La sartén y la política del miedo

Slavoj Žižek sostiene que, cuando se renuncia a las grandes causas ideológicas, lo que queda es solamente la más o menos eficiente administración de la vida

Antonia Nogales

Periodista & docente. Enseño en Universidad de Zaragoza. Doctora por la Universidad de Sevilla. Presido Laboratorio de Estudios en Comunicación de la Universidad de Sevilla. Investigo en Grupo de Investigación en Comunicación e Información Digital de la Universidad de Zaragoza.

Imagen de unas urnas en unas elecciones recientes
Imagen de unas urnas en unas elecciones recientes

«Hay que estar preparados para todo lo que nos viene encima». Así comienza la letra de la canción Política del miedo que Soziedad Alkohólika publicó en su disco de 2008. Probablemente, cuando la banda de hardcore compuso el tema no fue del todo consciente de que hoy, quince años más tarde, sería un mantra que suscribir en un clima bien distinto. «Inminentes amenazas que no puedes entender pretenden destruirnos» son las siguientes frases. Este single se repite en mi cabeza una y otra vez en las últimas semanas. Pueden llamarlo catastrofismo o realismo agorero, según más les apetezca. Política del miedo, miedo a las decisiones políticas... todo se vuelve uno y la mente se hace añicos en este verano calentito.

Siento que todo es miedo. Lo que nos rodea nos amenaza, lo que otros deciden nos sentencia, lo que algunos hacen sin pensar nos condena. En apenas dos días vamos de nuevo frente a las urnas y la cosa es seria. Serán estos unos comicios extraños, en un periodo inusual y, probablemente, con más mentiras distintas a la espalda que nunca. Unas votaciones a color o blanco y negro. Y a mí me da miedo todo: la gente que aplaude cuando un candidato dice abiertamente que va a ponerle las cosas más difíciles a los alquilados, los tuiteros que fustigan a una periodista por hacer su trabajo, las lideresas de opinión que perpetran entrevistas torticeras a un político al que no tragan, los presentadores de late night al servicio del blanqueo de unas siglas. Y sobre todo: aquellos que quieren ver el mundo arder y no piensan en quiénes son de verdad. Según el cómico Miguel Maldonado, si uno tiene que guardar una sartén dentro de otra no debería votar a la derecha, ya que no pertenece precisamente a la clase alta.

El filósofo esloveno Slavoj Žižek sostiene que, cuando se renuncia a las grandes causas ideológicas, lo que queda es solamente la más o menos eficiente administración de la vida. Es lo propio de un sistema en el que la política emplea el miedo como motor de la movilización y el control de las personas. Miedo a los inmigrantes, a los separatistas, a los okupas, a los depravados, a los que siguen y seguimos hablando de ideología. Porque al parecer es más peligroso promover derechos sociales con el apoyo de quien sea que ser amigo de un narco. Es más peligroso dar indultos a políticos catalanes que a empresarios corruptos. Es más peligrosa una banda terrorista desaparecida hace más de una década que centenares de ancianos muertos en residencias de la forma más execrable. Es más peligroso tener pensionistas con ingresos algo menos indignos que el despilfarro impúdico de millones en chiringuitos de puerta giratoria. Y de eso va esto, no se engañen: de qué mentira están dispuestos a tragarse para llevarnos al precipicio. Pero, por favor, concedámonos el beneficio de la duda: no demos por sentado que somos imbéciles. «La evidencia no es nuestra ciencia. Renuncia a tus derechos. Sacrifiquemos tu libertad». Denle una vuelta, que aún tienen dos días, y uno es, según dicen, de reflexión. Lean a Žižek cuando sientan miedo y piensen en la sartén como medidor social cuando tengan dudas del lugar que ocupan en el mundo.

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