Banderas del orgullo trans, en una imagen de archivo.
Banderas del orgullo trans, en una imagen de archivo.

Todas las noches cuando me acuesto cierro los ojos y repito mi mayor deseo en voz baja e incesantemente. Mi amiga Carol asegura que, si repites muchas veces bajito y con todas tus ganas lo que deseas, al final se cumple. Cada mañana me despierto y corro al espejo a mirarme, veo mi cuerpo cubierto con la bata de seda rosa de mi madre, mi cuello adornado con el collar de conchas de mi hermana y mi pelo (que aunque no es tan largo como quisiera) lo cubro, con una diadema elástica rosa, la cual no he de olvidar quitarme, si no quiero que el día comience con una discusión con mi padre, y con malas caras. Otra mañana más, a pesar del espejo, sigo sin ver quién soy.

Hace ya cuatro meses, que hablé con mi familia, y les dije claramente que soy gay. En la facultad y entre los amigos, nunca tuve la necesidad de reprimir como soy, ni aquello que siento. Sin embargo, no me he hallado liberado, tal como otras personas dicen encontrarse en mi misma situación. En casa nadie ha cuestionado nada, y no saben, que el silencio, siempre no denota o significa aceptación. Oír rezar a la abuela y a mis tías, por su nieto y sobrino, y que les pidan a Dios porque estoy enfermo sexualmente, no hace que me considere cómodo. No es una situación natural, dentro del núcleo de una familia.

Mi madre me ha insistido en ir a ver a una amiga que es psicóloga, dice que es por mi bien, que ella me quiere tal como soy, pero que no pierdo nada en escuchar a un profesional y de paso, ella se sentirá más tranquila. Una vez más, no importa como me encuentre yo. Hace semanas que me siento muy triste, y no sé el motivo. Hay algo más allá, de los rezos de mi familia que me está derrumbando. Desesperado, accedo a ir a la consulta, pero tras las dos primeras visitas, decido que es una pérdida de tiempo. Sigo sin saber qué me ocurre, y aunque seguro que Teresa es una magnífica profesional, considero que ella tampoco puede ayudarme.

Hoy mi padre ha llegado más bebido de lo normal y en casa, solo nos encontrábamos Berta y yo. Mi hermana, tras escucharle gritar mi nombre desde la puerta, horrorizada, se ha encerrado en su habitación. A gritos me ha pedido que salga al patio, Tu madre no ha parido a una maricona, yo tuve un hijo macho, así que no me contradigas y demuéstralo. Dame un puñetazo, que todos lo vean, o seré yo el que te deje sin dientes. Y cumplió su promesa; un labio roto y de milagro, la dentadura completa no me saltó por los aires del golpe. Madre dice que lo he de perdonar, que él, al igual que yo, también está enfermo.

Llevo dos días sin salir de casa, no quiero tener que dar explicaciones a nadie acerca de mi aspecto, y no saldré hasta que mi labio sane. Carol, es una buena amiga, y mi mayor confidente. En estos días, no deja de estar pendiente de mí, con sus llamadas y mensajes. Hace un rato, me ha enviado un video de una youtuber mexicana, he pensado que tal vez te pueda servir verlo, Carol y el vídeo de esa chica, me han salvado la vida.

Después de ver dos veces más el vídeo, la he llamado con lágrimas de emoción en mis ojos y le he dicho Amiga, soy transexual, ahora podré ser feliz. Después de seis meses de haber comunicado a mi familia que tengo una identidad errónea, les volví a reunir para contarles que siempre me había sentido mujer y lo que significaba para mí haberme descubierto a mí misma. Todos me mostraron su apoyo. Mi padre, me ordenó que no volviera a poner un pie en su casa. Los ruegos de mi madre y mi hermana Berta, no lo disuadieron.

Al día siguiente, marché a casa de Carol, con lágrimas de tristeza por dejar atrás a mi familia, pero feliz. Si algún día volvía a aquel lugar, lo haría siendo yo misma .

Personas expulsadas de sus hogares que, por su condición de género, se sienten obligadas a cambiar y mostrar lo que son, como imposición para permanecer en sus núcleos familiares. Siendo así que, la familia, el primer núcleo donde se ha de encontrar la dignidad, sea la primera experiencia de discriminación que vivan. En algunos casos, los mismos padres, abusan de sus hijos con la intención de corregirlos; les cortan el pelo, solo para regenerarlos como seres humanos. Utilizan las palabras para herir.

El silencio les resta, los eliminan como personas y los señalan. Pero las palabras les sacan a la luz y vuelven público y vergonzoso todo lo que sienten. Llevar a novias a su hogar para no ser expulsado de este, humillaciones en público de los propios padres, discriminación, son solo algunos ejemplos de las situaciones que tienen que soportar.

Las personas transexuales tienen derecho a poder convivir con normalidad y tener una familia. Si quieren a sus hijos, a sus hermanos, a sus amigos, deben permitirles y aceptar que desarrollen libremente su identidad sexual.

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