Donald Trump junto a la actriz Megan Mullally.
Donald Trump junto a la actriz Megan Mullally.

Hoy he sabido que en las pasadas elecciones norteamericanas, Donald Trump obtuvo el 67% del voto rural. Un hito histórico en el partido republicano.

El discurso hace cuatro años fue el fruto de una compleja estrategia, pero una manifestación pública muy simple. Mensajes sencillos, cortos, directos: ninguna otra opción política iba a prestar tanta atención al medio rural como ellos, ellos. Defenderían sus intereses, aportarían subvenciones y bloquearían productos extranjeros. Lógicamente, un colectivo que históricamente se ha visto siempre olvidado, necesitado de muchas cosas, la primera de ellas, de atención, lo escuchó y se ilusionó.

En estos últimos días de campaña electoral norteamericana, la cita final es el próximo martes 3 de noviembre. Con unas previsiones de voto muy equilibradas, muy polarizadas, conscientes de que el mundo rural puede aportar el elemento diferenciador y decidir la presidencia, de nuevo Trump se echa al campo. A su estilo. Hablando mal de las ciudades, acusándolas de insolidarias, contaminantes, acaparadoras. Engrandeciendo una dicotomía para, apelando al orgullo propio, despreciar al otro.

Trump, sorprendentemente para algunos, está recibiendo rechazo las visitas rurales que está haciendo. Los farmers como ellos los denominan, aprendieron y no quieren ser palmeros ni cómplices de un chantaje. No quieren volver a sentirse utilizados. Ya saben que no pueden ser comprendidos como necesitan, que su realidad no puede ser entendida en un rato ni se soluciona con promesas desde altos despachos acristalados. Que los problemas estructurales del territorio no tienen la solución en el descorche de botellas de champán.

Alguna opción política está siguiendo la misma estrategia en España. Encandilar a colectivos necesitados con cantos de sirena, pero sin aportar soluciones de calado, trabajo constante, empatía. Se agarran a elementos que dividen, sin ser conscientes de que, en esto, que es básicamente nuestro presente y nuestro futuro todos somos necesarios y útiles.

Dejará de haber fricciones en el reparto de presupuestos de la PAC, del estado, de los PDR, cuando todos los ciudadanos sean conscientes de que las políticas territoriales es un magnífico destino de los impuestos que pagamos. Porque en el espacio urbano está la demanda de los productos rurales. Porque las ciudades no serían habitables sin los alimentos, el agua, la energía, el aire procedente del medio rural.

Es muy importante que todo el sistema funcione en modo cercano. La globalización ya nos lo anunciaba, el Covid nos lo ha puesto ante los ojos. Tenemos que mejorar nuestro sistema de gobernanza, teniendo la producción y el consumo cercanos. Un sistema agrario vivo, ágil, versátil, un consumo responsable con nuestros agricultores, ganaderos y pescadores. Por eso se ha evidenciado el medio rural andaluz tan importante en estos meses de pandemia, por eso es tan importante reforzar nuestro tradicional y eficaz modelo de comarcas, con ciudades medianas que hagan de central de servicios cercanos que dan vida a su entorno rural.

Son enormes los desafíos a los que nos enfrentamos, todos. No dejemos que nos utilicen, ocupemos cada uno nuestro sitio siendo responsables y conscientes de la necesidad de la existencia, el oficio, los intereses del otro porque a todos nos va la paz y el bienestar en ello.

Aunque el programa y políticas propuestas por el partido demócrata de Biden no sean salvadoras ni entusiasmen, si que hay que tener claro que las propuestas tramposas, de enfrentamiento, de división, de odio, retrogradas que lleva bajo el brazo el partido republicano tienen que quedar desterradas, en Estados Unidos, y aquí. Nos separa el Atlántico, pero tenemos que saber mirar. Nunca como hasta ahora ha habido tanta violencia, discriminación, polarización, desigualdad en la llamada tierra de las oportunidades. De aquellas tormentas estos lodos.

Por eso no podemos dejar el menor resquicio al odio, no podemos ser cómplices, voceros de posturas cainitas. Nos esperan meses, probablemente años muy duros y para salir adelante es necesario que lo hagamos unidos, empecemos ya. El medio rural ha sido fuente siempre de buenos productos, de aire y agua limpia, también de sensatez. Es hora de que se visibilice, de que vuelva a ir por delante. Mi deseo de que los farmers le den la espalda a Trump el martes, mi deseo de que agricultores y ganaderos andaluces hagan valer la cordura que atesoran.

Este artículo se publicó originalmente en Portal de Andalucía

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