Propósitos sostenibles

Los ochenteros autobuses azulitos de Jerez no podrán escapar a la legislación. La salud no importó hasta ahora, las sanciones importarán

Un autobús urbano en Jerez, en una imagen reciente.
Un autobús urbano en Jerez, en una imagen reciente. MANU GARCÍA

Cuando estrenamos año, tenemos por costumbre llenarnos de propósitos. Algunos como individuos y quizás también otros comprometidos con nuestro cargo en el trabajo, o con la sociedad.

Son propósitos, estos, que no fueron cumplidos años anteriores. Fueron promesas en el pasado, palabras que nos beneficiaron para conseguir la confianza de otros, pero que no se cumplieron y lo más duro... propósitos que quizás años atrás tuvimos oportunidad de luchar por conseguir y quedaron sin realizarse.

El tiempo pasa para todos, pero para los mayores parece más rápido. Los derechos reconocidos para la movilidad reducida por ejemplo, que por ende tenemos todos los ciudadanos, se ven más perjudicados en este colectivo, al igual que en el de las personas con alguna minusvalía.

Jerez sigue sin cumplir con el deber de cuidar, rehabilitar y mantener el asfalto por donde las personas caminan o pasan en silla de ruedas. Se van almacenando los propósitos y las promesas, las cuales son más aún que solo eso, son incumplimientos del derecho por ley que tiene el ciudadano, sin embargo, las obligaciones legisladas de pagar sus impuestos se tienen que cumplir.

No solo es vergonzosa la situación para el ciudadano, es un tropiezo para “el plan turístico” que sigue creciendo en la ampliación de apartamentos turísticos, sin obviar que para acceder a ellos es necesario caminar por sus deterioradas calles, donde se aprecian casas antiguas en situación de abandono y en cuyo interior, en sus bellos portones, se observa basura.

Una ciudad europea que se precie debe tener un buen transporte público. Sin embargo, el autobús sigue siendo una gran cuenta pendiente con el ciudadano. En esta bella ciudad, el coche es sin duda el protagonista, después está el carril bici/patín.

Así lo demuestran pese al endeudamiento del Ayuntamiento, la reciente construcción, el pasado verano, de parkings de uso para mercadillos semanales y que han sustituido zonas descuidadas, pero verdes.

Asimismo el volver a pintar carriles bicis/patines, con colores que favorecerán que el calor asfáltico recoja los grados altísimos que llegaremos a alcanzar por el cambio climático, y que aumentarán la sensación de calor junto con la ausencia de árboles recientemente talados, donde les ha estorbado para diferentes objetivos.

Las marquesinas de los autobuses existentes, contadas con los dedos de las manos por toda la ciudad, están deterioradas, con asientos destrozados y que escasean en la mayoría de las líneas de las calles de la ciudad.

Las condiciones de suciedad en el interior de los autobuses son cada vez más contundentes, el agua cae de los acondicionadores mojando asientos, el olor insano del combustible será un problema para los trabajadores del mismo, si no lo es ya para algunos que llevan años conduciéndolos. Sin embargo, los carteles del interior en algunos autobuses indican desinfección y limpieza con fecha obsoleta.

Algo urgente ya les toca hacer, no pueden escapar a una ley ambiental europea que ya data de años atrás y de la misma manera no pueden escapar de ejecutar las obras necesarias con las ayudas de los fondos Next Generation recibidos en 2021 para implementar, “entre otros objetivos”, de forma progresiva, un transporte limpio y sostenible en las ciudades de cara a 2030 y a 2050.

Según el acuerdo de París en 2015, se fijaron objetivos de descarbonización a nivel internacional... Ahora tendrán que cumplir los propósitos, al menos empezar con el transporte. Con la llegada de 2024, hay ciudades que intensifican las restricciones de las Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) que fueron establecidas como obligatorias en 2023 para algunos municipios y que restringen la circulación de los vehículos sin etiqueta medioambiental en los núcleos urbanos.

Tienen su base en la Ley del Cambio Climático y Transición Energética aprobada por el Gobierno en 2021, y como objetivo, tiene el reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y mejorar la calidad del aire en los núcleos urbanos. ¿A qué ciudades afecta?

Tal y como se puso en marcha en 2023, esta normativa obliga a algunas ciudades a tener una ZBE en su entorno urbano. Se trata de los municipios de más de 50.000 habitantes, lo que engloba a 149 municipios del país. Además, también incluye a aquellos con más de 20.000 habitantes que superen los niveles máximos de contaminación, especificados en el Real Decreto de calidad del aire. Jerez tiene 214.000 habitantes. Las ZBE, áreas delimitadas afectan a quienes tengan vehículos que no tienen distintivo ambiental de la Dirección General de Tráfico (DGT).

De modo que los conductores deberán prestar atención a cuál es su etiqueta antes de entrar en algunos de estos núcleos urbanos. Todo ello, para evitar sanciones. Los coches más antiguos son los que no tienen calificación ambiental. ¡Es un café para todos! Los autobuses de Jerez, los ochenteros autobuses azulitos de Jerez, no podrán escapar a la legislación. La salud no importó hasta ahora, las sanciones importarán.

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