, en muchos casos, en incendios forestales graves). Ni siquiera las últimas políticas agrarias comunitarias han sido capaces de corregir esta tendencia.

Con la decadencia de la ganadería extensiva han ido decayendo también las poblaciones rurales de interior, que poco a poco se han desplazado a las grandes ciudades y zonas costeras. Se repite el modelo comentado para la ganadería extensiva, pero en el caso de las poblaciones humanas, el símil del abandono de los pastos sería la despoblación, y el del sobrepastoreo, la masificación; y de nuevo, se resiente la relación biodiversidad-equilibrio-salud.

Podemos darle a este problema todas las vueltas que queramos, pero la solución solo tiene un camino: la revitalización de la ganadería extensiva y de sus servicios sociales y ecológicos asociados. Desde luego, no podemos pretender volver a la ganadería de hace un siglo, con pastores que malvivían en un chozo en la montaña y que bajaban al pueblo una o dos veces al mes para asearse y recoger algunos víveres; o con animales que sucumbían por falta de agua y alimentos cuando la sequía era más dura de lo habitual.

La nueva ganadería extensiva debe ser respetuosa con el medio ambiente, con el bienestar de los animales y con las personas (las que trabajan con ella y las que consumen sus productos); y eso requiere un refuerzo económico. Y una parte de ese refuerzo tiene que proceder de la comercialización de sus productos que, por supuesto, deben contar con una diferenciación certificada, como la Producción Ecológica. Pero eso no es suficiente, ya que, en la UE (que somos todos), la producción agraria está dirigida por la PAC a través de ayudas económicas compensatorias y, actualmente, las ayudas que reciben estas explotaciones ganaderas extensivas en España son ridículas en comparación con las del resto de sectores agrarios, por lo que no pueden competir en el mercado sin intensificar su producción (volvemos al mismo problema que se vio antes).

Es una pena que la sociedad (y los que nos dirigen) no se den cuenta de la importancia de revitalizar la ganadería extensiva para evitar la despoblación y la degradación de los ecosistemas, y sus muchos efectos negativos asociados.

Mientras tanto, sigue habiendo personas, en el medio rural y fuera de él, que luchan por ella, por la trashumancia, por las razas autóctonas, y por los saberes no escritos de los pastores, que, por desgracia, están desapareciendo del conocimiento colectivo de nuestra pobre sociedad.

Quizá no nos paremos demasiado a la hora de buscar soluciones contundentes a este tipo de problemas. Lo urgente ha anulado a lo importante. Cada uno (cada sector) lucha día a día por su parcela sin mirar demasiado al futuro, compitiendo con una ausencia absoluta de solidaridad; de responsabilidad. Ya nadie confía en nadie; ni siquiera en sus dirigentes (da igual su ideología). Los colectivos que más gritan (los que exigen con más vehemencia) son los que reciben mayores atenciones y, poco a poco, sus gritos y exigencias van calando en la sociedad; aunque no haya demasiada reflexión de por medio. Y el sinsentido continúa.

En cambio, los sencillos, los prudentes, los humildes, …, nuestros pastores, siguen resistiendo con resignación, buscando refugio con sus animales en un mundo que se les acaba. Que se nos acaba.

Ojalá no estuviéramos tan ciegos. Ojalá siga con vida la ganadería extensiva cuando, por fin, abramos los ojos. Y la encontremos como el hijo descarriado encuentra a su madre: con los brazos abiertos y feliz de no haber perdido nunca la esperanza.

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Comentarios (2)

Juan Carlos Samperiz Hace 2 años
Excelente artículo, que refleja perfectamente y con claridad la realidad actual y que invita a la reflexión de todos
Juan Perez Hace 2 años
Gracias por las aportaciones; dan para un congreso. Esa mezcla de pastores, ganaderos, extensivo, trashumancia, biodiversidad, ecología, servicios... suena realmente bien, pero debemos comprender su significado cabal. Gracias de nuevo.
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