La editorial Renacimiento ha devuelto a las librerías la novela Monte de Sancha de Mercedes Formica, publicada originariamente en 1950 en la editorial Luis de Caralt. Se trata de una de las primeras obras en la que la Guerra Civil aparecía desprendida de referencias imperiales y de un lenguaje mesiánico y providencialista elaborado para ensalzar las virtudes o atrocidades de un bando y otro. La intención de Formica fue la de destacar el surgimiento inesperado del horror, el instante en el que la vida de un ser humano deja de importarle a otro. Se preocupó por reflejar el comportamiento humano ante el surgimiento del fragor, la invisible línea divisoria entre la calma y la tempestad, la paz y la guerra, la vida y la muerte, como se presagia constantemente en el argumento con la alusión al blues lento Stormy Weather («Tiempo borrascoso»), de moda en aquel tiempo.
Málaga juega un papel determinante en la evolución de la trama de la novela, una ciudad que, por su propia distribución geográfica, había permitido el desarrollo de dos zonas antagónicas: el paraíso apacible de la colonia extranjera y española que residía en el elegante barrio de la Caleta, una parte de él es el Monte de Sancha, y la pobreza y el sufrimiento de los obreros que habitaban los barrios más humildes, como el Perchel o Trinidad. De un lado, Margarita Bradley, personaje simbólico que encarna a toda su clase social, y, de otro, Miguel, un artista proletario, quieren vivir su juventud y disfrutar de su particular historia de amor, sin ser conscientes de que sus vidas están irrevocablemente condenadas a estar separadas. La novela llegó a las votaciones finales del Premio Nadal de 1949 y quedó finalista de la primera edición del Premio Ciudad de Barcelona convocado en el año citado. Por su parte, Pío Baroja conservó siempre un ejemplar en su espléndida biblioteca de Itzea. Es sabido que el escritor de la generación del 98 era muy celoso con lo que albergaba en sus estanterías y solo cobijaba aquellos libros que eran de su interés.
Mercedes Formica quiso dejar testimonio de sus vivencias, como también lo reflejó en el primer tomo de sus memorias Visto y vivido (1931-1937). El hecho de haber presenciado el inicio de una guerra, su transcurso y llegar a sobrevivirla, ver morir a familiares, amistades, gente cercana, sentir miedo y padecer la angustia más profunda, son motivos suficientes para querer transmitir estas experiencias, de ahí que, junto a las obras literarias, hayan proliferado las memorias de combatientes o de perseguidos en una u otra zona del conflicto. En el caso de Formica, existe una mirada especial hacia las circunstancias padecidas por su generación, conocida como la del 36, aquella que, en palabras de Guillermo Díaz-Plaja, otro de los integrantes, quedó «destruida» porque, desde entonces, surgieron dos bandos: los vencedores y los vencidos; o en las de Ricardo Gullón, también compañero generacional, que la calificaba de «perdida» y «fracasada», «machacada» y «sacrificada». Para este grupo, el asunto bélico no es una preocupación intelectual, sino que tiene un sentido de dolor, de persecución y muerte. Estamos, por tanto, ante una obra que merece ser atendida por la crítica y leída por el amplio público, para conocer más sobre este episodio trascendental de la historia de España, vivido en primera persona por la autora y cuyas consecuencias aún siguen presentes en muchos aspectos de la sociedad.
La novela tuvo una reedición en 1999, en la editorial malagueña El Aguacero, dirigida por José Luis Ruiz Olivares. Formica retocó el texto, aligeró párrafos y modificó expresiones, si bien el contenido político que posee la obra a través de sus personajes, circunscritos en un contexto bélico, no lo varió. La editorial sevillana Renacimiento, en su colección «Espuela de Plata», publicó en 2015 una versión facsímil del texto original de 1950. Al haberse agotado, se decidió publicar una segunda edición con el texto de 1999, aunque con notas al pie que comunican cambios que fueron suprimidos tras la revisión de Formica y que resultan significativos dejar constancia de ellos.
Esta nueva edición se enriquece con dos estudios introductorios, uno sobre la autora y otro de la obra, y puede accederse, a través de un código QR, a un apéndice con documentación complementaria. Además, el volumen se abre con un prólogo escrito por la filóloga Elvira Roca Barea, autora del célebre ensayo Imperiofobia y leyenda negra, entre otros títulos notables, quien conoció a Formica y realizó uno de los primeros estudios de Monte de Sancha.
La vida y la producción artística y de tipo jurídico de la escritora y abogada Mercedes Formica (Cádiz, 1913 – Málaga, 2002), impulsora de la primera reforma del Código Civil en 1958 para incluir derechos a las mujeres, desde la promulgación de este cuerpo legal en 1889, y que afectó a otros textos jurídicos, se están recuperando a fin de concederles un lugar destacado dentro del panorama cultural y social de la segunda mitad del siglo XX en España. La editorial Renacimiento ya ha publicado cuidadas ediciones de varias obras: A instancia de parte y dos obras más (la novela corta Bodoque y el cuento La mano de la niña) (2018); La ciudad perdida y El secreto (2022), y los tres tomos de memorias publicados en un solo volumen Pequeña historia de ayer (2020). Su obra permite conocer aspectos relacionados con la Guerra Civil, la situación social y jurídica de las mujeres y de la infancia o, en general, el compromiso con los desvalidos, con quienes las esferas de poder habían situado en los márgenes de la sociedad. En definitiva, temas que constatan el íntimo contacto que mantuvo con su realidad. Próximamente, se esperan la biografía de la gaditana y nuevas ediciones de obras que llegaron a publicarse y otras que han permanecido inéditas.
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