Bibliotecas rurales

Tengan a bien saber, y vaya por delante, que este escrito se empezó a fraguar el 23 de abril de 2023, día del libro, y entre libros; por lo que parecía destinado en su título.
 
El 23 de abril se hace referencia a la importancia del habito de la lectura, y líbreme a mi cualquier ser supremo de no estar más de acuerdo con ello; Este sano habito para el espíritu también conlleva un gasto que con gusto abonamos las persona que podemos, o mejor dicho, que ahora podemos y le explico esta frase.
 
Seguro que muchos de las personas que leen este texto vienen de familias y de una época pasada donde no se nadaba en la abundancia económica suficiente como para invertir de manera habitual en la adquisición de libros en papel, que era la único formato conocido por aquellos tiempos para adquirir un libro (obviar tiene que ni por asomo teníamos fácil acceso al “sabelotodo” Google) ; aún recuerdo el esfuerzo económico que tuvieron que hacer mis padres para que en casa pudiéramos tener una enciclopedia, adquirida en más plazos que volúmenes tenia (y dicha enciclopedia tenía muchos volúmenes, se lo aseguro).
 
No hace mucho tiempo atrás la inversión que todo padre y toda madre para con su descendencia era comida, ropa y educación, incluyéndose en este aspecto no sólo la formal sino también la adquisición de libros y demás menesteres necesarios para incrementarla.
 
Así que era habitual que recurriéramos a ir a una biblioteca en búsqueda de información y conocimiento; en estos lugares podíamos encontrar desde un texto de biología para hacer un trabajo para el instituto hasta obras narrativas como El nombre del Rosa, Los Santos Inocentes o La casa de los Espíritus.
 
Por cierto, quizás sea el momento de definir el termino “biblioteca”, habitualmente hago referencia a la definición que aparece en la RAE, pero hoy permítanme que les ponga esa tarea, quizás se lleven una  sorpresa.
 
Yo la “libre definiré” como ese espacio, lugar o momento donde podemos ampliar nuestra cultura y conocimiento, y cultivar las relaciones sociales.
 
Por circunstancias de mi vida profesional y personal he tenido oportunidad, y espero seguir teniéndolas, de viajar y conocer muchos lugares, la inmensa mayoría de ellos en el medio rural.
 
Siempre que he recabado en algunos de ellos, he sido agraciado con tener una biblioteca rural donde expandir mi mente,y sin querer restar importancia a ninguna de ellas, permítanme recordar a tres:
 
En la Sierra de Aracena se encuentra un pueblo llamado Zufre, al cual he tenido la oportunidad de ir en muchas ocasiones, e incluso pasé una pequeña temporada; en este pueblo me encontré una de esas biblioteca rurales que me ampliaron mi conocimiento, en concreto sobre un espacio tan desconocido como era para mi aquella comarca;
 
Felipe, que así se llama dicha “biblioteca rural”, es una persona oriunda de aquel pequeño municipio, y gracias a él aprendí que vivir en un pequeño pueblo no esta reñido con el conocimiento; él , gracias a su experiencia, es capaz de ver como viene la cosecha del olivo, cuando necesita agua, cuando hay que preparar la huerta de verano, a realizar las conservas necesarias para tener hortalizas durante todo el año o que alcornoques son los que se van a descorchar este año y cuales se van a dejar par más adelante.
 
Pero Felipe también me enseño economía y finanzas, cuando me comentaba como secretario de la cooperativa de su pueblo, como estaba la liquidación de la aceituna para los socios, o como se iba a vender el aceite que comercializaban, o como distribuía los pagos o cuanto tiempo iban a tener funcionado la almazara para optimizar al máximo la campaña.
 
En otra comarca de Andalucía, la Axarquía, se encuentra Juande, otra “biblioteca rural”, persona que creció vecino a la Estación Experimental de “La Mayora” perteneciente al CSIC, en el termino de Algarrobo; desde pequeño vive en el medio rural y de él, pues es agricultor, ademas de técnico agrícola.
 
Con él, el tiempo pasa despacio, no hay prisas, todo se hace a su tiempo pero sin pausa; transmite su conocimiento sobre el suelo, su importancia, como aprovechar cada gota de agua que le llega a su pequeña explotación; como compartir ese agua con la flora espontánea es importante, para su cultivo y para la biodiversidad que él cultiva; algunos mangos,algunos aguacates, algunos granados, algunas hortalizas, alguna parra, todas en armonía como lo que él transmite cuando habla, y te explica el motivo que una esté en un sitio y otra en otro diferente.
 
Y uno se siente pleno cuando caminando junto a él te indica para que observes  un camaleón, o ver volar una mariposa monarca.
 
Un viaje a la tierra de Don Quijote me hizo coincidir con Francisca, otra “Biblioteca rural”, en  el municipio de Ossa de Montiel; hija de agnegados padres,  los cuales le transmitieron la cultura del trabajo y del esfuerzo, trabajando con lo que cerca de su pueblo daba el medio rural.
 
Desde su empresa, transmite todo lo que sus padres le han transmitido, la siembra,  recolección y transformación de las plantas aromáticas y medicinales,entre otras;  el respeto por el medio que le rodea, por las personas que trabajan con ella.
Cuando caminas y hablas con ella te transmite que lo más importante es dejar riqueza en su pueblo y en sus gentes, y que ella lo hace a través de sus plantas y sus productos.
 
Que ella, sus gentes, su pueblo y su comarca, son lo mismo; y que decidió quedarse en ella por algo que otras bibliotecas le enseñaron, sus padres.
 
Con todos los respetos, les sugiero que de vez en cuando, aparte de leer libros en papel, caminen ustedes por el medio rural y disfruten de la maravillosa red de “Bibliotecas Rurales” que tiene a su disposición.