Espectacular ambiente en Cádiz con motivo del encendido de las luces de Navidad.
Espectacular ambiente en Cádiz con motivo del encendido de las luces de Navidad.

Días atrás me llamó una amiga con la cual hablo casi todas las semanas, no nos vemos demasiado por eso de las ocupaciones de ambas y que vivimos en distintas ciudades, pero no perdonamos esa llamada semanal. Tras hablar unos minutos con ella me preguntó por los planes que tenía aquel día y debido a que el clima no acompañaba demasiado le comenté que pasaría el resto de la tarde en casa. Entonces me comentó algo que últimamente escucho de muchas personas ¿Verdad que estás el clima muy raro? A lo que respondí medio en serio y medio en burla que la climatología no era rara para la época que estamos (a punto de entrar en diciembre) y que lo raro es que hasta hace dos días anduviéramos en manga corta por las calles y también en casa. 

Y aunque en los últimos años, antes del dichoso virus, incluso aquí en el sur, casi nos hemos comido los pestiños en la playa, es innegable que cada año los benefactores del consumismo navideño provocan que la navidad comience lo antes posible. Además, la envidia es un factor fundamental por el cual muchos falsos fanáticos proclaman que están deseando ver las luces navideñas. Y es que hay quien no lleva demasiado bien (por eso de la envidia ya saben) de que en el pueblo de al lado el alumbrado navideño se encienda antes que en el suyo. El afán por ser los primeros en encender las bombillas se incrementa cada año hasta tal punto en que hoy cuando les escribo esto y que es el primer día del mes, ya no pocos municipios y ciudades han inaugurado la navidad e iluminado sus calles para contentar a los que más ambicionan deslumbrarse con las decorativas luces. 

Sin lugar a dudas, la luz es el fenómeno que ha atraído al ser humano desde el origen de los tiempos. Las primeras manifestaciones del empleo de la luz de las que se tienen constancia corresponden al momento cuando nuestros ancestros descubren y aprenden a manipular el fuego, el cual usaron no solo para cocinar alimentos y calentarse, sino también para iluminarse en la oscuridad. Sin embargo, los antiguos griegos consideraban la luz como un fluido que emanaba de los ojos del observador. Para mí esta teoría no puede resultarme más fascinante. 

El pasado viernes experimenté en profundidad la experiencia de iluminar pulsando un botón junto con un grupo de válidas personas, no solo un gigantesco árbol de navidad o las calles de un pueblo. Es curioso cómo tras pulsar un botón se iluminan los rostros, pupilas y sonrisas de cientos de personas a la vez y porque no reconocerlo, la mía propia. La sensación de que te arropa la energía que irradian cientos de miradas congregadas en una plaza y te llena de calor al espíritu, hizo que me emocionara en sobremanera en aquellos momentos. Quedé deslumbrada por la luz de sus miradas. El misterio de la atracción de la luz en el ser humano en mi opinión, aún no ha quedado resuelto. 

Escribió Andrés Carrascosa: “Luz para mi vida. Eso pido yo. Enciende mi mirada con la luz de tu amor. Gentes que iluminen. Eso pides tú. Que alumbren esta tierra".

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