Hay que saber invertir en fracaso. Si centras todos tus esfuerzos en una cosa, y no lo consigues, habrás perdido el tiempo.

Colas larguísimas de gente esperando a ser valorada en un cásting. Con la salida a la palestra de cierto programa —ya cancelado— de aspirantes a cantantes, salen, también, imágenes de los que no llegaron a participar en el él. La ilusión y la posterior decepción es la tónica general. Sólo unos cuantos llegan y no es sólo cuestión de talento. La suerte influye, y mucho. En muchos aspectos de la vida, hay gente que no busca la normalidad y la estabilidad. Busca la excelencia, la fama y el reconocimiento. Es una lucha constante por destacar. Lo normal es que la gente se conforme con tener un sueldo decente, con llegar a fin de mes y darse un caprichito de vez en cuando. Pero hay unos cuantos irreductibles, como los galos, que no pararán hasta conseguir aquello para lo que creen que han nacido.

Hay quien quiere ser cantante, otros que quieren ser futbolistas, otros escritores... por un motivo o por otro, en algún punto de su vida, se le metió el gusanillo de tal o cual disciplina; y ahora creen que es su vida. Dedicar todos —y digo absolutamente todos— tus esfuerzos a algo, suele acabar en frustración. Está bien que dediques decenas de horas a la semana en ser el mejor en algo, pero si no sales de vez en cuando de esa obsesión, puede que te lleves un disgusto muy grande. Hay casos de genios incomprendidos que no cejaban en su empeño de perfeccionar y de llegar a lo más alto, pero suelen ir de la mano de patologías mentales no diagnosticadas y de paranoias agudas. Sólo unos cuantos llegan, ya te lo he dicho antes, y no es sólo cuestión de talento.

“La música es mi vida”, dice uno; “sin fútbol no sería nada”, dice otro; “moriré encima de un escenario”, asegura el de arriba de las tablas. Estamos hablando de gente que lo intenta, que todavía no está ahí, con los grandes. Se suele alabar el empeño de alguien por conseguir el éxito, se valora en exceso la total dedicación a algo para poder convertirlo en tu día a día. Y no hay nada más ridículo que abandonar el resto de aspectos de la vida para centrarse en uno. Lo digo porque el tiempo pasa, y lo más probable es que no lo consigas; o al menos que no llegues hasta donde tenías pensado, y un día, dentro de muchos años, no dirás “si me hubiera esforzado más”; no, dirás “qué manera de hacer el carajote”. Con esto no digo que no sigas peleando por lo que quieres, sino que, si le dedicas todo el tiempo, te perderás muchas cosas.

Hay que saber invertir en fracaso. Si centras todos tus esfuerzos en una cosa, y no lo consigues, habrás perdido el tiempo. Como dice el dicho “no hay que poner todos los huevos en la misma cesta”. Incluso los futbolistas de antes se aseguraban unos estudios por si su carrera se iba al traste —y para colocarse luego de médico en el equipo—. Ya no lo hacen porque están podridos de dinero. Craso error. Incluso Cristiano Ronaldo se puede ver arruinado algún día. No te rías. Torres más altas han caído.

Ser mediocre no es tan malo. Siempre habrá gente peor que tú, y siempre habrá alguien mucho mejor que tú de la que podrás aprender. No se trata de ser mediocre toda la vida, sino de saber serlo mientras se sea. De aceptar que no eres nadie, todavía, y de querer mejorar. Pero poco a poco, no pretendas dar el pelotazo en dos días. Un amigo siempre dice “pequeños objetivos, grandes victorias”, pues eso, que caminando se llega y cada paso es importante. Solo deseo que si eres unas de esas personas obsesivas en conseguir algo, que lo que hagas te guste. Así al menos estarás distraído.

Si lo único que quieres es fama y dinero, sin ningún talento, seguramente tendrás que chupar muchas pollas. Ya te lo he dicho, no es sólo cuestión de talento. Aunque quién sabe, a lo mejor tu talento es chupar pollas. De eso nunca se habla, medrar y trepar también es un arte. Pero bueno, mejor sigue esforzándote lo justo para no descuidar lo demás y a los demás; y luchando lo justo para mejorar, pero sin desmejorar en otras cosas. Yo seguiré escribiendo mientras, pero parando un rato o descansando algunos días para estar con los míos, leer, ver una peli, hacer otras cosas. Sin perder de vista el móvil, por si llama un editor que publique mis cosas y me permita vivir de ello. 

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