Una foto de unas elecciones pasadas.
Una foto de unas elecciones pasadas.

De los muchos tópicos que se repiten los días postelectorales, sin duda el que más se ajusta a la realidad es el de la resaca, la resaca electoral, claro. 

Los días postelectorales es lo que tienen. No apetece mucho hablar de lo que todo el mundo sabe y ya ha comentado con el café y la tostada o la cervecita del mediodía, pero son días en los que no hay mucho más para hablar. Bueno, en esta ocasión está el fútbol, claro, pero hay cosas que mejor no comentar y tampoco este es un medio deportivo… De los muchos tópicos que se repiten los días postelectorales, sin duda el que más se ajusta a la realidad es el de la resaca, la resaca electoral, claro. Son días, efectivamente, en los que parece que todo va un poco más lento, la gente es extrañamente más amable y no se sabe muy bien qué le pasa a la luz solar, pero las gafas de sol son imprescindibles… o al menos tienes esa sensación, tan familiar de la mañana siguiente a una noche de farra. Son días de poca actividad, en los que repasas en internet las estadísticas de cómo ha votado tu barrio, el de al lado, tu ciudad, la comunidad, el pueblo de tus suegros, el de una novieta que tuviste un verano ya ni recuerdas cuándo… y luego en la calle echas un vistazo a los periódicos de papel, sobre todo a esas noticias casi de relleno que los periódicos ponen para arropar todas esas decenas de páginas que le dedican a la jornada electoral, noticias en muchos casos enternecedoras, totalmente precocinadas… Y así, poco a poco pasa el día a la espera de que el martes traiga una falsa normalidad, la normalidad de las tertulias con el ‘monotema’  a todas horas.

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